Por qué no debe autorizarse una gran mezquita
Libertad Balear.- El colectivo musulmán residente en Mallorca- nada menos, por lo visto, 45.000 personas- aspiran y exigen que se creen cementerios específicos para ellos y, especialmente, que se autorice la erección de una Gran Mezquita. No debe aceptarse esta pretensión por múltiples, obvios y razonables criterios, que van desde lo jurídico a lo cultural y moral. Comencemos con la primera razón: el principio de reciprocidad.
La reciprocidad es una de las piedras angulares del Derecho Internacional que deriva del “principio de soberanía” de un Estado, de cualquier Estado. Es un principio que viene de lejos en las relaciones internacionales y que puede sintetizarse a la llana: yo te aplico a ti la ley que tu me aplicas en tu país. Cuando en el mundo musulmán se persigue, por ejemplo, a los cristianos, prohibiendo y, con frecuencia, persiguiendo- con masacres incluidas- el culto cristiano en estos países constituiría un sarcasmo y un burla de este principio de reciprocidad que, por lo demás, impregna, literalmente para que no haya dudas, buena parte del articulado de la Constitución española, comenzando por la extradición y acabando por el derecho de sufragio a los extranjeros residentes en España.
A mayor abundamiento, el mundo musulmán considera “infieles” a los que no son musulmanes, siendo lo más grave que la inmensa mayoría islamista ha interiorizado la sharía, este “código de conducta” canónico cuya vigencia y aplicación práctica no es, desde luego, ninguna broma. Aquí se podrán erigir grandes mezquitas el día que se puedan erigir grandes catedrales en el mundo islámico. Por desgracia, el mundo islámico actual no tiene nada que ver con la idealizada, por Américo Castro, “España de las tres culturas”. Hoy, todos los sabios árabes españoles que transmitieron a Occidente toda la sabiduría griega serían reputados como “herejes”
Pero, lo importante, no son sólo estas normas de reciprocidad que rigen en los países civilizados, sino otros aspectos culturales y morales que, concreta y específicamente, en los residentes musulmanes, chocan frontalmente con los principios, valores, derechos y libertades de las sociedades de acogida, la balear entre otras. Es viejo, ante la inmigración, el debate entre el multiculturalismo y el asimilismo, debate que sólo se produce en las sociedades tolerantes occidentales- jamás en las sociedades islámicas- cuyo “buenismo” lleva a considerar al inmigrante musulmán, su cultura, sus principios y sus valores, en términos etnológicos, es decir, la consideración del inmigrante en función de lo patrones de sus culturas de origen.
Esta tolerante contemplación de la “diferencia” del inmigrante islámico provoca unos conflictos sencillamente- al menos por ahora- irresolubles. Y es que el “multiculturalismo” resulta intolerable cuando choca frontalmente con los principios y valores occidentales, constitucionalmente fijados, y que son de obligado respeto y práctica por todos los residentes en territorio español, incluidos, por supuesto y muy especialmente, los residentes musulmanes. No hace falta advertir que mientras la violencia de género que practican, aquí y ahora, los musulmanes respecto de la mujer constituyen una flagrante violación de las leyes españolas que, obviamente, quieren consolidar y seguir practicando las mezquitas, madrassas y demás instrumentos del comisariado de la virtud musulmana. ¿Grandes mezquitas? Francamente, no, gracias.
Contestando al titular diré que porque las normas tienen que estar al servicio de los pueblos y no del relativismo introducido por la masonería para que consideremos que todo es lo mismo.