Curiosidades de la historia: Portugal y la guerra anglo-boer
Toda una curiosa aventura, pues, constituye este tema histórico tan desconocido como apasionante, que será tratado por nos a través del libro “Portugal e a Guerra Anglo-Boer. Política Externa e Opinião Pública (1899-1902)”, con prefacio de José Medeiros Ferreira. Es de Edições Cosmos (Edición apoyada por el Instituto Camões). La autoría del manual corresponde a Fernando Costa, historiador natural de Lobito (Angola), profesor de la “Universidade Nova” de Lisboa.
Fue un libro que adquirimos contrarreembolso a través de la Librería Letra Livre, por recomendación de un buen amigo portugués. En España muy poco se sabe sobre la expansión ultramarina portuguesa, y me da que en Portugal sucede tres cuartos de lo mismo para con España. Españoles y lusos –y sus respectivos descendientes- nos hemos dado la espalda en muchos aspectos de la vida y ha sido un gran error, pues, que nosotros, en nuestro modesto prurito, intentaremos subsanar como podamos, por más quijotesco que parezca el asunto.
Al hincar el diente a un libro con una documentación soberbia y un verbo candente, a nuestro entender destacaríamos algunas bases lineales y maestras de esta obra:
La extrema dificultad de Portugal en el África Oriental/Meridional, basada en varios factores:
1)- La deuda con Inglaterra y la intromisión y avidez de Alemania, a la que Inglaterra quería frenar jugando a su “monopoly” particular a costa de Portugal.
El acuerdo anglo-germánico de 1898. ¿Ayudaba realmente Inglaterra a Portugal? Pues va a ser que Inglaterra utilizaba a Portugal como “potencia comodín necesaria” y usando su territorio para sus diversos tejemanejes. En todo caso Albión le puso una soga al cuello y siguió en su conveniencia. Soga al cuello que se demostró desde Goa al África en la segunda mitad del siglo XX.
2)- El comercio fluido con Transvaal y Orange, basado en cuestiones como la construcción de ferrocarril, la salida de productos a través del puerto mozambiqueño de Lourenço Marques, y la necesidad de los boers de la mano de obra negra de territorio luso.
3)- Hacia lo “legal/burocrático” entre los “secretos” de los tratados anteriores con Inglaterra, el ultimátum inglés contra Portugal y el “Modus Vivendi” con los afrikáners.
Por tanto, en la historiografía diplomática vemos el enorme quilombo en el que se halla Portugal, por un lado, con fluidos comercios con las repúblicas afrikáners, por otro lado, la “vieja alianza” con Gran Bretaña, la deuda, las presiones, las trifulcas parlamentarias, Salisbury, Cecil Rhodes….
Volviendo a nuestro autor, otra de las cosas muy interesantes que nos expone es el trabajo periodístico acerca de tan compleja tesitura. En la mayoría de la prensa, ya fuera afín al Partido Regenerador, al Partido Progresista, al Partido Republicano, o incluso al legitimismo (El diario “A Nação”, miguelista, homólogo portugués del carlismo español) o a otros diarios católicos “independientes”, en general la opinión fue bastante “pro-boer” por así decirlo, aun desde ópticas distintas. “O Século”, “Aliança”, “O Progresso”, “O Portuguez”, “A Lucta”, “O Dia”, “O Primeiro de Janeiro”, etc., van a intentar influenciar en sus distintos ámbitos sobre la cuestión; tanto que a la diplomacia británica exasperó mucho la influencia (Limitada realmente) que estaban ejerciendo contra el imperialismo anglosajón. Realmente las relaciones de los portugueses con los boers nunca fueron fáciles. Se basaron más en “intereses creados” que en otras cosas. El portugués, católico y monárquico, el boer, calvinista y republicano, con litigios fronterizos cuasi permanentes… El boer necesitando de mano de obra mozambiqueña, el portugués, de mercadurías portuarias. El boer, cuando le parecía, sublevaba a los indígenas contra el poder lusitano. Entraba y salía como quería debido a la poca presencia militar. Una historia de relaciones difíciles sin duda, ante un eje común, que fue la Gran Bretaña, “árbitro máximo” de mentalidad cartaginesa, soñando con crear una especie de “Estados Unidos del África Austral”.
En muchas ocasiones, como de costumbre, la prensa no fue demasiado realista ni demasiado objetiva.
Ya alejándonos de la “cuestión periodística”, hay “anécdotas” importantes y muy poco conocidas como la profusión de refugiados sudafricanos en Mozambique, que Portugal, por seguridad, fue enviando a la península, especialmente a Peniche y Sagres, desconociendo un servidor si por aquellas zonas quedan descendientes de afrikáners.
¿Y qué fue del tesoro de Kruger, nunca aparecido, con Transvaal y Orange desamparados ante su economía más o menos sencilla de minería, comercio, agricultura y ganadería, sin salidas reales al mar sólo dependiendo del flujo portucalense? Aquí se deja caer.
¿Fue Portugal neutral en la Guerra de los Boers? Más o menos lo intentó. Tuvo que dejar pasar tropas inglesas por Mozambique, lo cual obligaba a las protestas afrikáners, que sin embargo, tampoco podían meterse en guerra abierta con Portugal. Oficialmente fue una especie de “neutralidad pero de apoyo al británico”; entendiendo que sólo la alianza con el Reino Unido podría salvaguardar las posesiones africanas, presa de la ambición de las distintas potencias que se iban expandiendo. Empero, el tiempo demostró la falsedad de esta alianza.
El destino de portugueses y españoles, y tal vez por extensión al de todo el mundo hispánico (en el cual inscribía António Sardinha a la gran familia lusitana, con propia rúbrica por supuesto) ha sido paralelamente desgraciado. Leyendo “Portugal Contemporáneo” de Oliveira Martins, y leyenda obras como ésta que acá comentamos para “escudarnos” en una temática, y también por supuesto conociendo las distintas realidades, es como aprenderemos de los errores. Empero, parece que no, que es al contrario y que nos empeñamos en tropezar en la misma piedra, aquella que gasta consignitas tan huecas como estériles.
Todavía los portugueses no reconocen que fueron históricamente usados por Londres. Llegando los ingleses a usar el término que buscaban portugalizar a España. Los anglófilos más rabiosos han sido de origen portugués como aquél ideólogo de la supremacía racial Anglosajona un perfecto enajenado que se avergonzaba de su origen latino. Igual se encuentran entre los descendientes portugueses en Brasil el amor a Inglaterra y el odio a España. De España ni viento ni buen casamiento. No quieren nada de España excepto acceso a servicios médicos. Tampoco un tren bala que podría ser usado para transportar tropas invasoras de castellanos.
No diga usted tanta tontería. Es verdad, que en Portugal siempre hubo desconfianza hacia España. Pero es algo que va desapareciendo especialmente desde que se han abierto las fronteras. Los portugueses admiran ciertas costumbres inglesas (su puntualidad, el idioma, etc) pero también tienen perfecta noción que siempre la jugaron a Portugal (para vergüenza de los portugueses). Especialmente con el mapa rosa donde robaron territorio portugués en aquel entonces. Y cuanto al tren de alta velocidad, no es rentable para un país tan pequeño y con una economía tan pobre como la portuguesa.