Ser o no ser (De España al Perú)
Un genial inglés llamado William Shakespeare planteó hace muchísimos años un dilema harto interesante: Ser o no ser, esa es la cuestión. Ciertamente, de España al Perú es una cuestión de rabiosa actualidad, porque nadie quiere ser peruano como nadie quiere ser español. En el Perú, todo el mundo quiere ser inca, o se acoge a lo judío, lo árabe, lo italiano, lo alemán… A lo que pueda, con tal de no ser peruano, que es la cosa. Porque ser inca no es ser peruano, en todo caso es algo pre-peruano y que no abarcó a todo el actual Perú, como sí abarcó el Virreinato, la tradición política y acaso cultural más duradera, y que de hecho supo aunar en su seno a las culturas indígenas, antes más diseminadas e incomunicadas e incluso enfrentadas.
Se rechaza esta importantísima tradición que nunca fue sinónimo de colonia, mientras que el imperio incaico apenas superó la centuria; en cambio, los dos siglos republicanos parecen cargarlo todo, cuando objetivamente es la historia más mediocre, sangrienta e incivil de esta tierra sudamericana. Lo mismo nos sucede a los españoles, y se nos dice que nacimos como nación –valga la redundancia- en 1812, en unas Cortes de Cádiz manipuladas por unas oligarquías que nos convirtieron de potencia europea a país de miseria y subdesarrollo.
¿Por qué se da esto? Ciertamente, es algo complejo. Tan complejo como que desde los tiempos de Velasco, aquel dictador militar izquierdista (Bendecido por una muy buena parte del clero), se estableció que toda la culpa era de los españoles, una suerte de extraterrestres que habían llegado para robar el oro y rajarle las barrigas a las indias y privarles de un paraíso en la tierra como había sido el Incanato.
Esto, que parece un chiste fácil, es la triste realidad, y así han crecido ya varias generaciones. Por desgracia, esta Leyenda Negra embustera, que es capaz de aliarse con quien sea (Desde el islamismo al orgullo gay) para llenar de basura la civilización hispano-católica, es la senda a seguir en muchos pagos hispanoamericanos, ayudados por una oligarquía liberal española -y una pléyade de pseudo-intelectuales comunistoides- que desde hace dos siglos está esparciendo basura contra la identidad hispano-católica, y ahora es cuando más está cristalizando, ya que estamos de bicentenario. ¿No suena excesivo que tras dos siglos de supuesta independencia se culpe a los españoles de todos los males? Algo falló… Mejor dicho: Todo falló. Allá y acá. Fue el mismo proceso revolucionario, golpista y desintegrador, que nos acabó por partir en mil pedazos, y hasta ahora seguimos en esa terrible desorientación.
Así las cosas, ¿cómo no caer en el rechazo, en el complejo de inferioridad, en el desquiciamiento mental que lleva al social? Máxime cuando por ejemplo la mayoría de los peruanos no quiso la “independencia”. ¿De verdad hubiera sido plausible, si no hubiera habido un golpe contra la Corona comandado por las oligarquías criollas y aprovechando la invasión napoleónica, que el Perú se hubiera “independizado”? ¿O que esas mismas oligarquías hubieran convocado un referéndum? En ese caso, ¿cuál hubiera sido el resultado? Lo mismo que pasó en España tanto en las manipuladas Cortes como cuando a Carlos V le correspondió el trono y le fue arrebatado por el golpismo usurpador.
Tanto peruanos y españoles nos empeñamos en no ser. Y así como en los Andes se llora por Atahualpa, aquel cruel usurpador que torturó con las peores maneras a su hermano, en la Piel de Toro todos queremos ser descendientes de moros y judíos y defensores melancólicos del Al Andalus de las mil y una noches, lo mismo que todo el mundo quiere tener un abuelo republicano, modita que acaso cristalizó con Rodríguez Zapatero. Del ideal del cristiano viejo y heredero del visigodo como “ius sanguinis” a esto… Y sí, es reconocible que no pocos cronistas medievales exageraran el papel godo, probablemente uno de los pueblos que menos nos influenciaron, pero que, paradójicamente, fueron los fundadores de nuestro ideal patrio, ideal que impregnó en la Reconquista y sobre todo a la monarquía leonesa. Tenía más sentido eso. Lo que no tiene sentido es lo otro, así como que muchos andalusíes de origen hispánico se buscaran fantasmagóricos abolengos en la Península Arábiga. Los mismos separatismos buscan ese rechazo, esa hispanofobia, como se está dando también en no pocos sectores gitanos, tal y como dijo Joaquín Cortés tiempo ha: “Soy gitano antes que español”.
Lo que nos hacía falta era otro nacionalismo etnicista… Añadido a la barbarie antihistórica y antifilológica de Sabino Arana se han ido añadiendo las más peregrinas teorías: En Galicia no son españoles porque tocan la gaita y son más celtas y suevos que otra cosa, en Andalucía resulta que somos moros y es algo que hasta en el Perú se cree, en Cataluña se pasó de defender la tendencia a la braquicefalia al islamismo catalán…. Todo por buscar una diferencia determinista, un argumento supuestamente irrefutable para la endofobia. Como en la Venezuela de principios del XIX el juez Briceño y el dictador Simón Bolívar lanzaron las más brutales proclamas (Que se hicieron prácticas) de exterminio contra la “raza española”, su camarada Campo Elías dijo que estaría dispuesto a degollarse con tal de exterminar dicha raza…
Y claro que en España hay diferencias regionales. Pero al contrario de muchos países de Europa, bastante más nuevos y traumatizados, en nuestro país la interacción sanguínea y cultural ha sido harto considerable, empezando porque los reinos cristianos del norte no podrían haberse asentado sin los mozárabes que del levante, la meseta y el sur emigraron, ni amplias áreas del sur y el este peninsular podrían haberse consolidado para la cristiandad sin los repobladores venidos del norte. En este largo proceso histórico comenzamos a conocernos y mezclarnos los hispanos por muchas razones, tal y como ocurrió en las Canarias y en las Indias. Nuestra diversidad lingüística no es ni por asomo superior a la de muchos países de Europa; es más, todas nuestras lenguas están emparentadas entre sí como buenas hijas del latín, y a excepción del vascuence, que es la única lengua indígena (De origen preindoeuropeo) que conservamos en la Península. En cambio, ¿acusaríamos a los romanos de genocidas y le echaremos en cara todos nuestros males? Ni tan siquiera haríamos eso con los moros… Porque en verdad constituiría una idiotez.
Así las cosas, podemos seguir queriendo no ser, podemos seguir en el escapismo y la falsedad, y desde los traumas psicológicos individuales y artificiales extendernos a lo social; o por la contra, podemos coger el toro por los cuernos de una buena vez y lanzarnos de nuevo al ruedo, comprendiendo una misión histórica imperial. De la fe y la razón depende.
dios mio querido. Cuanta sarta de disparates; y que brutal desconocimiento de la historia y de la realidad; propia ( me refiero a España por supuesto) y ajena, ( sobre todo la latino-americana).
¿Argumentos, por favor?