A la izquierda, el ex alcalde socialista de Mijas, Antonio Maldonado (PSOE), junto al actual, Ángel Nozal (PP).

Por Branka Berberijan.- Para rendir el honor a la verdad, tengo que reconocer que muy a menudo me inspiro en artículos publicados en este mismo medio, ya que me abren el canal epifánico y, luego, el sistema asociativo se va desarrollando acorde con su propia lógica.

Pues bien, acaba de horrorizarme el texto, -y sobre todo la foto-, sobre los perros vilmente maltratados y asesinados de manera más cruel en China, -cuya carne luego sirve para el consumo humano-, hasta tal punto que no me resistí a relacionarlo con los últimos acontecimientos que tuvieron lugar en Mijas (Málaga), donde el alcalde Ángel Nozal, junto con el director de Hipódromo Antonio Maldonado y la consejera delegada del mismo Lourdes Burgos, anunciaron a bombo y platillo una temporada de carreras de galgos, práctica erradicada en la zona tiempo atrás, y prohibida en muchos países.

Y para poner a los lectores al tanto, tenemos que volver al pasado de esta villa blanca, que va indisolublemente unida al de Maldonado, alcalde socialista durante muchos años, que accedió al puesto tras abandonar una empresa de tragaperas en que estaba trabajando. Y esto ya es el primer rasgo del retrato de El Sultán, el nombre de pila que le puso la ciudadanía mijeña, que luego cambió en El Mandarín por sus negocios en China.

Bueno, volvamos al asunto, para este Maldonado, alias El Sultán, alias El Mandarin, mentalizado en la empresa de tragaperras, todo lo existente sirve para generar dinero, tanto es así que con este objetivo trajo varios refugiados de guerra de Bosnia, que, después de quedarse con sus subvenciones, les dio una patada, les mandó la policía para sacarles de sus viviendas y mandarles de vuelta a su país en que las actividades bélicas estaban el pleno apogeo. Y luego, seducido por la aérea ruta de seda, inaugurada por Felipe González, montó su empresa Áero China, dejó la alcaldía a su hombre de paja Agustín Moreno, y se embarcó en esta nueva aventura empresarial, ni que decir tiene que, ejerciendo de alcalde, ya había montado varias empresas y ganado mucho dinero vía tráfico de influencias.

No obstante, el hombre de paja, sacudió la paja, clavó un cuchillazo en la espalda a su padre político, y se quedó él solo con el imperio entero, a lo cual, El Mandarín mijeño, volvió rabioso a su patria chica política, y empezó a perseguir judicialmente sin ningún éxito a su hijo pródigo.

Bueno, Maldonado ya estaba profundamente enterrado políticamente, cuando se le presentó una nueva oportunidad, que venía de mano de Ángel Nozal, candidato del PP para las elecciones de 2007. Al ex candidato y al alcalde de hoy, El Sultán le denunció en su día por el soborno del secretario del ayuntamiento y del concejal de urbanismo, ya que la intencionalidad del mismo fue recalificación de unos terrenos en contra de la voluntad del gobierno municipal. Y a raíz de este acontecimiento, le cogió por lo que más duele, y no sólo que haya conseguido resucitar él, sino que colocó también a toda su gente fiel de otrora.

Naturalmente, Nozal tuvo que buscar una justificación a este disparate, que suponía la traición a las siglas, a la dirección provincial, autonómica y nacional, a la militancia, a los votantes y a la ciudadanía en general, por lo cual le nombró a Maldonado director de Hipódromo Costa del Sol, de esta inversión fallida que costó a los contribuyentes mijeños muchísimos millones, y que se hizo con la única finalidad de otorgar más atractivo a los solares de alrededor, que ya habían traído a El Sultán unas comisiones más que suculentas.

Y lo más curioso es que él mismísimo reconoció que el recinto se hizo a sabiendas de que iba a producir pérdidas, cosa que declaró a El Confidencial, añadiendo que no había un solo hipódromo que generara beneficios. Y ahora, allí le tenemos, junto a Nozal, maquinando proyectos que podrían justificar y salvaguardar sus ganancias desorbitadas, así como las de sus hijos metidos en el mismo tajo. Y en el hipódromo ya hemos visto de todo, mercadillo de segunda mano, celebración de año nuevo chino bajo una carpa cubriendo sillas de plástico, y algunas cositas más. Y ahora viene el cierre del círculo, la última ocurrencia de estos dos son carreras de galgos, -prácticas prohibidas en muchos países-, queda patente que para Maldonado los galgos son lo mismo que tragaperas, o refugiados de guerra de Bosnia, simplemente, son máquinas para generar dinero, y una ves exprimidos, ya da igual lo que el destino les depare, hayan cumplido su misión en este mundo. De todo es conocido que, como ningún otro, el galgo, este hermoso y noble animal, una vez terminada su vida de corredor, suele estar abandonado o sufrir unos maltratos bestiales que lo llevan a la muerte, dados los elevados costes económicos que supone su manutención una vez que pierdan sus facultades de lucrar a sus amos.

Precisamente a raíz de estos hechos, se levantó en las redes sociales una pólvora nunca vista, hubo protestas más que indignadas de los particulares, distintas ONG-es y protectoras, ecologistas, y los promotores de las carreras se quedaron solos en su delirio recaudatorio. Y la que firma estas líneas, inspirada por el artículo sobre los perros en China, no pudo resistirse a la malicia de preguntarse si Maldonado, que tiene relaciones de todo tipo con el país de Mao, iba a exportarles los galgos descartados a los carniceros chinos, para maximizar la rentabilidad. Claro que esta idea es un paroxismo, pero un paroxsimo que tiene sobre todo un valor simbólico.