¿Quién puede celebrar esta Constitución?
Entiendo que haya muchos que, espantados por la situación nacional, se consuelen pensando que si al menos se cumpliera la Constitución de 1978, se conformarían. Es decir, entiendo a los que creen que, tal y como están las cosas, la Constitución –si se cumpliera- sería más que suficiente para mejorar. Les entiendo. Pero se equivocan. Y lo siento. Preferiría equivocarme yo.
Lo diremos claramente: la Constitución de 1978 se hizo precisamente para que no se cumpliera de manera que, los que la impusieron, lograran sus efectos: la disolución de España por la ruina del despilfarro y por exceso de fomento de separatismo.
Muchos creen que –como si fuéramos de otra época- atacamos el sistema actual porque somos nostálgicos imposibles –por no vivirla- de otra época que ya parece mejor que ésta, viendo como estamos. No es así. Eso queda para el terreno de la Historia, en el cual me siento muy cómodo, porque la estudio y la tengo en la familia: mi abuelo avisó de esto cuando todo el mundo se hacía constitucional de toda la vida y antifranquista de siempre.
Pero no hablamos hoy de Historia, aunque siempre sea necesaria para mejorar el presente y afianzar un futuro mejor. Hoy hablamos de cómo estamos. Y estamos como estamos. Y atacamos al sistema precisamente desde una mentalidad más que democrática: porque aquí no hay democracia, hay una terrible partitocracia que es una de las peores tiranías, por ser la más engañosa… Así se ha contaminado –en mayor o menor medida- toda la sociedad y sus instituciones: Justicia, Iglesia, Ejército, Parlamento y Monarquía con la corrupción de los omnipotentes partidos, verdaderas sectas que alienan la verdad del zoon politikon.
Tan es así, que este paraguas legal nacido de una oscura Transición que ya se empieza a revisar sin caer en los tópicos inoculados, ha permitido todo tipo de escándalos: indultos a demostrados delincuentes, terrorismo de Estado, colaboraciones con banda armada, todo tipo de corrupción, un autogolpe de Estado interno para sostenerse, desmanes morales como el aborto y la rapidísima disolución nacional cometiendo el absurdo de financiar y engordar un separatismo odioso. ¿Qué se celebra hoy, sino un éxito de logia?
Es más, lanzo mi propia profecía. Veremos que con la Constitución de 1978 va a pasar lo mismo que con el franquismo: los que más se aprovecharon del régimen más lo atacaron cuando tuvieron que cambiar de sistema para mantener sus privilegios. Porque todo son dramas inconmensurables que quedan reflejados en todo un símbolo de una etapa histórica: un golpe de régimen –más bien el culmen de la autoliquidación- como el que se produjo el 11 de marzo de 2004.
Por eso advertía hace pocos días Jaime Mayor Oreja –de nuevo se cumplirá su profecía-: “que lo peor está por venir”. Efectivamente, ojo a las presiones externas e internas –las de siempre, las de los enemigos de España- sobre el nuevo gobierno del PP para que acepte el proceso que conlleva terribles objetivos: que España desaparezca como Nación cumpliendo un proyecto que llevarán a cabo quienes menos lo esperamos. Así ha sido siempre. Entonces, llegará la reacción. Eso sí lo celebraremos.