Jordi Contreras.- Ya hemos visto en estos últimos tiempos como las democracias europeas más que reales son una ficción. La verdadera faz de la finanza internacional ya ha enseñado sus intenciones usurpando los poderes políticos soberanos de Europa (Italia y Grecia). La finanza ya no actúa con sigilo y opacidad a través de sus organizaciones grises como la Comisión trilateral, Bildelberg, club de Roma, foro de Davos, Consejo de relaciones exteriores, sino que directamente actúan sin máscara sobre Europa e imponen a los técnicos que ellos desean.

Personas que nadie ha elegido, ¡oh sí! perdón, la nobleza financiera: la plutocracia y su voluntad de imponer el gobierno mundial. Entonces, ¿dónde queda el poder del voto popular?, ¿dónde queda la soberanía política de los pueblos?

Como decía Ernst Jünger en su obra ‘La emboscadura’ (1951), el poder se ha desplazado de la estructura política de los estados nacionales a los mercados financieros. La finanza domina jerárquicamente a la política: quien tiene el dinero manda, quien lo recibe obedece. Vislumbrando semejante abismo hacia la esclavitud, si de verdad queremos una democracia para los pueblos de Europa, deberemos rechazar y superar la globalización y el neoliberalismo ideológico en que se sustenta.

Reconquistar nuestra soberanía e implantar una nueva comunidad popular y nacional es indispensable para poder decidir el destino político, económico y cultural de las personas. Por tanto, es necesario tener claro este concepto si queremos plantar cara y ganar la partida al poder del dinero, que nos impone además, el arte basura, el materialismo egoísta y consumista como ética, el multiculturalismo etc. Todos estos elementos, se quiera o no, están destruyendo a nuestro pueblo.

Aun así, debemos observar que el dinero, como sumo sacerdote del capitalismo democrático, se erige como una mercancía imprescindible, monopolizada por unas pocas firmas o familias financieras internacionales, que especulan con él, haciéndolo escaso e inasequible.

Con este funcionamiento del dinero el resultado es que la finanza acaba oprimiendo tanto a empresarios como a trabajadores, siendo ésta la que crea las condiciones especulativas y avariciosas que después se trasladan en forma de tensiones a las empresas causando de forma irracional el paro, la destrucción del tejido productivo y la miseria.

Por consiguiente, el crédito y la función de creación de dinero debe estar en manos del estado: el dinero al servicio de las empresas y las familias, es decir, el dinero no es un fin en sí mismo, sino un medio. Así, se elimina la arbitrariedad del poder de la finanza privada de dirigir el crédito hacia donde le conviene a sus intereses e impidiendo el chantaje y el dominio sobre las empresas y al mismo estado.

Conociendo todo este entramado inmoral, Plataforma per Catalunya (PxC) luchará por el establecimiento de una verdadera democracia de las personas libre del poder del dinero. Por otro lado, una nueva ética que someta la economía al servicio de la comunidad nacional y la ponga a aquélla en su sitio, como medio para la conservación de los pueblos. Y por último, devolver a la tradición a nuestros pueblos como forma de obtener la salud espiritual en Comunidades de pertenencia y no en infiernos cosmopolitas engendrados por la globalización en su empeño por erosionar étnicamente a las naciones, sus fronteras, su identidad y su cultura e independencia política. Como conclusión: hay que tener claro que el principal enemigo de los pueblos es Mammon, la finanza internacional.

*Responsable de acción política de Plataforma per Catalunya (PxC) de Tarrasa.