El camino a la autocracia
En un artículo anterior hablábamos de Ángel Sanz Briz, el ángel de Budapest, y su personal epopeya en la que, con ayuda de Giorgio Perlasca y todo el personal de la embajada española en la cuidad, salvó de una muerte segura a 5200 judíos húngaros al final de la segunda guerra mundial. Ahora, a la distancia, aquellos hechos nos parecen lejanos, como una pesadilla atroz cuyo borroso recuerdo nos hace pensar que el hombre nunca más podría volver a cometer el mismo error.
Sin embargo una experiencia piloto en una escuela americana, con dramáticas consecuencias, puso de relieve que si se dieran nuevamente las condiciones previas a la segunda guerra mundial en Alemania se podría fácilmente volver a un estado autocrático, en otras palabras, a una dictadura.
La base es un descontento social, un empobrecimiento económico, un enemigo real o imaginario (para ello se crea un chivo expiatorio), un liderazgo demagógico, un aparato propagandístico y la ilusión de que la nueva situación política solucionará todos los problemas del pueblo.
Ron Jones, profesor de un instituto de Palo Alto tuvo una idea. Corría el año 1967 y decidió hacer un experimento con sus alumnos a los cuales propuso un ejercicio novedoso, crear las condiciones básicas para instaurar un régimen dictatorial. Durante el proceso confió a su mujer que los chavales aprendían muy rápido. Había descubierto una estupenda manera de enseñar, confesó, pero las consecuencias fueron terribles para todos. Después de una semana el experimento terminó de forma trágica. Dennis Gansel dirigió la película “La ola” basada en el libro original que cuenta esta historia y que recomiendo vivamente.
Lo que podemos aprender de todo esto es que, dadas las condiciones adecuadas, la autocracia podría repetirse en cualquier parte del mundo. De hecho hay claros ejemplos actuales. Corea del Norte es quizás el paradigma de la dictadura que ejerce una dura represión con el fin de retener el poder.
¿Y en España, podría suceder algo así? En efecto, no estamos a salvo, y sería bueno que prestáramos atención a los signos premonitorios que suelen ser precoces y ya pueden observarse. El descontento popular salió a la calle el 15M, el descrédito de los políticos empieza por el fracaso del gobierno saliente y el incumplimiento de las promesas electorales del gobierno entrante son evidentes (la promesa en campaña de no subir los impuestos se saldó con la subida del IVA a los pocos días de tomar posesión), y aún hay más. El garante del sistema democrático es la justicia, su actuación debería ser intachable. Pero su politización (los órganos de gobierno son designados por pactos entre partidos), sus frecuentes errores (la presión sobre los jueces los lleva a resolver a veces demasiado deprisa) y su retraso imperdonable (Séneca decía: Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía) la deja desnuda ante la ciudadanía; la desconfianza en su funcionamiento y la percepción de que nos encontramos indefensos es, lamentablemente, muy extendida.
Ante las medidas de ajuste por la crisis económica las perspectivas no pueden ser peores, pero confío en que prime la cordura y se corrijan los errores cometidos y se restituya la confianza en las instituciones públicas, imprescindible para la estabilidad de la democracia, tal y como la conocemos.
Vaya articulistas que teneis, parecen sacados de libertad digital. Este con la demagogía del holocausto y sus “verdades omnipotentes” bajo pena de carcel solo por opinar ¿Democracia y libertad? JA. por cierto, un autocratismo no tiene que ser peor para el bien común que una putrida democracia como hay en caso todo occidente (plutocracias realmente). Aquí el ejemplo lo tuvimos con Franco que salvo en algunas cuestiones, habia más libertad REAL y justicia social que ahora. Nota del moderador: No juzgue usted tan a la ligera. Primero porque son nuestros articulistas. Y en segundo lugar porque el señor del que… Leer más »
Totalmente de acuerdo, Jorge. Por cierto, he visto la película “La ola”. Muy ilustrativa de lo que cuentas. Ahora bien, ya tenemos otra dictadura, que pasa por ser democracia ( aunque cada vez hay más gente desengañada ). Si bien no es tan dura como las de Hitler o la de Corea del Norte. En cualquier caso, hay que creer siempre que otro modelo, mejor que éste, es posible. No hay que perder la esperanza. José Antonio Braojos