20-N, comentarios de esperanza y temor
Quizá cuando ZP convocó las elecciones para un 20N en una de sus últimas maldades frívolas – ¡qué maldad nace siempre de la frivolidad!- el Presidente nefasto, en su pasión de logia, no tenía ni idea de que la fiesta de hoy, final del año litúrgico, era la de Cristo Rey.
Y es ésta una fiesta de mucha connotación política, precisamente. Es más, muchos cristianos –de uno u otro signo y con aciertos o errores- han querido inspirarse en todo el significado del día de Cristo Rey para desarrollar la siempre noble vocación de servicio al pueblo… El Papa, desde África, sintetizaba hoy su contenido, diciendo: “acostumbrados a ver los signos de la realeza en el éxito, la potencia, el dinero o el poder, tenemos dificultades para aceptar un rey así, un rey que se hace servidor de los más pequeños, de los más humildes, un rey cuyo trono es la cruz”.
¡Qué lección tan oportuna para una nueva política!Y ahora, entre tanta alegría, más que nada por acabar con la etapa zapatética, son imprescindibles unos comentarios. Ayer, la jornada de reflexión era ya sólo un símbolo de tantas cosas que necesitan cambiarse, pues en las redes el debate y las propuestas no cesaro.
A partir de hoy, toda la clase política debe reflexionar. Son muchas las reformas pendientes y, si no se hace verdad ése cambio del “súmate al cambio” de la campaña, quedará ése lema como uno de los engaños más notables de nuestro caduco sistema. Porque Mariano Rajoy –felicidades, ha arrasado y con alta participación, ojo- ha recibido un mandato clave de todos los verdaderos indignados de España: padres y madres de familia que trabajan o que han perdido su trabajo, que pagan elevados impuestos y que ven peligrar sus derechos por una gestión basada el despilfarro cuando no directamente en el robo; en fin, españoles que ven cómo se les roba la Nación, dando poder al enemigo, quebrando sus tradiciones y generando leyes contra el más elemental sentido común…Pero Rajoy, durante todo su mandato, deberá ser muy consciente de que no ganó por sus méritos, sino por el desastre causado por la peor etapa de nuestra historia reciente.
Porque los casi ocho años de Zapatero han supuesto la culminación de todo un proyecto trazado en oscuras reuniones para debilitar nuestra unidad interna y nuestra fuerza internacional y, además, el intento casi logrado de apartar al cristianismo de su íntima relación con España, como comunicó el propio Presidente a un conocido periodista en los inicios de su mandato… Y en fin, ya se puede comprobar lo que era el “efecto Rubalcaba”.
Rajoy ha ganado con una victoria enorme pero llena de advertencias: con tal mayoría absoluta no van a servir excusas si no se hace lo que hay que hacer. Es tan grave la situación económica, moral e institucional, que el nuevo Gobierno de Rajoy no puede traicionar las esperanzas de tantos españoles que sí saben lo que quieren. Pero mucho nos tememos -porque “esperar es temer” (Benavente)- que no se hagan las reformas que necesitamos: justicia, autonomías, educación además por supuesto de la economía.
Tememos que, por oscuros pactos con el adversario, no se reforme la Justicia o no se eliminen las eficientes cloacas de Interior; tememos que, por los mismos acuerdos con el resto de los partidos, se hagan recortes en lo más necesario para un pueblo arruinado mientras que no se abordan recortes donde más despilfarra la casta política y sindical. Tememos también que el PP se deje llevar por sus complejos y por las corrientes que siguen pensando que lo mejor que pueden hacer es parecerse a la izquierda, cometiéndose entonces los mismos errores que en la época de Aznar. Y tememos, en fin, que no se produzca la regeneración moral que necesita un país corrompido hasta sus más altas instituciones. Quizá, como decía hoy el sacerdote en su homilía: “¿Qué importa quién gane las elecciones, si eso no cuenta para la vida eterna?”, refiriéndose quizá a que los cambios profundos siempre empiezan por cada persona.
Me indigna la potente entrada del partido etarra –la peor herencia que nos deja el peor Presidente-, que además del poder que ya logró el 22M con Bildu, ahora entra en el Congreso con varios diputados. ¡Impresionante que un sistema quiera dar poder y dinero a sus más odiosos enemigos!
En cambio, nos alegramos del crecimiento de los partidos pequeños (Foro –los asturianos han votado PP en clave nacional- y UPyD –espectacular resultado del partido de Rosa Díez-), por cuanto reflejan que se pueden hacer cosas distintas al margen de los dos grandes partidos y para desmontar un bipartidismo dañino que muestra la “tiranía del consenso.” Esos partidos son claras advertencias para los dos grandes, porque surgen en todo el arco ideológico como diciendo: “ojo, aquí estamos, por si ustedes no lo hacen bien”.
Esto es patente sobretodo en el caso de la izquierda, porque el descalabro del PSOE hace que sea ya fuerte la alternativa de UPyD…Y nos alegramos sobretodo de que los nacionalismos separatistas –PNV y CiU han perdido mucho poder- no pinten nada en los próximos cuatro años porque no tendrán fuerza alguna para sus típicos chantajes…Mucha suerte a los nuevos representantes, esperemos que sepan servir siendo fieles a sus principios, a sus votantes y a la Nación que les otorga su poder, y esperemos que no se frustren las esperanzas de los millones de españoles que hoy están más contentos que ayer.
Sé que es mucho esperar, pero para cambiar las cosas, lo que más necesitamos es creer que se pueden cambiar. Y las cambiaremos. Seguiremos comentado las consecuencias de estos resultados en los próximos días.