Fobias, complejos, y apatía del Gobierno del Partido Popular
Si hay algo que no está de moda entre quienes en España se dedican a la política es la humildad (tal vez alguien me diga que en otros países es igual, pero para mí no es ningún consuelo).
Son legión los políticos que llevados por su soberbia suelen emprender caminos equivocados, y cuando acaban dándose cuenta de su error, en lugar de retroceder y ponerse a andar en otra dirección –que sería lo más lógico y sensato- lo que suelen hacer es justificarse diciendo que tras todo el tiempo, las energías, el dinero, los esfuerzos invertidos, hay que continuar, que seguro que más adelante encontrarán un atajo que les pondrá en el buen camino… Y lo más perverso es que suelen recurrir al engaño y consiguen convencer a algunos de que vivimos, gracias a ellos, en el mejor o el menos malo de los mundos posibles.
Después de que España alcanzara unas cotas de desgobierno nunca antes conocidas, después de que José Luis Rodríguez Zapatero nos llevara a un caos de una enorme magnitud, solamente hay una alternativa: actuar con decisión, sin medias tintas, actuar sin contemplaciones, ni postergaciones y aplazamientos injustificados. Si el Partido Popular no acaba corrigiendo el rumbo, si no abandona la actitud de ambigüedad calculada, si no acaba de salir de la situación de indecisión en la que parece haberse instalado, quienes depositaron su confianza en Mariano Rajoy, en el convencimiento y el deseo de que se iba a emprender “otra forma de hacer política”, se van a ver profundamente decepcionados, a no mucho tardar.
Los españoles que no votaron en las últimas Elecciones Generales al sucesor del señor Rodríguez y compañía, merecen un Gobierno sin complejos, que llame a las cosas por su nombre, “al pan, pan, y al vino, vino”; una actitud de verdadero y real Gobierno.
Estoy hablando de ideas y respuestas claras frente al desatino, al delirio constante en el que ha caído la política española y la amenaza a la que se enfrenta España como nación; la lamentable situación que sufre nuestra nación exige un Gobierno eficaz, con estrategias claras y procedimientos escrupulosamente democráticos.
Es urgentísimo, con seriedad y sin temores de clase alguna, poner en marcha un proyecto concreto y claro, y con visión de futuro y de durabilidad… un plan de acción inspirado en “valores”, claramente diferenciados de aquellos de la autodenominada izquierda; lo cual hay que reconocer que logran publicitar-divulgar de forma muy hábil, a la vez que demagógica, y con un bonito envoltorio; pero opuestos siempre a la auténtica libertad individual y al verdadero progreso.La ideología política de la izquierda española –en el supuesto de que tal ideología exista- puede ser puesta en evidencia si se entra en el debate de las ideas y se esgrimen argumentos mínimamente serios. La primera batalla que hay que librar, y ganar, es la de las ideas, a la vez que se le muestra a los electores el sistemático sectarismo de la izquierda “oficial”, la falacia de que poseen una cierta “superioridad moral” de la que los demás carecemos, y su constante recurso a la desinformación, a la manipulación de la realidad… Hay que ganar la batalla de la credibilidad, condición imprescindible para recuperar la confianza de los ciudadanos.Por ejemplo, hay que hincarle el diente ya a la enésimas veces aplazada Reforma del Poder Judicial, acabar con el “desgobierno judicial” que actualmente sufrimos.
Es hora ya de que los jueces se sujeten al imperio de la ley (y no al revés) que en España se respete escrupulosamente la Constitución, y se acabe con la sensación general de arbitrariedad e inseguridad jurídicas que actualmente padecemos. Los españoles no merecemos una “injusta justicia”, lenta, cara y arbitraria; hay que acabar con la idea que tiene la mayoría de los ciudadanos españoles, tanto de la judicatura, como de la “clase política”, de que son dos castas privilegiadas que gozan de impunidad e inmunidad absolutas.
Las resoluciones judiciales, sus argumentaciones, deben estar basadas en el articulado constitucional y no en las opiniones y preferencias ideológicas de jueces particulares; independientemente del tribunal o de la instancia de que se trate.También es necesario acabar de una vez por todas con la situación de transitoriedad en la que España está instalada, en ámbitos en los que debería haberse ya alcanzado un acuerdo perdurable, un consenso nacional, un acuerdo de mayorías que asegure estabilidad y durabilidad. Posiblemente somos el único país occidental que en cada legislatura se cuestionan el sistema de enseñanza, la política exterior, el sistema sanitario, el sistema tributario, el modelo de Estado.
¿Cuándo se dotará al Senado de atribuciones y se definirá de forma clara su finalidad? Aunque tal vez ha llegado el momento de plantearse su abolición.
Es necesario que la gente corriente deje de tener la sensación permanente de que en España las reformas nunca se acaban.Otra cuestión que se ha de abordar de forma clara y valiente, y sin tapujos, es de los enormes males que está ocasionando en España la llamada “perspectiva de género”.
La ideología de género, una forma de neo-marxismo absolutamente perversa, que fomenta la confrontación de sexos y persigue un sistema de apartheid según el sexo de las personas, y cuyo último objetivo es la destrucción de la familia tradicional y la implantación de una “homo dictadura”… el mayor fraude de esta “ideología”, es asumir que la agenda propuesta por las feministas, se realiza en verdad para beneficio de las mujeres. Si el feminismo fuera realmente liberador, promovería relaciones armoniosas entre ambos sexos y fortalecería la familia; sin embargo, la agenda feminista, al hacer lo contrario, perjudica a la mayoría de las mujeres, y por descontado a los hombres. Como resultado de una eficaz propaganda (todo hay que decirlo) divulgando falsedades y medias verdades, la gente de buena voluntad, la gente “educada” ha ido aceptando todo el discurso demencial del feminismo sin hacer apenas cuestionamientos.
