Antes y después del rescate
El rescate de la banca española estaba decidido, era la consecuencia inevitable desde que Bankia estalló con estrépito y Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, pidió la cabeza de Rodrigo Rato y Gori-Gori salió por el registro de que no se ponía al frente del primer banco de la nueva Bankia, sino de un edificio en ruinas, agrietado por los cuatro costados, en el que se han acumulado un torrente de créditos fallidos y corrupciones varias, que tocará a los tribunales –si quedan- depurar.
Cuatro de los fundadores de Bankia son del PP, altos cargos del PP, y los dos mayores pozos sin fondo –Bancaja y CajaMadrid- tienen hedores de deposiciones de gaviota y dos históricos tan relevantes como José Luis Olivas –que no se ha apeado del avión privado- y aún más Rodrigo Rato, falso y lejano icono de la supuesta eficacia popular.
El descrédito del argumentario
Así que no sólo había estallado el dique de la podredumbre de un sistema financiero que no estaba en la champions sino que descendía a categorías muy inferiores, sino que se caía con estrépito el escaso andamiaje intelectual-político sobre el que ha articulado su presidencia Mariano Rajoy: la herencia.
La herencia de Zapatero ha sido nefasta, su política errática y confusa, y todo lo que se repita y critique es poco, pero Rajoy condecoró a su predecesor y la herencia propia del PP –de Valencia a Madrid, donde no saben hacer las cuentas, pasando por Valladolid- es también nefasta.
El sistema es el problema
Lo que no funciona, ni ha funcionado nunca, es el sistema con sus diecisiete miniestados, su concentración de poderes, su burocratización expansiva, su control mediático y su invasión depredadora de las cajas. Rajoy no iba a desmontar el sistema, porque forma parte de él, en él ha crecido y vivido, sólo trata de sostenerlo y disfrutarlo; es un hombre de partido sin un proyecto de nación para todos los españoles. Y puesto que a Rajoy no se le pasa por la imaginación ni tan siquiera rozar o pulir el sistema, está atrapado en su propia nulidad e inconsistencia. Se trataba, pues, de recuperar algo el argumentario del naufragio. Cuestión de márketing, no de fondo.
Mofa y befa en la prensa internacional
El rescate de la banca española, pues de rescate se trata –no tiene sentido andarse con rodeos, el idioma español es directo y preciso- se hizo visible el miércoles, con tono desmerecido al Gobierno español, porque España no es Uganda pero con Rajoy y De Guindos puede terminar siéndolo. Antes vino una intensa campaña de descrédito, de mofa y befa en la prensa internacional, que situó a los gobernantes españoles como mentirosos y nada serios. Provocó declaraciones hirientes de Angela Merkel y lo más parecido a un ultimátum de Obama. Llegó el informe demoledor del Fondo Monetario Internacional que señala un horizonte de pobreza –caída del 6% del PIB en dos años- para España y los españoles, que son los que deberían importar y los que apenas cuentan. Se esperó al viernes al cierre de las bolsas y para evitar un lunes negro de hecatombe, con los mercados asiáticos en estampida libre de una Europa tambaleante.
Mariano, el del bombo
¿Qué ha hecho Rajoy? Enmendarle la plana a Manolo, el del bombo, yéndose a Polonia con la ‘roja’ como un hooligan barato, y después de lanzar a Luis de Guindos al quite, presentar como un éxito personal el endeudamiento de España para varias generaciones. Porque ha hecho los deberes, nos prestan. Esto no se lo cree nadie. El suspenso de los ministros del Gobierno en el barómetro del CIS es histórico. Este ejecutivo tiene muy mermada ya su credibilidad y ya miente tanto como el anterior. No se lo cree la prensa internacional, a la que ya hay que recurrir, tanto o más que en la época de Franco, para enterarse de lo que pasa aquí, y esto es un hecho significativo y escandaloso.
Rajoy, discípulo tosco de Zapatero
Rajoy comunica poco y cuando no tiene más remedio que salir al ruedo, comunica mal. En la política española se ha hecho perversa norma negar la realidad y pretender ocultarla mediante eufemismos y circunloquios. En ello era maestro Zapatero; Rajoy ha sentado cátedra de torpe y tosco discípulo.
La idea delirante de que Rajoy ha pegado el timo de la estampita al mundo entero por la redonda cifra de 100.000 millones de euros es un estricto delirio, de esos que a estas alturas sólo es capaz de tragarse Pedro J, el más pelota, dispuesto a ser el Galinsoga de Rajoy como lo fue de Zapatero. O la de que el préstamo no tiene consecuencias, casi como si fuera donación. Por de pronto, hay que devolverlo y la cifra es estratosférica; pequeño detalle que se le ha olvidado al incapaz de Rajoy. El principal y los intereses lastran para varias generaciones, si no hay que pedir aún más con tanto manirroto.
Quien presta, pone condiciones
Quien paga, manda y quien presta, también y pone condiciones. Hay, por tanto, un antes y un después del rescate del sistema financiero, depredado por los políticos. Se abre una nueva etapa. Rajoy figura pero no manda. Es Mariano el del bombo. Un buen aficionado de la roja.
Han venido ya los hombres de negro y vendrán más. No nos los van a enseñar.
Acabar con la estafa bancaria
Hay en todo esto mucho de inevitable y puede haber algo de beneficioso, porque si es el mundo del revés ver a los prestamistas –los bancos- pidiendo dinero, es aún peor el hecho de que las sucursales bancarias se habían convertido en garitos de estafadores: un millón de españoles arruinados por las preferentes, ciento treinta mil por valores Santander. Cuanto más anciano, más ignorante y confiado el cliente, mayor ha sido la colocación y la estafa. Cualquier juez decente podría llevarse por delante desde el botones al botín. Lo que se ha hecho no tiene perdón de Dios y quedará para la justicia divina pues en España la humana brilla por su ausencia. Con Mariano, el del bombo, como con Zapatero, España es una fiesta para los políticos y una estafa para los españoles.
Como aquí se tiene a la honradez por enfermedad grave y contagiosa y se persigue con histeria medieval a la pandemia, quizás traigan algo de sensatez desde fuera los prestamistas a este patio de Monipodio.
A por los más indefensos
Por supuesto que el rescate va a tener consecuencias y en cascada. Habría que cerrar las autonomías y bajarse de los coches oficiales, pero eso es lo último en lo que piensan Mariano, el del bombo, y las mafias legales en que han degenerado los partidos. Así que depredarán a los españoles indefensos, más cuanto más indefensos: los jubilados, cuyas pensiones no se las han jugado en Bolsa, lisa y llanamente las han utilizado para mantener sus despilfarros y privilegios comprando deuda del Estado español; a los parados en sus magros subsidios. Y a todos los españoles subiendo la edad de jubilación hasta igualar a Matusalén y el IVA. Más tasas, peajes, precios, gasolinas y transportes. Toda una ofensiva contra las empobrecidas clases medias, sostenidas en un hilo por generosos lazos de solidaridad familiar. Habrá que volver al candil y al coche de San Fernando; al campo y a la insolvencia. Éste es el éxito del que se pavonea Mariano, el del bombo, con la petulancia de los mediocres. O lo que él y sus numerosos asesores –el mismo número que Zapatero, tan criticado por ello-. La situación es gravísima y no tenemos a un Churchill en Moncloa sino a una parodia que se ha ciscado en su programa y no ha cumplido, ni por casualidad, ninguno de sus compromisos.
Nunca resignarse y Grupo de comunicación
¿Qué pueden hacer los españoles, además de evadirse con la Eurocopa y exhibir un patriotismo futbolero descomprometido (esa bandera que se esconde el resto del año se luce ahora en los balcones)? En ningún caso resignarse, pues estarían perdidos. Llevar a los tribunales a los estafadores. He enseñado a mis compatriotas el sencillo camino del Registro de la Fiscalía General del Estado en la calle Fortuny, 4, de Madrid. Fácil y gratuito.
Por lo menos se pone en solfa la hipocresía lacaya del sistema. Leer menos la prensa subvencionada –El Mundo compite con La Razón por ocupar el espacio del Arriba o del Pravda, boletín oficial- y más internet y, en todo caso, la internacional, para blindarse a la propaganda lela. Va a ser un otoño caliente, muy caliente, quizás decisivo. Es cuestión de comunicación, de fluidez en la comunicación. Ese es, ahora, el nudo gordiano. El régimen del 78 está finiquitado; el sistema podrido y derrumbado. Para que no se caiga encima de nosotros bastaría con que hubiera un Grupo de comunicación libre para que, al margen de etiquetas, los españoles, a lo Fuenteovejuna, expresaran un rotundo y demoledor: basta. Somos los españoles los que necesitamos ser rescatados de esta clase política depredadora y de la oligarquía financiera y empresarial expoliadora, pero de ellos no nos va a rescatar nadie; hemos de rescatarnos nosotros, proclamando aquello con lo que iniciamos la andadura y que tiene más sentido que nunca: “con mi dinero, no”.
Buena descripción de la realidad ,Señor de Diego.