La corrupción en la investigación y la ciencia argentinas
Por Eduardo Saguier*.- Para su comprensión, la corrupción en el campo de la ciencia y la indiferencia judicial, política y académica hacia la misma, aquí denunciada, tarde o temprano habrá de repercutir negativamente, no sólo en la excelencia de la producción científica, que puede eventualmente degenerar en el círculo vicioso de la ciencia-chatarra, como fue en el pasado reciente el caso de la Crotoxina (1996), sino también en la calidad de la democracia política, del periodismo y de los partidos políticos.
Pero el repetido mecanismo de negación y de vacío jurídico en el que recayó la justicia argentina cuando analizó el caso de la denuncia penal por la distribución fraudulenta de los subsidios de investigación de un organismo denominado Agencia o ANPCyT procedentes de un préstamo del BID (2005), se constituyó a la postre en una profecía auto-cumplida.
Es decir, el hecho que no habiendo sido la hipótesis (ausencia de normas) de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas un hecho real, al tornarse real por la sola confirmación de un testigo; dio cumplimiento a la profecía anunciada por el propio Fiscal.
Al confirmarse con la profecía esa reversión o negación del orden jurídico positivo se enerva a su vez el principio de la moral interna del derecho que exige congruencia entre la acción oficial y la ley declarada. Y al desaparecer esa necesaria congruencia, el orden jurídico en Argentina
simplemente se disuelve, y entra entonces a regir la arbitrariedad y, en todo caso, la ley del más fuerte; que en este caso particular es la ley del único testigo, o sea la ley del funcionario burócrata que manejaba el dispositivo de subsidios y los recursos y dineros de dichos subsidios dentro de la Administración Pública Nacional.
Los dictámenes y fallos judiciales, aquí investigados, dieron piedra libre en el campo de la ciencia a un continuismo malversador que ha contagiado desde el 2005 en la comunidad científica una espiral de silencio.
Todo esto ha afectado tan hondamente su transparencia, competitividad y excelencia, que ha devaluado su prestigio en el mundo académico internacional, y que puede terminar generando una patológica ciencia-chatarra, con derivaciones inimaginables en las esferas del poder político, el periodismo y la inteligencia “progresista” del país, que superarán abrumadoramente los perjuicios que se han redescubierto recientemente en materia energética o de reivindicación territorial.
Este escrito también es un llamado a la comunidad académica internacional con el objetivo de tratar de establecer nuevas practicas que equilibren la distribucion de la inteligencia en el mundo.
(*) Eduardo Saguier es historiador, economista e investigador independiente del CONICET de extenso currículum, Eduardo Saguier es autor, entre otras obras, de la monumental Genealogía de la tragedia argentina (1600-1900).
….y dale con decir que estamos mal , con mucha corrupcion y bla bla que no es diferente de la de otros paises, parece que lo desearan!! haber si lo entienden de una vez , mientras el mundo se derrumba argentina crece a tasas chinas , punto final de la historia, mal que les pese….