Los “intelectuales no socialistas” no deberían dudar en exponer en los medios de comunicación-información y en los entornos donde gocen de predicamento, las ideas que verdaderamente están en la dirección del constitucionalismo, la sensatez y la cordura; aún a riesgo de ser tildados de “fachas”, “reaccionarios”, “homófobos” y lindezas por el estilo.
La izquierda oficial erigida en la nueva inquisición, con pretensiones de ser los gestores de la “nueva moral colectiva”, hará siempre uso de su demagógica maquinaria propagandística, se dedicará a presentar a quien ose discrepar con su verdad oficial, como hostil a las mujeres, a las minorías, a los niños, al medio ambiente, a la naturaleza, a los animales, a todo quisqui.
No faltarán activistas de la izquierda más fundamentalista que comiencen campañas destructivas y atroces contra todo el que se atreva a discrepar. Esos llamados “defensores” de los derechos y de las libertades civiles, los sindicatos, organizaciones y grupúsculos diversos acabarán, inevitablemente, afirmando que quienes disienten de “su verdad” poseen una visión del mundo y de las relaciones interpersonales tan estrecha que no tiene cabida en este maravilloso e idílico país en el que vivimos, gracias a ellos.En suma, la izquierda y sus medios de comunicación afines pintarán a los discrepantes como personas “anacrónicas”, con opiniones personales diferentes a las de la mayoría de la sociedad española, recurrirán cuantas veces sean necesarias a tergiversar la realidad.
Frente a esta estrategia, la única opción es mostrar con datos, hechos y claridad los fundamentos que sostienen “su ideología” y las maneras en que esa ideología influye negativamente en el bien y el progreso de los ciudadanos españoles. Eso sí, lejos de complejos y temores. Da lo mismo lo que se aborde, da lo mismo lo que se argumente, la “izquierda oficial y políticamente correcta” utiliza siempre idéntico modus operandi: la demonización del adversario, la conversión de gentes honradas en personajes diabólicos. Siempre la misma historia, siempre la misma película de destrucción.
El Gobierno del Señor Rajoy ha de proseguir, sin tibiezas, sin complejos, sin temor de clase alguna el camino de la “regeneración” prometida durante la campaña electoral:
– Continuar con las reformas económicas, para salir de la crisis económica y emprender el camino del crecimiento.
– Suprimir sin contemplaciones todas las subvenciones a los partidos políticos, a los sindicatos, a las organizaciones empresariales y a las “ongs” de toda clase.
– Reajustar el número de empleados públicos, y reajustar, también, sus salarios a la productividad.
– Suprimir algunos Municipios y Diputaciones Provinciales. Agrupando ayuntamientos en mancomunidades de no menos de 10.000 habitantes.
– Bajar el sueldo de los políticos profesionales y acabar con sus privilegios.
– Recuperar el Gobierno Central, la Administración del Estado, las competencias de Sanidad, Justicia, Educación, etc. transferidas a la “Comunidades Autónomas”, y eliminar las diversas policías territoriales.
– Liquidar-desmantelar todas las Empresas, Fundaciones, y demás “Entes Públicos deficitarios”, sean a escala nacional, regional, provincial o municipal.
– Reformar sin dilación toda la legislación relativa a inmigración y nacionalización.
– Reforma urgente de la normativa penal, que permite que España sea un paraíso para las bandas internacionales de malhechores.
– Reforma inmediata de la ley del menor; recuperación del artículo del Código Civil que fue derogado por el PSOE, que permitía que los padres pudieran corregir y castigar razonablemente a sus hijos menores.
– Derogación de toda la legislación de “igualdad y género” aprobada durante los últimos años, que discrimina a los hombres y pretende destruir a la familia convencional. Y en particular la denominada ley “de divorcio Express” y la “ley integral contra la violencia de género”.
– Profunda reforma de la enseñanza, en todos los niveles, especialmente en las universidades, persiguiendo el nepotismo imperante, y recuperando el Gobierno Central la capacidad exclusiva de la convocatoria de oposiciones para cubrir las plazas vacantes.
– No es éste el lugar, ni el momento, para hacer la enorme la lista de reformas e iniciativas que el Gobierno encabezado por Mariano Rajoy debería emprender sin aplazamientos, sin dilaciones injustificadas, si no quiere defraudar las esperanzas que millones de españoles depositaron en el `Partido Popular el 20 de noviembre pasado, éstas son algunas de las más demandadas, lo contrario sería tratar de impedir por todos los medios granjearse las antipatías de “la izquierda”, procurar no padecer incomodidades a corto, medio e incluso largo plazo.
– España necesita una operación quirúrgica de extrema urgencia, para lo cual debe Mariano Rajoy reclutar cirujanos competentes, que no les tiemble el pulso, “Un Equipo de cirujanos de Hierro” (a la manera de lo que proponía el aragonés Joaquín Costa hace más de un siglo).
– También decía Joaquín Costa que en España, existe una meritocracia a la inversa, de todos es conocido que apenas hay un lugar en España en que los puestos claves, en los que se toman las decisiones que a todos nos afectan están en manos de gente mediocre, sin apenas cualificación (y menos actitud de servicio) de todas las agrupaciones políticas, personas que apenas tendrían oportunidades de trabajar en la empresa privada.
A esa enorme herida putrefacta es a la que Mariano Rajoy y su equipo deberían meterle mano, utilizar el bisturí, y abrir con determinación, sin temor, y expulsar a la pandilla que parasita a costa del dinero de los contribuyentes… A buen seguro que recibirán el aplauso unánime del pueblo español (incluyendo el andaluz).
A lo que usted llama complejos y apatías muchos(y eso que jamás les hemos votado) le llamamos traición.