El rescate que necesitamos urgentemente
He tenido ocasión de constatar, en numerosas conversaciones con gente de todo tipo, un sentir común que ya suponía y que se podía leer en diversos artículos de muchos comentaristas de diferentes medios. Un restaurador del occidente de Asturias, un empresario del sector biotecnológico de Granada, un director de sucursal de Bankia de la provincia de Madrid, un compañero de trabajo de Barcelona y el jefe de producción de una fábrica de alimentos de la provincia de Vizcaya.
Sí, todos coincidían: ¡El problema son los políticos! Por tanto, lo que de verdad urge, es que nos rescaten de la clase política que padecemos. ¿Por qué necesitamos que nos rescaten? Porque no tenemos lo que nos merecemos, como suele repetirse. Y no lo merecemos porque no ha habido un sistema de auténtica libertad que permitiera elegir lo que convenía. ¿Cómo ha sido posible?
Porque durante la Transición, preparada muchos años antes de la muerte de Franco, las clases dirigentes supieron diseñar un sistema de poder para seguir viviendo de los españoles. El PP y el PSOE son dos caras de la misma moneda que se llama “sistema.”
Por eso, ahora, contra sus votantes, Rajoy se está manifestando como el mejor continuista de la política de Zapatero, desde la nefasta gestión de los asuntos económicos hasta el repugnante proceso con ETA. Aún así, siempre serán muchos lo que se dejarán engañar por los anuncios de medidas que buscan contentar a la derecha que les sigue votando pero que nunca se llevan a cabo. Ha resultado que los partidos sin verdadera democracia interna, los medios de comunicación controlados por enormes subvenciones y un modelo de Estado en el que todos recibían su cuota de poder son los tres pilares sobre los que descansa el manejo del Estado, muy bien atado por los mismos de siempre, a los que nunca les importó la unidad ni la prosperidad de España, sino vivir de la política a costa de un pueblo cada vez más pobre y más dividido. Por tanto, no creo en las iniciativas de los culpables del desastre, que pretenden reparar ahora los destrozos que causaron.
Además, ya es tarde. No creo tampoco en los que confiados pretenden reformar el sistema desde los partidos vigentes o nuevos, porque como suele ocurrir, en cuanto uno de esos partidos logra su cuota de poder, se olvida de sus objetivos iniciales y se convierte, automáticamente, en parte de la conocida “casta parasitaria”.
Es decir, que esto tiene que acabarse y puede hacerse de muchas maneras… Me molesta mucho tener que confiar en una intervención extranjera, porque evidentemente se preocuparán muy poco de nuestros intereses. Pero dado que en España siempre hemos padecido a los agresivos enemigos dentro y bien colocados, quién sabe si los de fuera serían capaces de ayudarnos a ser mejores, aunque sea con tal de que paguemos nuestras deudas. Ya escribí aquí hace tiempo que sería hasta gracioso que fueran los poderes internacionales los que quisieran ahora una España unida capaz de afrontar la devolución de la deuda… Ojalá. Como peor no pueden ser las cosas, empiezo a pensar que la intervención es algo deseable. ¿Quién sabe?
No estoy de acuerdo en los primero, nos guste o no, España tiene a los políticos que se merece, la mayoria poblacional ha apoyado-y apoya- a esta gentuza, no tienen disculpa.
En España en los 80-90 pasaron unas cosas que en otros países hubieran echado abajo el estado, pero aquí como si nada.
Se tiene lo que se merece, lo que pasa que pagamos justos por pecadores.
Muy acertado, esto no puede aguantar más. La corrupción, la inoperancia, la falta de esperanza van a provocar una reacción. España no ha muerto todavía a pesar de los que la han apuñaldo a traición.
Hola Blas
pues yo no descartaría la intervención, a lo mejor es la única manera de que se hagan las cosas adecuadas, ya que Mariano no tiene la suficiente valentia como para acabar con el chollo autonómico, a lo mejor vienen de fuera a hacerlo