Presidente Rajoy, repensar las autonomías no es suficiente
Cuando hace unas semanas Esperanza Aguirre lanzó la propuesta para que las Comunidades Autónomas devolvieran ciertas competencias al Estado, el Presidente Mariano Rajoy, que dice de sí “ser previsible y saber lo que hay que hacer para salir de la crisis”, respondió contundentemente a la Presidenta de Madrid afirmando “que las Autonomías no se tocaban”.
Han bastado unas semanas de presión en los medios y el incremento de las dudas económicas acerca de España para que Rajoy comience a entender el problema nacional, lanzando al PSOE de Rubalcaba una propuesta para repensar el modelo de Estado. Pero no basta con eso Presidente. Hace ya más de cuatro meses que ganaste las elecciones y, mientras calculabas cómo ganar en Andalucía, no atendías a lo que perdías por otro lado: el crédito y la confianza que decías representar. Ya es tarde para pensar: urge la reforma que debías haber estudiado ya desde los gobiernos de Aznar y, más aún, en los ocho años de tu blandita oposición a Zapatero… Pero no. No ha sido así. Porque en el fondo siempre habéis pertenecido a éste consenso que trajo unas Autonomías que nos han perjudicado políticamente como nación y arruinado económicamente como potencia industrial.
Dices que hay que repensar el modelo de Estado como tantos anuncios que has hecho, que van quedando en puro marketing político. Porque todavía Cospedal se permitía el lujo de afirmar ayer que “las Autonomías son parte de la solución y no el problema”; todavía Sánchez-Camacho pedía un “autonomismo diferencial” para Cataluña, ahondando la diferencia al cambiar de nombre al Partido Popular regional, que ahora es el PP Catalá; todavía se escuchan rumores de esas transferencias al Gobierno vasco para que pueda controlar del todo las prisiones acelerando el proceso que iniciaran Zapatero y Rubalcaba y que tú, Mariano, y tu Ministro Fernández queréis continuar.
En el fondo, con las Autonomías solo ocurre que habéis visto las orejas al lobo, pero pensáis que todo el lobo son sólo sus orejas. Torpes. La deuda autonómica se ha triplicado desde 2005 y hoy deben 140.000 millones de €, el doble de lo que recauda Hacienda en un año sumando IRPF e IVA. Pero no queréis escuchar el clamor de la gente mostrado con fuerza en las redes sociales. Muchos políticos estáis solo en Twitter o Facebook para lanzar consignas y casi ninguno se para a escuchar a tanta gente valiosa que vive de su trabajo y no del chollo de turno que le regala un amigo político. Es vergonzoso cómo la casta desprecia a la gente de la que vive. Y así no os enteráis ni entendéis por qué 400.000 andaluces que os votaron en noviembre, no quisieron apoyaros en marzo.
Pero la culpa no es sólo de la casta política que necesita de este sistema para seguir pagando sueldos a los más de 80.000 políticos que viven de esta tiranía del consenso entre PP, PSOE y separatismo que está acabando con España: la culpa es también de esa casta mediática que ha alabado el sistema nacido de la Transición y que, sólo ahora lo critica, al ver que las subvenciones a sus diarios languidecen. Es lo que ocurre cuando toda moral es la dictada por el poderoso caballero. El pasado jueves, en un debate, todos los tertulianos pretendían defender las Autonomías como un éxito que solo fracasaba porque estaba mal gestionado. Frivolizar con semejantes análisis nos lleva a la bancarrota y a la desaparición como nación. El problema –a ver si lo anota Cospedal- son las Autonomías: un chiringuito para crear un inmenso aparato de poder que sólo ha beneficiado a la prensa adicta y a los partidos.
¿Cómo puede ser bueno un modelo de Estado que da poder, gobierno y dinero a quienes dirigen toda su fuerza contra el Estado? ¿Acaso una Comunidad de vecinos nombraría Presidente a quien directamente quiere derruir el edificio para quedarse el solar, venderlo y hacerse una mansión para él sólo? ¿En qué cabeza cabe? ¿Cuándo llegará una inmensa autocrítica tanto desde los medios como desde los políticos acerca de la ruina económica que ha causado el desastre institucional? Se que pido un imposible. Pero ya me imagino yo, dentro de unos años, contando a mis hijos o nietos: “cuando yo era joven, todos presumían falsamente de haber luchado contra una dictadura; pero hoy, yo presumo de verdad por haber contribuido a desmontar un modelo de Estado pensado para dividir y robar a los españoles”.
Pudo haber gente que, con tanta buena intención como torpeza, considerara las Autonomías como la solución a los problemas territoriales que trajo la modernidad, sobretodo desde Felipe V con su centralización borbónica. Pero antes de otorgar el gobierno regional al separatismo, hubiera sido sensato asegurar la lealtad de la región a la nación. Cuando se debatía el Estatuto de Autonomía catalán en 1934, José Antonio Primo de Rivera afirmaba en el Congreso: “Bienvenida la Autonomía si es un premio a la lealtad; pero no a la Autonomía si es un premio a la diferenciación, porque entonces, cada región, querrá ser aún más distinta. España sólo es grande si respeta su variedad, pero debe ser una variedad enfocada al destino universal de la patria”. Pero pocos quieren comprender que la casta dominante de los setenta que pactó con el enemigo no se interesó nunca por la patria, sino por su propia cuota de poder. Y así, viendo sólo las orejas, pocos comprueban que el lobo ya tiene los colmillos afilados para devorarnos.
¿Repensar, Presidente? No. Reformar. Cuanto antes. Si el verano pasado pactaste rápidamente con Zapatero para reformar la Constitución, ¿por qué no un pacto para evitar la desaparición de la nación por ruptura y ruina? Supongo que te gustaría, pero no te dejan, porque ya has pactado lo que todavía tendremos que soportar. Lamentable. Al menos no cerréis el paso a los que soñamos con mantener, para nuestros hijos, una España unida y próspera.