Un último adiós al presidente Zapatero
A estas alturas y hablando claro, el incapaz y negligente Zapatero, políticamente, ya no ocupa ni preocupa a nadie, y muchos menos a Rubalcaba, que comienza a considerarlo un medio estorbo totalmente amortizado. El candidato del PSOE elogia con la misma facilidad al presidente en Málaga que pone la mano en el fuego por el ministro de Fomento, José Blanco.
Concretamente, en el debate con Rajoy no tuvo la más mínima delicadeza con ZP, al que no dedicó ni una miserable frase de reconocimiento o consideración a quien le nombró ministro, vicepresidente y candidato tras un chabacano y frustrado proceso de primarias.
El aún presidente del Gobierno, por su parte, en círculos de su total confianza, pero con la seguridad de que lo largarán todo, aprovecha para acusar a Rubalcaba de “querer quedarse con el partido”, tras las elecciones del 20-N. La maniobra es conocida por la mayoría si bien no va a resultar nada fácil, aún contando con la colaboración del desprestigiado gasolinero Blanco, conocedor de las entrañas del PSOE como pocos, dado que también Carmen Chacón (PSC), aspira y está dispuesta a liderar la formación socialista.
Nada tienen que hacer enfrentándose a Rubalcaba pero la ambición es ciega con independencia de que su pareja, Barroso, intrigue todo lo que pueda unido a su amistad personal con Zapatero.
Para terminar de enredar la situación, está flotando amenazante la famosa “encuesta de los 99 escaños” que está amargando la existencia de altos dirigentes del partido , viendo peligrar su futuro. Si Rubalcaba no supera el listón de los 125 diputados, su prestigio político será altamente cuestionado, dificultando el acceso al cargo de Secretario General e igualmente, ante un resultado adverso, podría darse el caso de que Zapatero, con tal de lograr méritos para mejorar su maltrecha imagen, intentara ser nombrado presidente del partido con la disculpa de preparar un nuevo líder para el PSOE y prescindir de Rubalcaba, al que ya muchos le auguran un limitado recorrido político.
No obstante, el fracasado Zapatero, tampoco tiene derecho a llorar. Supervisando nubes desde su León de adopción donde no lo tragan, levantará 125.000 eurazos anuales sin dar un palo al agua otros 25 años viviendo a cuenta de la cosa pública. Lo curioso del caso es que este monumento a la estulticia todavía espera convencido que le hagan “la ola” cuando ha sido como esa pesadilla que despierta al niño llorando asustado en medio de la noche. Mentiras, maldad e ignorancia han sido algunas de las virtudes que han adornado a este pobre hombre, adalid de la tenebrosa bancarrota que padecemos, cuyo acceso a la presidencia ha sido el mayor borrón en la historia de la joven democracia española. Esperemos que las urnas corroboren lo adelantado por las encuestas.
Uno de los grandes problemas de Zapatero, con independencia de su total ausencia de conocimientos sobre economía, es el auto considerarse un gran político y rodearse, salvo excepciones, de inútiles, algo muy propio de mediocres, tal como es su caso. Tras casi ocho años instalado en el limbo y creyéndose sus propias mentiras, es lógico que no reconozca ser un cero a la izquierda como cuando llegó al Parlamente ejerciendo de “mudo”.
Lo único que quizá podrá salvarnos es que la historia, normalmente, no suele ocuparse de los intrascendentes. ¡Esperemos que así sea!