La derecha, siempre contra sí misma
Me ha llamado poderosamente la atención una frase de un experto leída recientemente: “los dramas españoles del XIX y del XX pueden explicarse por una lucha entre católicos”. Es una afirmación exagerada pero que resalta la verdad que contiene, que es mucha. La falta de entendimiento entre muchos políticos que se declaraban católicos hizo que triunfara el enemigo de todos. Es cierto: fueron intensas las batallas intelectuales y políticas entre católicos que querían adaptarse a la modernidad y católicos que defendían una vuelta imposible al Antiguo Régimen.
Quizá, en la última parte del XX, ya con el sistema nacido de la Transición –y que no pienso considerar una democracia- hasta nuestros días, la batalla anterior se sigue mostrando como una pugna interna en la derecha que dificulta la lucha contra el enemigo común: un socialismo estatista y antinacional defendido por los dos grandes partidos. Sé que muchos ya tienen en su cabeza el problema de las etiquetas políticas. No renuncio a ellas, nos sirven para saber de lo que hablamos. La derecha hoy es el espacio enorme en el que se encuentran los que defienden la unidad nacional, el libre mercado, la propiedad privada, la tradición cristiana de España y un Estado de Derecho en el que la ley se respete y cumpla de la única forma posible, que es con una Justicia independiente. Estas ideas son los principios básicos de millones de españoles. Perderse en la erudición que busca matices es propio de las cátedras y de la ciencia política, pero no es propio ni adecuado para la estrategia política.
Y sin embargo, a pesar de que millones de ciudadanos aspiran a una España en la que estos principios básicos sean defendidos por sus representantes, la derecha política ha preferido ir contra sí misma, suicidándose una y otra vez y culpando siempre a otros. Es la derecha que impide la derecha. Es esa derecha cuya característica que la define nítidamente es que no quiere llamarse derecha y por eso inventó todo tipo de matices sin matizar, llamándose sociales, demócratas cristianos, conservadores, centristas, patriotas constitucionales, liberales, libertarios… Pero ha llegado el momento en que todos deben asumir su responsabilidad para empezar a unirse en torno a un proyecto de emergencia nacional.
Los católicos por exageración, que creen que la Iglesia católica no ha hecho nuevas propuestas en cuestiones sociales o políticas más allá de León XIII sin leer la maravillosa doctrina del Vaticano II o las encíclicas de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Los católicos progresistas del credo a la carta y los que desprecian la religión que olvidan que defender España es defender el cristianismo y que defender el cristianismo es defender a España, porque sin fundamentos sus ideas se volatilizan.
Los liberales que no admiten matices a una libertad que sin orientación adecuada se convierte en el mejor aliado del socialismo.
Los sociales más cercanos a admirar las falsas propuestas del socialismo que a defender la propiedad privada y los principios de un bien matizado liberalismo económico frente al gigantismo de un Estado opresor.
Los antidemocráticos que confunden el sistema actual partitocrático con una auténtica democracia deben entender que no hay que tener miedo a la democracia porque nuestras ideas son mejores.
Los conservadores que se pierden en su admiración a modelos del pasado sin entender que estamos ante un mundo nuevo y cambiante.
Y a todos, que hay que volver a nuestros mejores estadistas, a nuestros mejores sabios, a nuestra maravillosa Historia, para llegar a una inteligencia del pasado que nos permita afrontar el futuro.
Sí, hoy urge más que nunca el conocimiento del pasado para construir con creatividad el futuro. Decía un historiador que los grandes fallos de la Transición se debieron a que la mayoría de los políticos de entonces no sabían nada de Historia. Hoy el sistema se desmorona y sólo sabremos salir hacia un mundo mejor si creamos las soluciones a partir de las lecciones de la Historia: el 18 de julio de 1936 ya no había tiempo para matices, las derechas todas se unieron por última vez para defender la unidad nacional, la tradición cristiana y la libertad frente a un terrible totalitarismo. Hoy, la lucha es en el terreno de la política, con los medios que ofrece la política. Habrá siempre una derecha marginal que prefiera la erudición de la cátedra o la comodidad de los negocios a la actividad política. Ellos, en su ineficacia, en su desdén, serán tan traidores a la patria como los enemigos de España. A problemas nuevos, soluciones nuevas. La política requiere de audacia, habilidad, estrategia y mucha paciencia. Pero sin unidad, nada. ¿Será posible esto en el país de las sectitas y de la envida tras años de triunfo de las ideas socialistas? Quizá algunos sigan sin entender cuál es el enemigo de la libertad.
Sr. Piñar Pinedo.
Tampoco es que AES tenga muy clara su posición ideológica. Basta leer lo que dice su líder ( López-Diéguez) y su número 2 (F. Torres) …
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http://laestanteria.blogia.com/2012/061001–rescate-mejor-no-decimos-la-verdad.php#comentarios
HISPANO, confundir este totalitarismo partitocrático con la auténtica democracia de la Monarquía Hispánica con sus Cortes españolas, únicas, imitadas luego por el mundo libre anglosajón, Cortes representativas de toda la sociedad desde León en 1188, por ejemplo, es de un antipatriotismo ignorante.
Un patriota debe conocer la Historia de su Patria.
Entiendo lo que dice usted, pero no me convence. Esa Democracia de la que usted habla ya murió a principios del siglo pasado.
El momento más próspero en la Historia de España no se produjo bajo una democracia, sino bajo un estado totalitario, en palabras del adalid del momento.
El autor habla de “católicos por exageración” … ¿ no se referirá a AES?
Ya que si se ha de hablar de católicos por exageración y ultra-exageración, léanse el programa de AES.
Por cierto, ¿cómo se define AES? “”partido social cristiano””.
Pues eso, poniendo coletillas, tal y como critica el autor (con acierto) a otros partidos
Blas sigues cometiendo el error como muchos otros patriotas de ver en la democracia un cúmulo de bondades cuando es la democracia el mal de España. Y esto es una democracia, esa chapuza que crearon los que traicionaron al caudillo mientras este agonizaba.
Gracias a la democracia existe un separatismo rencoroso, existe ETA, Bildu, Sortu y Amaiur. Gracias a la democracia existe un odio visceral a nuestra historia, a nuestra religión, a nuestra Patria. Y por culpa de la democracia no podemos acabar con esos problemas. La democracia es el sistema de los peores.
Hispano, creo que ninguno de los patriotas que hemos anclado en AD nos engañamos respecto a la pseudodemocracia vigente, y es por ello que la tachamos de partitocracia. Pero ello no invalida la democracia en sí. Verás: a mi entender, el vicio capital de la fraudulenta democracia actual consiste en concebir toda sociedad natural como un aglomerado aleatorio de individuos sin ligazón o aglutinante interior alguno, excepto el hecho de compartir, accidentalmente, un determinado territorio. De ahí que la adhesión a un partido constituya, según esa falacia, el vínculo aglutinante esencial y, por consiguiente, el valor supraindividual por excelencia y… Leer más »
Permítaseme una pequeña corrección al por otro lado excelente artículo. En lugar de “…no hay que tener miedo a la democracia porque nuestras ideas son mejores” propongo: porque nuestra concepción de la misma es superior. Pues de lo contrario podría interpretarse que somos antidemócratas, lo que no es el caso, evidentemente. Y por cierto, el perfeccionamiento del sistema democrático imperante exige que los tres clásicos poderes ostenten el mismo grado de legitimidad en su origen, en lugar de que dos de ellos sean derivados de un tercero. (No sé si me explico…) Porque si sólo uno es elegido por las… Leer más »