Esperanza e ilusión para una Europa en crisis
Europa está en crisis económica. Europa está en crisis social. Europa está en crisis demográfica. Europa está en crisis moral y de valores. Es la crisis de la globalización y de la invasión migratoria, es la crisis del paro y de las política de recortes, que en realidad son las política de la ruina, es la crisis provocada por una casta política sin escrúpulos, ignorante e inepta y una clase financiera ruin, explotadora y…
Es la crisis del paro y de la invasión demográfica, es la crisis de las políticas de recortes, es la crisis de la corrupción permanente y generalizada, es la crisis de la falta de confianza de unas instituciones que viven de espaldas a la gente y de cara a sus respectivos bolsillos. Es, en definitiva, la crisis de un modelo socio-económico y político que ha entrado en fase terminal, aunque mucho nos tememos que su agonía vaya a ser larga y dolorosa.
Como se sabe en chino las letras no representa sólo sonidos, sino idea, es decir son ideogramas. Y precisamente el ideograma que representa la crisis es el mismo que representa el concepto de oportunidad. La crisis –como catársis- es la fase final de una coyuntura que necesariamente tiende a la descomposición y a su sustitución por un nuevo paradigma –en este caso político- más adecuado con la realidad.
Pues bien, esa “oportunidad” y ese cambio de paradigma, esa esperanza para los que ya no tienen esperanzas, esa posibilidad que tiene Europa de salir de su decadencia y recuperar la fuerza y el vigor de nuestra civilización y de nuestros pueblos, son hoy los partidos identitarios que crecen de forma exponencial en simpatías y adhesiones en toda Europa, especialmente entre los más afectados por esta brutal crisis y sus dramáticas consecuencias.
No es casualidad que al mismo tiempo que nuestros amigos del FPÖ se sitúen como primer partido austriaco en todas las encuestas, las proyecciones de voto sitúen a Marine Le Pen en el segundo turno de las elecciones presidenciales –algo que está inquietando al sistema de lo políticamente correcto- mientras que en Italia, la Lega Nord se opone con fuerza –con la enorme fuerza que le da el masivo apoyo de los trabajadores norditalianos- al saqueo y al expolio que está llevando a cabo Mario Monti y su sombrío gobierno. Lo mismo pasa en Flandes, en las ciudades industriales del Reino Unido, en Hungría –todo un ejemplo de dignidad frente a la tiranía de la alta finanza- en una Suecia donde el estado del bienestar se cae a pedazos por culpa de los inmigrantes y en todos los rincones de Europa donde aún queda dignidad y fuerza para resistir.
Cataluña es Europa, y también aquí hay resistencia y oposición a las amenazas sobre los pueblos europeos. Aquí la resistencia identitaria tiene un nombre, Plataforma per Catalunya, nuestro mensaje está llegando, nuestra presencia en las instituciones ya es un hecho, y tendrá mucho mayor impacto en los próximos años. Pero Plataforma per Catalunya, como el resto de partidos identitarios, somos conscientes de que lo que nos jugamos es el ser o no ser de Europa, por eso desde hace años hemos estado presente y participado con interés en todos los procesos de coordinación y alianzas entre formaciones identatarias europeas.
Los acontecimientos de los últimos meses, -con su punto álgido en el Baile de las Corporaciones de Estudiantes celebrado recientemente en Viena y contra el que los “tolerantes” de siempre han lanzado todo su odio- ponen en evidencia que esta necesidad de alianzas identitarias europeas es entendida y promocionada por sus principales representantes. Ellos saben que Plataforma per Catalunya –así como el proyecto a nivel estatal que pronto presentaremos- está en primera fila de esa necesaria vanguardia identitaria europea.
*Presidente de Plataforma per Catalunya (PxC) y concejal en Vic.