Los bomberos liberan a un anciano de un rodamiento que tenía incrustado en el pene
Probablemente los médicos que atendieron a Antonio Cavagna no hayan visto cosa igual en toda su vida profesional. Es más que seguro que se hayan tenido que tomar unos minutos de respiro para volver del interminable estado de asombro que los invadió. Es un hecho que los intentos que hicieron no fueron suficientes y antes de tomar la peor decisión decidieron llamar a los bomberos de Mendoza (Argentina): ellos eran la última esperanza para sacarle el rodamiento que tenía incrustado y trabado en su pene, antes de que los doctores tuvieran que amputar.
Cavagna llegó al hospital con su miembro viril encajado en un rodamiento. El interrogatorio médico no imaginaba la respuesta. No se trataba de un mecánico enredado en un indescifrable accidente ni una irrepetible desgracia casera. Al contrario, todo tenía que ver con placer y más placer, con una onanista sesión en la que la pieza metálica fue el principal accesorio utilizado por el anciano para obtener placer.
La experiencia le salió muy mal y lejos de alcanzar el cielo, don Antonio visitó más bien el infierno. No pudo quitarse el rodamiento por su cuenta y los médicos del hospital donde acudió pidiendo ayuda tampoco lograron sacárselo a pesar de varias maniobras para resolverlo. El pene del paciente estaba tan inflamado que no había modo de desalojar la pieza.
Los galenos tenían que tomar una decisión y era la peor: había que amputar el miembro para salvar a don Antonio, pero a alguien se le ocurrió usar un último recurso y sin dudarlo pidieron auxilio al Cuartel de Bomberos de la Policía de Mendoza.
Los expertos en luchar contra el fuego y rescatar personas se encontraron ante un desafío para el que no habían sido preparados. El enviado no podía creer que los hubieran llamado para resolver una situación que debía tener una solución médica. Sin embargo, y luego de una serie de consultas, aceptaron el heroico desafío.
Con un minitorno en mano, uno de los encargados del taller del Cuartel Central de Bomberos llegó a las 13.50 al hospital, convocado para salvar la vida de don Antonio y su invaluable virilidad. Con un rodamiento de por medio no había más remedio que buscar una solución con herramientas del ámbito metalúrgico que daban al paciente más esperanza que el implacable bisturí.
La tarea quirúrgica del tornero de bomberos fue la de un artista. Tanto, que logró desprender el aparato del pene de Antonio Cavagna.
Un inesperado final feliz para una historia ciertamente truculenta.