Crisis, maldita crisis… y algunos sin querer enterarse
Imaginen que hace tres décadas yo hubiera decidido comprar una casa, o mejor dicho (por aquello de las tres ideas-fuerza claves de la ideología “progresista” optar por un coche nuevo, una nueva casa… y “nueva compañera”) pedir un préstamo hipotecario, pongo por caso de 120.000 euros, y pactar con mi banco que durante los cinco primeros años solo pagaría intereses, no amortizando nada del capital.
Pero, sigan imaginando que además de contratar el préstamo hipotecario, como antes les dije, pues, también, me compré un vehículo de marca, y… y no escatimé en gastos, pues como comprenderán no iba yo a ser menos que el vecino (¿Recuerdan el tren de vida que se empezó a imponer en España, la “España que pasados unos años no iba a reconocer ni la madre que la parió…”? Alfonso Guerra dixit; para los que se hayan olvidado de él, el amigo más menos torpe de Felipe González…).
Supongan que transcurridos los cinco años en los que, no se olvide que solamente pude pagar intereses, y no amorticé nada del capital que me prestó el banco, pues llegué a la conclusión de que, para seguir en la vorágine de consumo, frivolidad, fiestas y más fiestas… pues que mejor que renegociar con el banco. Así que pacté con mi entidad bancaria “amiga” que me ampliara el préstamo, de manera que no tuviera dificultad para seguir asumiendo los pagos de las diversas “cosillas” que había adquirido, nuevo coche, nueva compañera… y ya puestos, pues invertí en una segunda residencia. Así que contraté un préstamo de 300.000 euretes, eso sí, a más largo plazo, de manera que me fuera fácil y cómodo de pagar… logré que el banco me redujera la cuota mensual, a condición de que se prolongara el tiempo en el que solamente pagaría intereses. Esta vez en lugar de cinco años en los que no amortizaría capital, serían ¡Diez!
Pasados los diez años (si las matemáticas no fallan, 15 años después de los “fastos del 92”) pues yo seguía, no ya con el ritmo de consumo de cuando me compré la casa y el coche de marca, sino que lo había multiplicado por tres o cuatro… Cambié de coche, de casa… hasta de compañera, en múltiples ocasiones. Así que volví a renegociar el préstamo hipotecario… Y “así” varias veces durante treinta años.¿Se imaginan cuál sería el estado actual de mi economía?
Evidentemente aún no habría amortizado nada de nada, tendría una deuda astronómica… un lastre del que nunca me libraría durante lo que me quedara de existencia, y lo que es peor: lo heredarían mis hijos, nietos, biznietos… ¡Dirán ustedes que para qué nos cuenta todo esto este buen hombre!
Pues muy sencillo, todas las administraciones sin excepción, todos los gobiernos municipales, mancomunidades, diputaciones, cabildos, regiones (da igual la denominación de la “taifa”) y los Gobiernos Centrales; independientemente de la agrupación política que ostentara el poder, el cacique de turno, la oligarquía de que se tratara, han obrado de la manera que describo… En España hasta la más diminuta aldea posee un polideportivo municipal (y a algunos mandamases seguro que se les ocurrió también instalar jacuzzis) daba igual si era o no “rentable”, daba igual si podría ser luego conservado, o el municipio poder asumir su mantenimiento, daba igual si tendría o no en el futuro usuarios.
En España tenemos unas autopistas de fábula (la mayoría “gratis total” que dirían los progres redundantes) lo de menos era si se necesitaban o no, si tendrían tránsito suficiente, o el coste de mantenimiento futuro. ¡Menuda red de asfalto que nos hemos dado!Como sabe cualquier persona medianamente informada, al igual que autopistas, se construyeron aeropuertos (ninguno de ellos rentable, algunos aún por inaugurar…) se pusieron en marcha trenes de alta velocidad.
Se crearon 17 miniestados, con sus correspondientes gobiernos, parlamentos, redes de funcionarios, asesores, enchufados, empresarios “amigos”… En fin, un largo etc. de despilfarro, malgasto, derroches miles, cientos de miles que llenarían una enciclopedia sobre la corrupción, el fraude, el mal-gobierno, el latrocinio, la infamia…
En definitiva, España tiene una deuda inmensamente grande, absolutamente impagable, por más ajustes, recortes… más y más impuestos que se suban o se creen (sean directos o indirectos), aparte de empobrecer a la clase media, como mucho van a ir a parar a pagar intereses (nunca a amortizar el capital prestado, no se olvide) Y ¿Qué solución nos queda?
Algunos dicen que España habrá de negarse más tarde que pronto a pagar la deuda (que insisto, es impagable) declararse en suspensión de pagos, en bancarrota… Evidentemente, mientras los acreedores sigan pensando en que aún les cabe la posibilidad de recuperar alguna parte del dinero que nos han prestado, seguirán reteniéndonos, consintiendo que permanezcamos en la “zona euro”, en la UE, pero evidentemente o nos vamos o nos echan. Posiblemente, aunque sería una opción especialmente “dolorosa” más nos valdría volver a la peseta, y “volver a empezar”, comenzando por iniciar un periodo constituyente en el que ser rediseñe el modelo de Estado, de administración, se inicie el camino de la regeneración y nos homologuemos a las restante democracias de nuestro entorno cultural, y se instaure un régimen de democracia parlamentaria, un verdadero estado de derecho, con plena separación de los tres poderes.
Indudablemente, todo ello es impensable que lo haga la actual casta parasitaria que nos malgobierna y que ha sido la causante del desaguisado del que vengo hablando. Posiblemente lo más deseable sea que nos intervengan y nos tutelen hasta que se normalicen las cosas en la dirección que vengo describiendo.
Antes de finalizar se me ocurre hacer una reflexión/pregunta ¿cómo es posible que si la caótica situación que estamos sufriendo haya sido resultado de las políticas colectivistas, socializantes, intervencionistas, derrochadoras… en nombre del interés general,… siga aún conservando un prestigio inmerecido la denominada “izquierda”? ¿Cómo es posible que habiendo gobernado en España la izquierda, más de las dos terceras partes del tiempo transcurrido desde la muerte del General, insisto, como es posible que la izquierda siga siendo capaz de salir airosa, salvar su prestigio, salir indemne y culpar a la derecha de la crisis económica, política, y de toda clase en las que estamos inmersos?
Se llama jeta y caradura .. asi de sencillo y claro, lo malo es que algunos: o no quieren verlo o sencillamente estan tambien agarrados a la teta … y esa no la sueltan si no es a palos.