En verdad resulta cansino tratar sobre la política de Oriente, pues todo el mundo parece ser experto en la materia. Empero, el mundo, nuestro mundo, está cambiando, y no para bien. Una avalancha geopolítica de los países árabes a los confines chinos parece ser el nuevo eje. Y dentro de ese quilombo (Valga el argentinismo) se está formando una terrorífica guerra mundial. No hay más primavera árabe que una profundización de revoluciones islamistas con el amparo de la CIA y el Mossad, los mismos que quieren ir a por Siria e Irán. Y resulta que en Siria se han estancado, pues no estamos hablando de una nación beduina, con un estado débil y poco poblada, como era el caso de Libia. Siria es un estado grande y relativamente fuerte, máxime si comparamos el difícil equilibrio de la zona.

Con la ideología baasista asentada y reforzada por minorías (Desde el alawismo de Al Assad a los cristianos), no sin corrupciones e hipocresías tercermundistas, ha encontrado en Irán un aliado importantísimo. Puede que los oscuros laboratorios yanqui-sionistas pensaran que adentrarse por Damasco era coser y cantar, pero fallaron sus cálculos. En verdad vienen fallando bastante desde el Vietnam. Pensaron que, como de Túnez a Egipto han instalado al islamismo con la ayuda del Marruecos alahuí, los wahabitas de la Península Arábiga y los Hermanos Musulmanes, esto sería un paseo militar, y una vez más se les aguó la fiesta.

No obstante, ¿qué excusas nos dan para esta nueva oleada bélica? Que Israel tiene derecho a defenderse, que está siendo amenazado por Irán, un estado teocrático que quiere tener la bomba atómica para cepillarse a medio mundo, y que por supuesto Tel Aviv será el primer perjudicado. Que una potencia nuclear y constantemente agresora como Israel, cuya política se despeja con Estados Unidos como punta de lanza del islamismo, nos venga con estas historias es de cachondeo. Son los mismos que en Europa nos exigen tolerancia y apoyan a los musulmanes en todas las iniciativas cuando de su suelo echan a los inmigrantes africanos a patadas. Son los mismos que no tienen reparos en llevarse a civiles por delante cada vez que se les antoja.

Con todo, poca simpatía puedo sentir por el régimen de los ayatolás por no decir ninguna. En todo caso las tendría mucho más por la milenaria monarquía persa que derrocaron con la ayuda de la república francesa. Pero lo que es, es. Ni Siria ni Irán islamizan Europa, si bien es cierto que algunas instituciones sirias mantienen su nacionalismo hasta el paraíso andalusí que nunca existió más que en el romanticismo europeo del siglo XIX que luego el andalucismo politizó. Ni Siria ni Irán envían inmigrantes en masa (Como tampoco lo hacía la Libia de Gadafi, que como excepción en la “región”, era un país receptor), como sí lo hacen los aliados de Estados Unidos e Israel. Estados Unidos que, por cierto, lleva años insistiendo para que Turquía entre en ese triste engendro llamado Unión Europea, y es que no en vano Turquía y los delirios imperialistas otomanos representan un papel de primera magnitud en esta geopolítica de locura, que ya tuvimos oportunidad de denunciar en esta casa:
https://www.alertadigital.com/2011/11/04/loca-geopolitic%E2%80%8Ba-con-grecia-y-turquia/

Así, pues, ¿quién tiene derecho a defenderse? Empecemos porque ni Israel ni Estados Unidos se están defendiendo sino agrediendo continuamente, entrando en una veloz y paranoide fase. Siria e Irán tienen, cuanto menos, derecho a no querer injerencias extranjeras en su suelo. Asimismo, no es de recibo que una nación tan pequeña y agresora como Israel, la cual vive de las multimillonarias subvenciones de Estados Unidos y Europa (Cosa de la que hasta los judíos norteamericanos comienzan a estar hartos) involucre a medio mundo en sus historias. Nada nos han hecho ni Siria ni Irán y por tanto nada tenemos que ir a hacer allí como nada tenemos que hacer en Irak, Afganistán y tantos otros absurdos frentes de esta esquizofrénica pseudo-civilización de especulación, usura, drogas, petróleo y hamburgueserías.

Y es que hablando del derecho a la defensa, más nos valdría (Y que lo pensase Europa entera) coger el toro por los cuernos y posicionarnos clara y bravamente frente a Marruecos, continuo agresor y aliado de esta brutal onda expansiva, que ahora quiere posarse como buitre sobre los despojos de España.

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