Reflexionemos bien
Estamos en jornada de reflexión y voy a hacer uso de este día en toda su magnitud. Encuentro interesante dejar sobre la mesa tres cuestiones diferentes para pensar y analizar. Empezaré por una que he conocido recientemente. Según la prensa, el pasado domingo el candidato Rubalcaba se empeñó en que le abrieran el aeropuerto de Logroño, por la noche, para poder regresar a Madrid a una hora más conveniente. No le importó saltarse con ello la normativa en materia de seguridad de aeropuertos en una actitud impropia de un político experto que con la trampa deseaba acelerar su agenda electoral. El fin era exclusivamente partidista.
El equipo del candidato movió Roma con Santiago para salirse con la suya. Ante la negativa del controlador de turno, abusó un poquito más de poder y contactó con el Centro de Control de Madrid que a través de AENA propuso una posible solución: que el Falcon despegara de Logroño y se controlara desde la capital. Por supuesto los responsables del aeropuerto riojano se opusieron rotundamente sin comprender que fuese AENA la promotora de la idea.
Resultaba increíble y peligroso que se vigilara un vuelo desde cientos de kilómetros, en contra del más elemental sentido común, utilizando un aeropuerto sin luz, sin personal técnico, sin controlador y sin bomberos. Un aeropuerto no es una casa que se presta, ni un restaurante que se reserva. Es una instalación sometida a reglas estrictas que precisamente las autoridades deberían respetar.
Como no fue el caso, invita a la reflexión. Nos da la medida del talante del candidato socialista, de su respeto por las normas, de su uso de las influencias, de su comodidad ante privilegios que no le corresponden, del desprecio a su obligación. Pensemos cual será su verdadera cara si ésta es la que nos muestra en unos momentos en que se esfuerza por presentarnos la mejor.
Por otra parte, podemos analizar la falta de gallardía de Rubalcaba durante toda la campaña. Ni un solo instante se ha responsabilizado del desastre económico español, de la deriva del gobierno Zapatero, de los vaivenes continuos de una política improvisada, de las cifras del paro, del fracaso estrepitoso de todos los compromisos anteriores. Es como si no fuera con él.
No soy del club de fans de Zapatero ni simpatizo con sus ideas, pero considero injusto que lo aparten como a un apestado, que lo dejen absolutamente aislado, que Rubalcaba lo rechace. Zapatero no ha actuado solo. Hasta hace pocas semanas, el candidato participó como ministro destacado de todas las decisiones del gobierno. Ahora repudia a la persona que lo nombró. Con respuestas esquivas. Con sonrisas de traidor.
Por último, los llamados indignados. Creo que se indignan siempre en la misma dirección. Me contaron que en una de sus concentraciones en el centro de Málaga, se acercó un señor a ofrecerles trabajo. La reacción no se hizo esperar: lo despidieron de allí con ofensas y burlas de todo tipo. Ni un indignado se interesó por el posible empleo. Ni uno preguntó. Ni uno le siguió.
En Málaga, el cabeza de lista de IU al Congreso de los Diputados es un indignado. En manifestaciones recientes de este colectivo, ya se han visto banderas republicanas. Sabemos algunas de sus inclinaciones, pero detecto otras carencias notables. No les he oído, sin embargo, indignarse por el fraude masivo de los ERES; por el “fondo de reptiles” que se ha quitado a los parados para entregarlo a los afines del PSOE; por el mal uso de las ayudas a los discapacitados; por la trama de corrupción más enorme de Andalucía. La indignación de los indignados parece controlada, diseñada, a la carta. Parece una indignación con dueño y señor.
Voy a pensar en estos asuntos. El primero es el más novedoso, sin lugar a dudas. Los otros dos ya se han convertido en habituales. No obstante, de los tres podemos sacar conclusiones certeras que tal vez nos ayuden en nuestra reflexión electoral. No os imagináis hasta qué punto lo deseo.
*Alcaldesa de Fuengirola y portavoz del PP en el Parlamento de Andalucía.