Durante las cuatro últimas décadas CiU ha sido el principal actor político de este país, tanto que a veces –demasiadas veces-, se han confundido solapadamente los intereses de Catalunya con los convergentes. Porque ésta ha sido la argumentación principal desde los primeros tiempos de Pujol: CiU defiende Catalunya, porque CiU es Cataluña. Pero al César lo que es del César, hay que reconocer que durante esas décadas CiU ha logrado cosas importantes para el país, es innegable que así ha sido y que sus presiones sobre el Gobierno de Madrid han logrado un amplio margen de autonomía, un respeto para nuestra lengua, y una capacidad de autogestión en la fiscalidad, insuficiente pero cierta.

Pero en el devenir histórico de todo pueblo se presentan momentos cruciales, y es en esos momentos cruciales cuando los personajes de ese país –ya sean individuales o colectivos- se encuentran ante la gran responsabilidad de acertar o fallar, es en esos momentos cuando se ha de estar a la altura o caer al abismo, mantener un rumbo claro y fijo o perderse en el laberinto de las propias contradicciones. Ese momento crucial ha llegado para Catalunya, y CiU ha dudado, ha titubeado y finalmente ha fallado.

Todo por un mísero puñado de votos. La encrucijada a la que se enfrenta Catalunya es ni más ni menos que la invasión colonizadora por parte de los inmigrantes del Tercer Mundo que –si PxC no la para-, terminará en pocas décadas con la Catalunya que hemos heredado, que hemos querido y que deseamos conservar como la conocieron nuestros padres y abuelos.

En esta tesitura CiU ha elegido libremente el papel de cómplice de la colonización inmigrante, ha abierto las puertas de Catalunya para que los invasores entren, se asienten y tomen posesión de nuestros dominios, todo ello pagado y subvencionado con el dinero de los catalanes autóctonos.

Todo lo que pudiera tener CiU en su haber queda eclipsado, borrado y anulado por esta nefasta y terminal decisión. Decisión, con la que quiere lograr unos pocos miles de votos de inmigrantes, sin importante ganarse el rechazo y el desprecio de miles y miles de catalanes de verdad.Son muchas las declaraciones, demasiadas las medidas y constantes los actos que confirman esta actitud entreguista y suicida de CiU, pero si hay una frase que nos parece especialmente rechazable es la famosa “necesitamos 1.300.000 niños inmigrantes” pronunciada por el camaleónico, multitránsfuga y presunto corrupto, Àngel Colom, secretario de Inmigración de CDC y secretario general de la Fundación -financiada con fondos públicos- “Nous Catalans” que sirve precisamente para oficializar todo tipo de prebendas y subvenciones a los inmigrantes que ni son nuevos ni son catalanes. Las declaraciones de Colom nos parecen de un contenido y un tono enfermizo, no sabemos de dónde sale su obsesión por los niños inmigrantes, pero hay quien señala que fue precisamente en sus años de destierro político en Marruecos, después del fracaso del PI, cuando comenzó esa relación de admiración y necesidad hacia los niños moros.CiU ha elegido el bando opuesto, nosotros, Plataforma per Catalunya, nos posicionamos al lado de los catalanes y señalamos a la inmigración como el gran peligro para nuestra existencia presente y futura de nuestro pueblo. En la encrucijada histórica en la que nos encontramos.

Plataforma per Catalunya se ha convertido en el único actor político que defiende a los catalanes de la avalancha y el proceso de colonización inmigrante. Es nuestra responsabilidad y la vamos a ejercer con el empeño que merece. Hoy asumimos este papel transcendente, para otros queda la ignominia de la traición a lo que un día dijeron defender.

*Presidente de Plataforma per Catalunya (PxC) y concejal en Vic.