¿Le espera a Irán el mismo destino que a Irak?
De acuerdo a la evolución de la cuestión nuclear iraní, desde 2003, el Sexteto integrado por EEUU, Francia, Gran Bretaña, China, Rusia y Alemania y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA); reclaman de Irán, cesar las obras de enriquecimiento de uranio, toda vez que según ellos, tal labor amenaza al régimen de no proliferación nuclear. Las negociaciones sobre el problema aludido, fueron interrumpidas en 2009 cuando el OIEA aprobó una Resolución de condena a Irán por la construcción de una segunda planta de enriquecimiento de uranio en su territorio.
En contrapartida Teherán, se defendió, rechazando las acusaciones de EEUU y varios países occidentales de que intentaba desarrollar el arma nuclear, asegurando que su programa nuclear estaba orientado únicamente a satisfacer la demanda interna de energía. Con todo, debido a la negativa de Teherán de cumplir las exigencias de la comunidad internacional y aclarar algunos aspectos de su programa nuclear, incluido su supuesto componente militar, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó en junio de 2010 una cuarta Resolución sobre Irán, que esta ocasión estipulaba, recrudecer las sanciones impuestas al país centroasiático.
No satisfechos con tal decisión, los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), de forma unilateral, aprobaron aplicar a Irán, sanciones adicionales a las ya decididas por la organización mundial, que poco tienen que ver con el objetivo fundamental de impedir que Irán desarrolle la bomba atómica y más bien están dirigidas a afectar negativamente la economía de ese país, por cuanto congelan activos financieros de un grupo de personas y al menos 100 empresas iraníes además de la prohibición de viajar a sus países.
El escenario actual sobre la cuestión nuclear iraní, viene determinado por dos posiciones contrapuestas, así, por un lado los EEUU y algunos países occidentales, que sostienen que Irán viene desarrollando armas nucleares al amparo de un programa civil de energía atómica y por el otro la posición de la Federación de Rusia, que argumenta, que aunque no puede probar que el programa nuclear iraní sea exclusivamente pacífico, tampoco ningún Estado ha presentado pruebas fehacientes, de que Irán esté desarrollando armas nucleares. Más aún, según Serguei Lávrov. Ministro de Relaciones Exteriores de este país: “los datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tampoco demuestran que lo esté haciendo” (sic).
Arribamos en estas condiciones a la reunión de Estambul (Turquía), cuando entre el 21 y 22 de enero, funcionarios iraníes se reunieron con representantes de EEUU, Rusia, China, Francia, Inglaterra, Alemania, la Unión Europea y OIEA. En tales conversaciones el dialogo se atascó, ante la exigencia de Irán de que el Sexteto reconociese su derecho de enriquecer uranio y esté dispuesto a renunciar a las sanciones. Comoquiera que ello no se logró, Teherán manifestó su negativa a continuar el diálogo, hasta el cumplimiento de sus exigencias.
En contrapartida, la Unión Europea, Estados Unidos y OIEA replicaban, que el mensaje de Teherán en las negociaciones, no contenía nada nuevo y por tanto, no existía fundamento para convocar una nueva reunión. Ante tal disyuntiva, Rusia se pronunció por continuar el diálogo sobre la base de que era necesario “avanzar de forma gradual al encuentro” de la otra parte, lo que debía entenderse como de que “Irán ha de cumplir las exigencias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y del Consejo de Seguridad de la ONU pero, a un mismo tiempo, necesita ver la perspectiva que se le abriría en caso de cooperación cabal con el OIEA”.
Coherente con dicha postura, Moscú propone ahora relanzar el diálogo con Irán en base al principio de “acción a cambio de acción”. En otras palabras, las sanciones internacionales podrían suspenderse gradualmente, si Teherán autoriza el acceso de expertos del OIEA a los sitios y obras que quieran visitar. La iniciativa tiene como fundamento, dos componentes: la “reciprocidad y el carácter gradual”.
Haciéndose eco de la iniciativa rusa, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, a través de su portavoz, Victoria Nuland, elogió “el esfuerzo ruso de convencer a Irán de que es tiempo de cambiar de curso”. A su vez, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, de forma conciliadora afirmaba que su país no se proponía fabricar armas nucleares, pues inclusive “nuestra religión las prohíbe” (sic).
Luego de ocho meses de impasse, ante las exigencias a Teherán, por parte de la OIEA, de más trasparencia y colaboración y la decisión de este de instalar una nueva generación de centrifugadoras para enriquecer uranio al 20 por ciento; nuevamente, la posibilidad de que se abran las negociaciones, se vislumbran en el horizonte, sobre la base de la iniciativa de Rusia de que se siga un método “paso a paso”, bajo el cual la comunidad internacional haría concesiones limitadas a Irán por cada paso que dé a fin de exponer cuáles son sus intensiones nucleares.
*Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá.