Gran Bretaña, a punto de convertirse en un Estado neo-totalitario
Hal G.P. Colebatch.- En mi calidad de profesor de ciencias políticas y de derecho internacional no suelo utilizar el término totalitario a la ligera. No hay campos de concentración ni gulag, pero si una campaña que busca modificar la sicología del pueblo para crear un nuevo Homo Britannicus. Unas policías del pensamiento imponen modos de pensamiento y detectan las herejías, y los disidentes pueden ser objeto de pesados castigos.”
Las resoluciones sobre la difamación de las religiones, adoptadas por la ONU ya tienen un impacto sobre Occidente, y seguirán teniéndolas porque tenemos policías del pensamiento políticamente correcto que hablan el mismo nuevo idioma que la Organización de la Conferencia Islámica. Al igual que en Gran Bretaña, hay en Canadá una floreciente industria del antirracismo cuyos poderes tentaculares sobre los pensamientos, las palabras y los actos de los ciudadanos son ejercidos con un celo que sobrepasa el de las fuerzas del orden en la represión de la criminalidad violenta y el terrorismo. La batalla para preservar la libertad de expresión apunta tanto a lo políticamente correcto como a la difamación de las religiones, esas dos caras del neo-totalitarismo.
El Gobierno ha dado un paso adelante con un proyecto de ley que criminaliza los chistes políticamente incorrectos, con sus penas correspondientes que pueden llegar hasta los siete años de prisión. La Cámara de los Lores trató de introducir una enmienda para proteger la libertad de expresión, pero el Secretario de Justicia Jack Straw la tumbó. Es el mismo Jack Straw que ya propuso en su día la redefinición de la “Englishness” (la “anglicidad”), sugeriendo que el “pasado imperial” explicaba la violencia manifestada por unos “hombres blancos racistas y xenófobos” en los partidos de fútbol. Afirmó entnces que es a causa de su “propención a la violencia” el que los ingleses hubieran sometido a Irlanda, a Escocia y al País de Gales, y que como raza, los ingleses eran “potencialmente muy agresivos.”
En el transcurso de los últimos 10 años, he acumulado numerosos ejemplos de penas draconianas, entre ellas la detención y la inculpación criminal de niños, por crímenes del pensamiento y por delitos contra lo políticamente correcto.
El presidente del Countryside Restoration Trust y redactor Robin Page dijo en una manifestación contra las leyes prohibiendo la caza en el Gloucestershire en 2002: “Si usted es una lesbiana con una sola pierna, negra, musulmana, vegetariana, camionera, y demandante de asilo, entonces quiero los mismos derechos que usted.” Page fue arrestado, y al cabo de cuatro años, recibió una carta comunicándole que ninguna acusación sería retenida contra él, pero que “si nuevas pruebas concerniéndolo llegaran a nuestro conocimiento, pediremos que nuevas diligencias sean abiertas contra usted”. Necesitó cinco años para limpiar su nombre.
Por lo menos Page era un adulto. En septiembre del 2006, una alumna de 14 años, Codie Stott le preguntó a un docente si podía unirse a otro grupo para realizar un proyecto científico, ya que las chicas de su grupo no hablaban más que urdu (lengua oficial de Pakistán). Según Stott, la primera reacción del profesor fue gritarle: “¡Esto es racismo, te las vas a ver con la policía!” Descompuesta y aterrorizada, la alumna salió para recuperar la calma. El profesor llamó la Policía y algunos días más tarde -las autoridades, al parecer, reflexionaron profundamente sobre el caso- la niña fue detenida y llevada a una comisaría donde se tomaron sus huellas digitales y su fotografía. Según su madre, pasó tres horas en una celda vacía…
Fue sometida a un interrogatorio en base a sospechas de haber cometido “un crimen racista de orden público”, y posteriormente fue liberada sin cargos. Al parecer, la dirección de la escuela se plantea tomar otras medidas, no en contra del profesor, sino contra Stott. La directora Edkins Anthony habría declarado: “Ha habido un alegato serio concerniendo un comentario racista. Buscamos garantizar un comportamiento lleno de consideración y de tolerancia hacia los alumnos de todos los orígenes étnicos, y rechazamos el racismo en todas sus formas.”
Un niño de 10 años fue arrestado y llevado ante un juez por haber llamado un chico de 11 años “paki” y “Bin Laden” en el transcurso de una pelea de patio de recreo en una escuela primaria (el otro chico lo trató de mofeta y de Teletubby). En el momento de la vista oral, el caso ya había costado 25.000 libras esterlinas a los contribuyentes. El acusado se ha sentido tan trastornado por todo este asunto que ha tenido que cambiar de escuela. El juez Jonathan Finestein ha declarado: “¿Realmente hemos llegado al punto de perseguir a niños de 10 años a causa de lo políticamente correcto? Crímenes mayores son cometidos todos los días y la Policía no se toma el trabajo de presentar denuncias de oficio. Esto es una insensatez.”
Finestein fue atacado sin tregua por los dirigentes del sindicato de la enseñanza de la misma forma que en aquellos juicios de caza de brujas en los que los que tomaban la defensa de un acusado o señalaban fallos en las acusaciones eran inmediatamente acusados de brujería y destinados a la hoguera. La unidad de los “Crímenes de Odio” de la Policía ha llegado a investigar a una marioneta con forma de zorro en un programa infantil de televisión que había hecho un chiste sobre los gitanos. La BBC tuvo que admitir que Brush (el zorro) se había comportado de manera incorrecta y aseguró a la Policía que el episodio sería retirado.
Un obispo recibe una advertencia de la policía reprochándole el no hacer suficientes esfuerzos para “celebrar la diversidad”, lo que parece haberse vuelto una norma cuya aplicación corresponde a la policía. Un hogar cristiano de ancianos para miembros del clero y del personal religioso pierde una subvención por no haber informado a los entrometidos oficiales el número de residentes homosexuales. El hecho de que nunca se les preguntó a los residentes sobre esta cuestión ha sido considerada como prueba de homofobia.
El año pasado, una escuela ha dió satisfacción a unos padres musulmanes que se oponían a que le entregaran a su hijo menor de edad libros que preconizaban el matrimonio y la adopción por parejas homosexuales. El material que los ofendía fue retirado. Este año, unos padres cristianos se han opuesto al mismo material en otra escuela. No sólo sus exigencias han sido rechazadas, sino que han sido amenazados con denuncias ante la justicia si retiraban sus hijos del centro.
En los últimos meses se han dado numerosos casos de personas que han sido despedidas en escuelas, hospitales y otras instituciones por cuestiones de religión. En muchos de esos casos, como antiguamente en la Alemania del Este, no se trataba de palabras gritadas fanáticamente en público, sino de conversaciones privadas que han sido denunciadas antes las autoridades.
Una enfermera ha cometido el crimen de ofrecerse para rezar por un paciente. Este no se quejado del ofrecimiento, sólo lo ha comentado a otra enfermera. La recepcionista de una escuela primaria, Jennie Cain, cuya hija de cinco años fue reprendida por haber hablado de Jesús en clase, ha sido echada de su trabajo por haber pedido apoyo a su glesia. Un e-mail privado que había enviado a otros miembros de la iglesia para solicitar unas oraciones cayó en manos de las autoridades escolares.
Tanto la permisividad por una parte como medidas draconianas pueden ser desplegadas para destruir normas y valores socialmente admitidas. Como muestra, un botón: la Royal Navy ha instalado una capilla satanista en un navío de guerra para dar satisfacción a las propensiones satanistas de un miembro de la tripulación. “¿Qué hubiera dicho Nelson?” es el tópico habitual de cierto periódico británico acerca de los escándalos en la marina, pero en este caso la pregunta parece legítima. La parafernalia satanista es igualmente puesta a disposición de los detenidos que lo requieran.
Esta campaña parece provenir de oficinas cuasi-gubernamentales o no elegidas que controlan diversas instituciones y son responsables en grados diversos más ante los electores que ante el propio Gobierno. Pero el Gobierno la fomenta de una manera indirecta que le permite negarlo.
Tomados de manera aislada, estos incidentes podrían ser rechazados como una aberración, pero en su conjunto -sólo he mencionado una pequeña muestra, otros son conocidos a diario- proporcionan un retrato bastante claro.
*Hal G.P. Colebatch es un escritor, poeta, conferenciante, profesor y abogado australiano muy conocido. Su libro “Blair´s Britain” fue seleccionado como libro del año por The Spectator en 1999.
Ellos dirán ser antirracistas, pero son antiblancos que persiguen el geNOcidio de la raza blanca, mediante inmigración masiva y asimilación forzada.
Antirracista es una palabra en clave para antiblanco.
Al igual que los bárbaros acabaron con el Imperio Romano desde dentro, así los seguidores del islam, utilizando el vientre de sus mujeres, destruírán lo que es cultura y civilización occidental europea. Los jihadistas son atrasados, torpes e incultos, peor educados, peor organizados y peor armados, pero tienen una gran ventaja: son MUUUUCHOS… y esto es suficiente para imponer la sinrazón y terror, o al menos modificar de modo irreconocible el entorno social en el que se entran.
me cago en el sionismo y la masoneria corruptora y trituradora de todo lo humano, de todo lo Cristiano.
Me cago en los progrefachas pero el sionismo no tiene nada que ver en ésto. No mezcles manzanas con naranjas.
para mear y no echar gota señores..
Mientras, permiten a una multitud de barbudos locos con megáfonos, pedir la muerte de soldados ingleses, decir lo que les venga en gana de Cristo, anunciar la venida de la sharia, etc, etc…
No es cierto eso de que se controle a los que ofenden a las religiones, solo se controla y ataca al profesa el cristianismo o a ateos o agnósticos que critican el islam.
Estado totalitario anti-balnco, concretando.
Este estado totalitario no era el que publicitaba esa ridiculez de película adoctrinadora propia de pijo progres gafapastas llamada V de Vendetta que tambien se cernía sobre Gran Bretaña.