Hoy Siria, mañana Irán… ¿cuál será el siguiente?
La organización internacional de derechos humanos, Human Rights Watch, publicó un Informe sobre la situación de los derechos humanos en diversas regiones del mundo. Gran parte del mismo trata sobre Siria. Para los defensores de los derechos humanos, la situación en dicho país llegó a un punto sin retorno, que obliga a la intervención del Consejo de Seguridad de la ONU. El informe critica al gobierno sirio y sobre todo a su Presidente Bashar al Assad.
De acuerdo a la información que maneja Human Rights Watch, la jefatura del ejército sirio dio órdenes de disparar contra los participantes de las acciones de protesta y torturar los detenidos. Dicho informe se fundamenta en el testimonio de más de 60 desertores del ejército de ese país y de los servicios de inteligencia, al tiempo que contiene los nombres de 74 militares, acusados de participar directamente en crímenes de lesa humanidad. En virtud de lo anterior, Human Rights Watch se dirigió a la Federacion de Rusia, solicitándole, no bloquear la “acción del Consejo de Seguridad, de congelar los suministros militares a Damasco y condenar las violaciones sistemáticas de los derechos humanos de las autoridades sirias”.
Con todo, el Informe en cuestión, prácticamente repite al pie de la letra, las declaraciones de los dirigentes occidentales con respecto a la situación en Siria. Según algunos analistas internacionales, Occidente, así como sus organizaciones internacionales de derechos humanos, ha puesto en marcha una campaña de desinformación contra los dirigentes sirios, orientada a preparar de antemano a la opinión pública mundial, a objeto de que asimile una intervención militar extranjera en dicho país. De acuerdo a dicha versión, una de las variantes de esta modalidad de intervención, es la inclusión de algunos Estados, miembros de la Liga de Estados Árabes, en el ordenamiento de la situación siria.
Por otro lado, en lo que respecta al vecino Israel, en declaraciones dadas el 11 diciembre de 2011, en una conferencia política internacional en Viena, su Ministro de Defensa, Ehud Barak, espetó que “el derrocamiento de al-Assad de Siria sería una bendición para el pueblo sirio y el Cercano y Medio Oriente”. Barak, por supuesto, no cuenta con un oráculo y es discutible que su punto de vista, determine si es o no conveniente para los sirios, la salida de la “dinastía de los Assad”; por lo que desde otro ángulo más incisivo de interpretación de un cambio de poder en Siria para la dirigencia militar israelí, esta admite que es difícil predecir cómo se desarrollaría la situación política interna en Siria, en un caso como ese, sin embargo, lo que sí se puede asegurar, es que una variación de régimen en tal país, le asesaría un golpe mortal al eje Irán- Hezbolá.
Es interesante advertir que no es sino hasta ahora, que influyentes políticos israelíes han empezado activamente a verter comentarios sobre los acontecimientos sirios; ya que anteriormente, se privaban de divulgar públicamente sus opiniones. Incluso el jefe del gobierno israelí prefiere no hablar públicamente sobre el tema. La situación en la actualidad sin embargo, los está llevando realizar, hasta “proyecciones”.
Con todo, es imperativo reconocer que la situación política interna de Siria, se continúa desarrollando en el marco de un trágico escenario. Las fuerzas del gobierno se enfrentan no sólo a civiles pacíficos descontentos con su situación social y económica; sino que ahora encaran la actividad militar del denominado: “Ejército Libre de Siria” (ELS), cuyo número crece a diario, debido a las deserciones que se producen en las fuerzas regulares.
Información procedente de Siria revela una creciente actividad de combatientes del ELS, que incluye ataques contra guarniciones y columnas militares, cuarteles del ejército y sectores de comando. Sin lugar a dudas, de hecho ya se advierte una intervención solapada sobre ruedas. De acuerdo a lo revelado por oficiales desertores, el suministro de material militar contra el ejército sirio, se lleva a cabo desde Jordania, Líbano y Turquía. Tal vez Siria sea el último país, donde el régimen lucha con todas sus fuerzas para mantenerse en el poder.
Además, hoy por hoy, es el único Estado en el mundo árabe, que constituye un peligro real para Israel, particularmente la alianza estratégica entre Siria, Irán y la organización militar-religiosa libanesa, “Hezbolá”, la cual indiscutiblemente sería destruida en caso de producirse la caída de Assad. En la actualidad este vínculo, en gran medida ya está debilitado, habida cuenta de que el gobierno sirio se mantiene ocupado en la solución de sus problemas internos.
Por su parte, Teherán está seriamente preocupado en relación al desarrollo de los acontecimientos en Siria, ya que es consciente de que la amenaza israelí, se mantendrá in crescendo, debido al apoyo que en la coyuntura, recibe de los Estados Unidos, Europa Occidental y sus aliados en la región. Es evidente que los iraníes están haciendo todo lo posible, para que un ataque a sus instalaciones industriales y militares no los tome de sorpresa; además de que su respuesta afecte los intereses vitales, precisamente de aquellos Estados vecinos, que se presten para realizar acciones contra ellos.
Con respecto a otros Estados árabes, los mismos, más que nunca en su historia reciente, se encuentran divididos. En algunos de ellos se produjo la denominada: “revolución democrática” y sus dirigentes están preocupados por “curar las heridas”, a fin de preservar la estabilidad interna y la seguridad. Por su parte, en las monarquías petroleras y otros regímenes similares, se ha venido cultivando el descontento social y político que amenaza con hacer crisis, por lo que ahora, sus gobiernos, supuestamente abogan por la defensa de la “democracia” y “el respeto de los derechos humanos”, valores estos, que nunca veneraron, pero que su defensa actualmente, es la única salida para evitar convulsiones en sus naciones.
Esta nueva postura viene prohijada desde Occidente y pasa por la formalización legal de la presencia militar estadounidense en estos países.
*Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá.