El rollo de los EREs
El recién nombrado consejero de Justicia de la Junta de Andalucía se estrenó el mismo día de la toma de posesión cuestionando a la juez Alaya y dejando claro que discrepaba jurídicamente de algunas de sus decisiones. Por lo visto nada le pareció más urgente en ese momento que marcar distancias con el procedimiento legal que se sigue por el mayor escándalo de corrupción vivido en Andalucía.
Se basaba en que, siendo fiscal, tenía derecho a expresar sus propias opiniones profesionales. Aunque no estoy del todo de acuerdo con esta afirmación, no es eso lo que me sorprendió. Lo que llamó mi atención es que precisamente por ser fiscal debería preocuparle más señalar e identificar a los culpables que criticar a la juez que instruye el caso. Podría haber ofrecido colaboración a la Justicia, en vez de dar vidilla a los responsables del expolio.
Desconozco si su propósito era presionar a la juez o aminorar la importancia del fraude, cuyo importe alcanza hasta hoy la cifra de 1.500M de euros, pero lo cierto es que no debutó con demasiado tino. Para intentar disimular su inicial torpeza, quiso compensar a la juez diciéndole ante los medios que a pesar de lo mucho que trabajaba continuaba muy guapa. Y naturalmente sonó a comentario machista, porque no me cabe la menor duda de que resultaría inaceptable que una consejera refiriéndose a un juez se expresara con tales argumentos estéticos.
La formación jurídica del nuevo consejero no fijó prioridades razonables. No consideró tan urgente criticar el boicot del gobierno andaluz a las diez comisiones de investigación solicitadas por el PP sobre los ERES en la pasada legislatura. Ni lo fue preguntar a Griñán por qué no hizo caso a los informes del interventor de la Junta cuando advirtió que el procedimiento escogido para conceder las ayudas era ilegal.
No tuvo prisa el día de su nombramiento para recriminar a Griñán por manipular y extraviar documentos comprometidos en el caso, por trasladar a la juez los expedientes incompletos, por retrasar intencionadamente la información requerida por la Justicia. Ni la ha tenido después para defender a la Guardia Civil de los ataques recibidos por miembros destacados del gobierno del que este consejero ya forma parte.
No ha mostrado interés en descubrir por qué Griñán ha aumentado el “Fondo de reptiles” cada vez que le interesaba, ignorando todos los requisitos legales. Ni ha preguntado el motivo por el que estas subvenciones se otorgaban sin publicidad, a escondidas, siempre a personas directamente vinculadas al partido socialista. No mostró su alarma porque destinaran fondos de Empleo a la compra de cocaína, a copas y a otros menesteres igualmente vergonzosos.
Tampoco ha sentido curiosidad por saber detalles de una trama que ha contaminado a todo el gobierno andaluz y que en palabras de la juez, se organizó premeditadamente con la intención de repartir fondos públicos a los amigos y afines. Una trama que todos conocían, silenciaban, tapaban, que tiene conexiones cercanísimas con líderes del PSOE andaluz y que ha beneficiado a sus familiares más directos.
Por el contrario, aseguró que el proyecto de Griñán le cautivó tanto como para entrar en política y abandonar su carrera profesional. Cabría preguntarse qué es concretamente lo que le encantó, lo que le entusiasmó de todas estas barbaridades que deberían repugnar a cualquier jurista honrado. Cabría preguntarse por qué su prioridad primera consistió en recriminar a la juez que trata de aclarar la corrupción en vez de combatir desde la consejería de Justicia todas las conductas ilegales que han permitido un robo sin precedentes.
Todas estas preguntas estaban en mi cabeza. Por ello aproveché la última sesión de control al gobierno para compartir con el consejero las dudas que me inquietaban. Su respuesta resonó como un duro golpe contra la Democracia, contra el respeto a la Ley. Aunque no facilitó explicación alguna, en un arrebato de rabia contenida ante la incómoda evidencia de su parcialidad, dijo lo que pensaba. Me espetó que “ya estaba bien de insistir en el rollo de los ERES”.
Una trama que apunta a dos presidentes de la Junta de Andalucía, un robo a mansalva, un expolio, más de 50 imputados, 1.500 millones de euros sustraídos a los parados andaluces, la ilegalidad en los procedimientos durante una década, la implicación del gobierno y muchas más tropelías se llama “rollo” para el nuevo consejero de Justicia. Para un fiscal.
En estas manos estamos. ¡Bendito sea Dios!
*Alcaldesa de Fuengirola.