Por si alguien no lo sabe, el cardenal Jean-Louis Tauran es uno de esos colaboracionistas proislámicos, de los que parece que han invertido su vida en el empeño de conseguir la destrucción de nuestra cultura y de la Iglesia, a la que, a título pura, exclusiva y estrictamente personal, pienso que representa de una manera, cuanto menos, indigna.

Como muchos otros colaboracionistas que se mueven sea por odio a occidente o sea por simple estupidez, no parece ser consciente de que para el islam, la actitud dialogante es tomada por debilidad; la palabrería vacía y llena de tópicos al más puro estilo progre, por rendición; el pro-islamismo, por servil entrega. No lo he dicho yo: lo han dicho ellos en numerosas ocasiones alto y claro, como suelen decir siempre las cosas. El problema es que nosotros seguimos creyendo que todo el planeta entiende por diálogo, por tolerancia, por paz, o por solidaridad, lo mismo que ponemos nosotros detrás de esos conceptos.

El cardenal Jean-Louis Tauran ha enviado un mensaje al Servicio Nacional Francés de Relaciones con el Islam (SRI), y en especial a los casi 80 participantes – de más de 50 diócesis – del encuentro nacional de delegados diocesanos para las relaciones con los musulmanes, que se celebró en París, en el Seminario misionero de Chevilly-Larue, durante los días 27 a 29 de este mes.

Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, ha enviado a los participantes un mensaje personal de “reconocimiento” y “solidaridad”, que fue leído en la inauguración del encuentro.

“Reconocimiento, en primer lugar, subraya el cardenal, por el tiempo dedicado al diálogo interreligioso, con la única ambición de progresar en la confianza mutua y en la eliminación de los prejuicios que debilitan a menudo la calidad de nuestras encuentros”.

“A veces las intenciones se mal interpretan, o los esfuerzos de muchos años se ven amenazados por acontecimientos imprevistos o juicios apresurados que pueden generar sensación de fatiga o de desánimo. Sabemos que no estamos solos! Estamos en las manos de Dios. La Iglesia que os envía os equipa para el camino: la Eucaristía y el ejemplo de tantos “testigos” de ayer y de hoy. Recordad las palabras de nuestro Papa Benedicto XVI en Asís en octubre, “vivió la orientación del hombre hacia Dios, en justicia, es una fuerza de paz!”.

“Es importante que en un mundo pluralista y precario como el nuestro, los ciudadanos pueden constatar que el diálogo interreligioso es una riqueza en las sociedades humanas: los creyentes que, respetando sus diferencias son capaces de escuchar, de apreciar lo que hay de bueno y de bello en el otro son los profetas de la esperanza “, escribió el cardenal Tauran, quien dijo: ‘Ellos dicen que es posible vivir juntos, porque la persona es mucho más que lo que muestra o produce'”.

Durante esta sesión, que se celebra cada dos años, los participantes podrán reflexionar sobre dos aspectos principales. En primer lugar, la pregunta: “Islam, los musulmanes en los medios de comunicación: que recordar, qué transmitir? Y después, la pregunta de “relaciones entre cristianos y musulmanes en la Francia de hoy. “

Quizá el cardenal no sepa que en Arabia Saudí ayer fueron detenidos varios cristianos por rezar ¡EN SUS PROPIAS CASAS!. Quizá tampoco sepa que esos cristianos detenidos han sido calificados de “animales”. Y que eso sucede en un país cuyo rey, en un magistral ejercicio de taqiyya (que sólo engaña a bobos, pero debe haber muchos bobos en Occidente), se dedica a crear centros para fomentar el diálogo interreligioso en Occidente, donde realmente NO HACE FALTA.

Quizá el cardenal no sepa que el islam no tiene otra meta que extenderse y aniquilar a los cristianos “allá donde se encuentren” en cuanto son mayoría. Quizá el cardenal debería leer, no digo ya la prensa internacional, que lo doy por hecho, y especialmente esas noticias que los medios callan en Occidente, sino el propio corán.

Quizá el cardenal debería callarse y dedicarse a exigir derechos -hoy inexistentes- para los cristianos en la mayor parte del mundo islámico, donde son masacrados, aniquilados, exterminados, torturados y perseguidos a veces con falsas acusaciones de blasfemia, a veces sin ninguna excusa siquiera, ya que esas matanzas están incluso alentadas desde los estamentos de poder.

Quizá debería pedir más diálogo a los que no tienen ninguna intención de dialogar. O quizá debería pedir que al menos respetaran la vida y las propiedades de los cristianos que viven en países islámicos, pocos ya, porque ante el silencio y la complacencia occidental, están siendo exterminados en todos ellos: desde África a Asia, allí donde hay islam, se intenta erradicar el cristianismo.

Quizá el cardenal debería dejarse de decir tonterías y ponerse a trabajar en serio por la vida y los derechos de estas personas por las que nadie que tenga poder hace absolutamente nada en Occidente.