La mochila
El nacionalismo es diferente al patriotismo, aunque en esta afirmación pueden existir matices discutibles. El nacionalismo es excluyente, utiliza el reclamo identitario para esgrimir una superioridad siempre injustificable, la convierte en saco sin fondo de una lista reivindicativa de derechos sin sentido. Es egocéntrico, sin disimular su desprecio a cualquiera que no sea de la etnia. Es agresivo, alimentándose de la aversión hacia todo aquello que no coincide con sus propios objetivos. Es insaciable, con una voracidad ilimitada. No es compasivo.
El patriotismo es el sentimiento noble de amor y de orgullo por la Patria sin mayores planteamientos. No pretende usurpaciones ni privilegios. Aporta la razón de ser como integrante de una muchedumbre con un horizonte común. No requiere para su existencia actuar a la contra, ni vive del enfrentamiento o del odio que siempre degeneran en conductas aberrantes. Normalmente es expansivo, presumido y se defiende ante la ofensa.
No puedo compartir, en consecuencia, anhelos separatistas que se desencadenan con el sentimiento nacionalista, que proceden de esa teórica superioridad física, intelectual y racial. No los entiendo en nuestro país y estoy convencida de que por ellos nos siguen esperando momentos muy difíciles, con experiencias dolorosas e injustas. Mucho de ello sucede porque todos llevamos, en mayor o menor medida, nuestra mochila con una carga de deslealtades, cobardía y vergüenza.
Ahora el lendakari López y mi compañero de partido, Basagoiti, rompen el pacto de gobierno que con grandes esfuerzos ha mantenido en el poder a un partido constitucionalista. Creo sinceramente que el PP vasco ha sido generoso en extremo, renunciando a toda cuota de influencia, sin pedir nada a cambio con tal de que España y la Constitución estuvieran presentes. Ha entregado con este fin el gobierno al PSOE sin trueque político. Cuando se rubricó el acuerdo, escribí en este blog un artículo titulado “Altura de miras” cuestionándome el comportamiento futuro del lendakari. Desgraciadamente para España, no me equivoqué.
La conducta de unos y otros en el pacto PP-PSOE del País Vasco me recuerda al pasaje del Antiguo Testamento en que el rey Salomón tiene que dilucidar a cuál de las dos madres reclamantes pertenece el niño causante del litigio. Al rey, conocido por su sabiduría y justicia, se le ocurre un procedimiento infalible para salir de dudas y acertar en la sentencia. Decide que se corte al niño por la mitad satisfaciendo a ambas mujeres en el reparto equitativo. La madre falsa dice estar de acuerdo. La verdadera, renuncia a su hijo suplicando entre lágrimas que el niño se lo quede entero su contrincante. Una de ellas salvaba la vida del bebé renunciando a él porque lo amaba, porque le importaba más que nada en el mundo.
Ahora en el País Vasco se deberán adelantar las elecciones no sé con qué ilusorio objetivo. Ni un partido ni otro de los que representan el respeto a la Constitución, logrará imponerse con votos suficientes para poder gobernar. La batalla se librará entre nacionalistas separatistas de dos clases, pero con idéntica pretensión de alejarse de España. Porque no la soportan, porque la vituperan continuamente. Unos son los que se alineaban con los asesinos. Otros, los que los repudiaban con la boca pequeña.
Ambos consideran en su visión egoísta e interesada que tienen derecho a una nación con fronteras concretas sin considerar el hecho de que nunca se reflejaron en mapa alguno. Esa tierra vasca a la que en sus aspiraciones excluyentes denominan Euskal Erría, ha sido el móvil de los asesinatos terroristas. Es una falacia que como todas ya ha provocado bastante daño. No existió jamás, ni tuvo reyes o mandatarios, ni leyes, ni moneda propia, ni independencia, ni sometimiento. Gran parte de la superficie que añoran siempre perteneció a Castilla o a Navarra, con absoluta normalidad. El resto, a Francia. No hay razones para tanta mentira nacionalista sustentada exclusivamente en el fanatismo racial y egocéntrico de Sabino Arana.
Con esta perspectiva de futuro anclado en la cabeza de un xenófobo del siglo XIX, los ciudadanos vascos quieren conquistar su tierra prometida y se decantarán por formaciones separatistas. Lo harán con nuestra apatía e inacción, que también forman parte del equipaje de la mochila cómplice. Para evitarlo, hay que restar protagonismo a la superioridad inaceptable con un acuerdo del PP y del PSOE en la reforma de la Ley Electoral. No obstante, admito mi falta de fe ante metas tan loables.
Continuaremos permitiendo que los partidos que odian a España se conviertan a menudo en decisivos de su destino. Su papel determinante es abominable y en esos casos, no podemos encontrarnos en peores manos.
Lamento lo mucho que nos queda por soportar.
*Alcaldesa de Fuengirola
Hay que dejar de ser meras comparsas del regimen manipulador falsario partidocratico coronado. Es peor un traidor oculto que un enemigo conocido que va de frente.Desprecia al traidor.El traidor carece de honor y es por tanto indigno de ser tratado como persona. Es mejor un enemigo que un traidor.Pero ten cuidado con la catalogación de traidores, se ha llegado a ridículos absolutos en este tema, hay auténticos certificadores de traidores,abyectos,falsarios,miserables. Hay que despreciar al que actua contra los principios que defendía, al que engaña,manipula,falsea y miente.Pero no creas que es traidor el que está en otro grupo o no es… Leer más »