Una monja caminará por la alfombra roja y entregará un Oscar
Tras dar el primer beso cinematográfico a Elvis Presley en Loving you (1957), Dolores Hart iba a convertirse en una de las mejores actrices de la época cuando recibió la llamada de Dios. “En 1963 dejé Hollywood porque sentí la vocación, no porque fuera el lugar del pecado”, asegura desde la abadía de Regina Laudis en Bethlehem, a poco más de dos horas de Nueva York.
Actualmente es la priora de esta congregación de benedictinas que vive en clausura, pero la madre Dolores acaba de recibir un permiso especial porque el 26 de febrero paseará por la alfombra roja de los Oscar vestida con su hábito y su boina para apoyar la nominación del cortometraje documental corto God is the bigger Elvis dirigido por Rebecca Cammisa. Su última aparición en la ceremonia fue en 1959.
A lo largo de 37 minutos se narra su historia y la de su abadía: “Dejé entrar a las cámaras para ayudar a todas aquellas personas que están en busca de su alma. El camino hacía el Señor es un trayecto maravilloso”. Y ella lo tomó a sus 24 años.
Una anécdota: es la única monja con derecho a voto en la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de Hollywood: “Empecé a votar en 1960, pero al pertenecer a la orden pensé que no era correcto. En 1990 me llamó mi amigo Karl Malden, entonces presidente de la Academia, para que reconsiderara mi postura y acepté. Me dio un aparato para ver las películas en mi habitación y envío mi voto. De esta manera estoy en contacto con la realidad”.
Sus profundos ojos azules transmiten paz, serenidad y bondad, a pesar de sufrir una neuropatía idiopática periférica desde hace quince años, “una enfermedad nerviosa muy dolorosa para la que recaudo fondos”. También necesita dinero para la abadía, que necesita reformas.
Por un momento echa la vista atrás y recuerda su primer encuentro con Elvis: “No sabía quién era, y antes de rodar la película me lo presentaron. Elvis era muy guapo y me preguntó si yo cantaba. Al regresar al colegio, mis amigas, histéricas, me gritaron: ‘¿le has cogido un mechón de pelo?’ ¿Bromeáis? –les contesté–. Él era un fenómeno y yo no lo sabía”.
Sonríe cuando le recuerdan el beso a Elvis Presley y bromea: “Creo que es el beso más largo de la historia porque ha durado 55 años. Cuando empezamos a rodar, el director cortó la escena porque él se sonrojaba; volvimos a besarnos y volvió a cortar porque me sonrojé y así en varias ocasiones”.
En 50 años de clausura ha contado con la ayuda de numerosos amigos. Entre ellos, Maria Cooper –hija de Gary Cooper–, “que es como mi hermana”, Paul Newman y Patricia Neal, de quien nos confesó: “Fue monja durante tres meses, incluso tuvo sus propios hábitos”. La actriz está enterrada en la abadía.