¿Qué se cuece en el silencio de Rajoy?
Mucha paciencia están teniendo todos los que nos pedían apoyo para Mariano Rajoy, algunos con eso del mal menor; muchos con eso de que es la única forma de echar a Zapatero, poquitos porque nos iba a sacar de la crisis; la inmensa mayoría con ese cuento de “súmate al cambio…”.
Digo mucha paciencia, porque no parece que haya tanta prisa con el cambio. Y eso que la crisis empeora porque no será tan fácil corregir los males de tantos años. Y la bolsa termina una semana desastrosa. Y Rajoy sigue callado. Decían muchos expertos -¿lo son?- que Rajoy nombraría ministro de economía al día siguiente de las elecciones. Nada. Y tampoco se crean que era la clave. El propio Aznar reconoció ayer en 13 Tv que “esta crisis no es sólo económica, sino que es institucional y por falta de valores.” Eso de los valores se dice para no decir que se ha acabado con la decencia moral.
No me parece mal que Aznar reconozca la profunda y grave crisis que tenemos, en la que la economía es sólo la parte que más fastidia a un mundo materialista. Pero le faltó al ex-presidente centrar el asunto y reconocer algunos de sus errores, sobretodo cuando su mayoría absoluta, aunque fuera solo por avisar a Rajoy de que sus 186 escaños no le permitirán no hacer lo que España necesita y lo que los españoles pedimos: que dejen de robar, que defiendan la Nación, que no se pacte y financie ni al separatismo ni al terrorismo, que se reforme el Estado y la ley electoral, además de que de una vez, se corrijan normas que fomentan la ruina moral como la del aborto o la memoria histórica por ejemplo.
Pero ya son muchos días en que Mariano permanece callado. Si quizá la semana antes de las elecciones había cierta inquietud por lo que podría pasar teniendo como candidato Rubalcaba, en esta semana de después, el silencio de Rajoy es mucho más peligroso porque el Gobierno que debe dejar el poder aprovecha estos días para hacer de las suyas: repartir subvenciones, colocar como traidores a sus mejores amigos, intentos de influir en el nuevo Ejecutivo y organizar los preparativos para fastidiar desde la oposición.
Y es que en esta partitocracia de partidos sin democracia interna –uno de los sistemas más opuestos a la democracia porque el poder no lo tiene el pueblo sino la organizada casta política- todo es apariencia, todo es pacto, todo es reunión en reservado o en acuerdo dentro de un consenso secreto. Por eso el ciudadano no comprende que Rajoy solo se haya movido esta semana para ver a ZP en secreto. Tampoco que semanas antes de las elecciones ZP se tomara un café con Aznar en la Moncloa sin que se comentara demasiado. Y no sabemos qué pasa con cierta pelea en el PP de Madrid ni mucho menos de qué va la pelea interna de los socialistas. Los políticos nos piden confianza en un sistema que ellos controlan en secreto y que no nos explican.
En fin, que no sabemos lo que se cuece en el silencio de Rajoy, aunque me temo que nada bueno porque todo se parece, sorprendentemente, a la amarga victoria de Aznar de 1996 en que estuvo apunto de cumplirse el plazo límite para formar Gobierno hasta que le colocaron a Serra en Defensa. ¿Quién y a quién quieren meter en el nuevo Gobierno del PP? Es más, ¿será un Gobierno del PP realmente? Por eso me quedo con lo que dijo Federico Jiménez Losantos hace un par de días en su ‘Es La Mañan: “Sabremos de qué va Rajoy cuando nombre a sus ministros”.