Javier Arenas está a 30 días de poder convertirse en el próximo presidente de la Junta de Andalucía. No hay más mirada en este momento que la del 25 de marzo. Para el PP-A y para el PSOE-A, que observa la caída de su gran feudo socialista de los últimos treinta años. La última isla roja, cuna de socialistas históricos como Felipe González o Alfonso Guerra, en un mapa dominado por el azul. Así lo pronostican todas las encuestas. También lo indica el resultado de las elecciones municipales y generales, en las que por primera vez los populares se convirtieron en la fuerza más votada.

En esta antesala electoral, el presidente del PP-A y candidato a la Presidencia de la Junta participó ayer en «Los Encuentros» de La Razón, con el patrocinio de el Grupo Azvi. En su alocución, desplegó un ambicioso abanico de reformas y de propuestas de regeneración democrática. Los objetivos, según detalló, son que Andalucía rompa la concertina de escándalos de corrupción que la rodean en este momento, con la trama de los ERE como máximo exponente; la creación de empleo en una la comunidad que tiene una tasa de paro del 31 por ciento; y la transparencia en la administración, con los funcionarios en el centro del control del gasto del dinero público.

«La Andalucía real se ha impuesto a la oficial y ha dicho basta. Ha dicho basta de tanto abuso y propuesta fallida». Justo antes, sonó un teléfono que el presidente del PP-A identificó rapidamente». «Si me deja continuar el móvil del alcalde de Benacazón…».

Fue la primera anécdota y el primer aplauso del aforo de un encuentro distendido en el que Arenas desarrolló la hoja de ruta de su partido. Si gana el 25-M, porque avisó que «ganadas, las elecciones, no están». El presidente del PP-A prometió un cambio tranquilo, basado en la concordia, «sin tres erres: sin revancha, sin rencor y sin resentimiento». No obstante, no ocultó, respondiendo a una pregunta del presidente de presidente de Onda Cero que es consciente de que «la resistencia del poder andaluz a ese cambio va a ser dura».

«Hay que recuperar los primeros años de la Transición–aseguró aludiendo a la primera diputada en Las Cortes Soledad Becerril, también entre el aforo–, que trajeron tanto aire puro y juego limpio».

«No me he olvidado ni me voy a olvidar de mi argumento de trabajo. Que no es otro que “no” a la política de salón y “sí” a la polítca de vecindad». En este sentido, se comprometió a recibir semanalmente a asociaciones y a colectivos de ciudadanos, así como a que los consejos de gobierno se celebren en todas las provincias, y no sólo en Sevilla.

«Si me preguntan una definición de mi propuesta de gobierno, pues la seña de identidad es el reformismo». Tras alabar que el Ejecutivo de Rajoy es el «más reformista de España», solicitó la «tercera confianza» a los ciudadanos –después de la victoria en las elecciones municipales y generales–, sobre todo para afrontar la crisis económica y el paro». En este terreno, mencionó que «la urgencia del gobierno del cambio será la economía», pero además la propuesta del PP tiene la vista puesta en un paso ulterior, que se sustanciaría con un «cambio de mentalidad».