La sintomatología es clara: el enfermo está grave y su estado empeora. La casta política da muestras evidentes de haber entrado en una fase de descomposición y en una entropía que le está llevando a la autodestrucción, la deslegitimación y la animadversión de los ciudadanos decentes y honrados que hace mucho están hartos de esta situación, y que muy pronto expresarán ese hartazgo generalizado en las urnas. Estamos seguros de ello.

Las encuestas señalan un importante retroceso del PP y de CiU mientras el PSC-PSOE se queda igual, en el banquillo de reservas donde le ha relegado la incapacidad y el cinismo demostrado la legislatura pasada.

Para el PP y CiU estos datos son sólo el comienzo de una vertiginosa pendiente de pérdida de confianza, ambas formaciones van a perder apoyo electoral día a día, y sus futuros resultados así lo demostrarán; sus estados mayores lo saben, y el nerviosismo empieza a apoderarse de sus respectivas direcciones. Seguramente es el motivo oculto por el que muestran una incomprensible laxitud ante la violencia de una ultraizquierda, entre vagabundos y terroristas, para que intente frenar de forma violenta el imparable ascenso de Plataforma per Catalunya. No lo conseguirán. El anuncio de nuevas y cada vez más dramáticas medidas de recortes, crecen al mismo ritmo que los casos de corrupción y corruptelas. La opinión pública no va a admitir permanentemente lo inadmisible.

Rajoy no se atreve a salir en los medios de comunicación y se oculta en su cobarde escondite, no se sabe si por vergüenza o por falta de ella. Para colmo, CiU, desprestigiada hasta la médula por la metástasis de la corrupción, ha querido apostar clara y abiertamente por mendigar votos entre lo que ellos llaman “nuevos catalanes” y que en realidad son “inmigrantes e invasores”, siempre en detrimento del esforzado pueblo catalán, que con mucho trabajo y mucho sacrificio ha construido el estado del bienestar que Mas quiere destruir a marchas forzadas.

El electorado catalán, como el del resto de Europa, tiene a estas alturas muy claro quiénes son los que le han traicionado y quiénes somos los que estamos en política para defenderlos a ellos y a un modelo de sociedad que el multiculturalismo y la presión financiera quieren destruir. Los resultados electorales que recientemente hemos visto en varios países europeos, son sintomáticos, un anuncio de que una nueva era política está comenzando, y pronto, muy pronto también lo hará en Catalunya. Porque Catalunya necesita nuevas fórmulas, nuevas caras, nuevas siglas, nuevas ideas, nuevas formas de actuar, y todo eso es lo que representa Plataforma per Catalunya, la alternativa identitaria, popular y social.

*Presidente de Plataforma per Catalunya