“Vamos a intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en Baleares”. Jaume, es Jaume Matas, ex presidente de Baleares por el PP y recientemente condenado a seis años de prisión por corrupción y estafas varias, era un opaco jefe de la oposición y ahora se ha convertido en un triste presidente del Gobierno, de nombre Mariano y de apellido Rajoy. Sacamos la frase a colación porque parece ser la única promesa de sus promesas que realmente está cumpliendo.

El caso de Jaume Matas, no es algo aislado en el partido del gobierno, la lista de casos de corrupción es demasiado extensa para que la sospecha siga volando sin dejar cierto hedor por donde pasa. Valencia es un ejemplo de lo que decimos, la sentencia absolutoria de Francisco Camps, le deja a él libre legalmente, pero a todo el PP valenciano hundido moralmente. Algún día quisiéramos saber por qué la estrella fulgurante de González Pons fue radicalmente apagada por Mariano Rajoy, todos lo esperaban de portavoz del gobierno, y ahora parece escondido en un escaño de segunda fila. Por mucho que quiera Génova, la corrupción agujerea a la formación popular, que además es incapaz de solventar la crisis y ve cómo su credibilidad cae día a día. Lo ocurrido en Andalucía y en Asturias es que los errores pasan factura, implacablemente. Proceder al perdón fiscal para los evasores de divisas, es un nuevo y grave error de Mariano el triste. Desolador es el panorama en la oposición, aún llamada socialista.

Su antiguo Pepiño Grillo, que se atribuía el papel de la conciencia moral no sólo de su formación sino de la política española, ha resultado ser un vulgar “campeón” del chanchulleo y la corruptela de la más baja estofa. Y, asco, literalmente asco y nauseas, nos produce la incalificable desfachatez del ex director de Trabajo de la Junta de Andalucía, Francisco José Guerrero, que gastaba el dinero del ERE en putas, gin-tónics y cocaína. Esperamos un castigo realmente duro y ejemplar a este tipejo indeseable.

Lamentablemente Catalunya no es ni mucho menos ajena a este putrefacto clima de corrupción generalizada. CiU se parece cada día menos a un partido político y cada día más a una cueva de rufianes. Las recientes detenciones de Josep Tous e Isidre Masalles, la destitución del número dos de la Diputación de Barcelona Josep Maria Matas y el caso del secretario general de Cultura Xavier Solà, sólo hacen que aumentar la lista sin aparente final de convergentes implicados en estafas y corruptelas.

El partido del 3% está inmerso en una crisis de ética y de moralidad que la sociedad catalana no va a tolerar por mucho tiempo más. Éste es el retrato de una casta decadente que dejó de ejercer la política para convertirse en maestra del negociete fácil y la corrupción constante. No son hechos aislados, sino una actitud generalizada, sus errores constantes les han hecho perder la confianza de la buena gente. La corrupción apesta, hay que abrir las ventanas para que entre aire fresco.