El día de la Hispanidad
Han desfilado dignos, callados y austeros nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ante la miseria moral de las autoridades presentes en la Plaza de Neptuno de Madrid. Igualmente, la ausencia de representantes del Estado ha sido, un año más, significativa. Esos que por un lado piden 5.433 millones de Euros y por el otro adoctrinan el odio a quien les tiende la mano y, a más, les ha dado la autoridad que hoy disfrutan.
Pero lo más importante ha ocurrido en la Plaza de Cataluña de Barcelona, donde la iniciativa popular, el pueblo llano, harto de locuras políticas disparatadas, se ha echado a la calle enarbolando las banderas que a todos nos representan, la Española y la Catalana, si, sin complejos. ¡Ya era hora!. Más de treinta años callados, oprimidos y perseguidos en su propia tierra por el odio y el delirio de quienes ni les permiten expresarse en su lengua materna.
Sumidos tanto tiempo en la persecución stalinista de los distintos Gobiernos de Cataluña, como en la inacción y el mirar para otro lado de todos los Gobiernos habidos desde 1978, se ha llegado, como ocurriera en Móstoles hace dos siglos, a decir; “hasta aquí heno aguantado, ni un paso más”. Los catalanes de bien se han echado a las calles, sin siglas, sin partidos, sin intereses ni subvenciones a decir claro y alto que ellos son Cataluña y por lo tanto España.
Como aquel Andrés Torrejón en Móstoles en 1808, hoy D. Manuel Parra de la plataforma “Espanya i Cataluya”, ha leído un comunicado que podemos tildar de histórico, haciendo llegar, aunque no quieran oírlo, a los dirigentes actuales catalanes, que ellos son muchos y que tienen voz. Que han perdido los complejos y que no están por la labor se verse obligados a renunciar a su identidad española.
Dos escenarios, los de hoy, que son dignos de observar. Por un lado unos responsables de nuestra miseria material y humana y por otro, el pueblo reclamando su dignidad de españoles diciendo basta ya a unos dirigentes que los representan. ¡Que gran dilema estamos viviendo!
D. Arturo Más ha de estar al borde del infarto, pero como es ya sabido y comprobado, lo que les va a nuestros políticos, es mantenella y no enmendalla. Así pues, esa plataforma ha de seguir reclamando con frecuencia lo que les pertenece, que no es otra cosa que su historia común, su pertenencia a esta gran Nación llamada España. La más antigua de Occidente.
Aquí le dejo a D. Arturo un recuerdo histórico:
¡Cataluña independiente!El grito recorrió la plaza y las calles abarrotadas. Los altavoces proclamaban la noticia de que Cataluña entera había respondido al llamamiento. ¡Cataluña independiente!. Un pueblo alcanzaba su meta; las gargantas no podían expresar lo que las almas sentían. Banderas con las cuatro barras de sangre florecían en las manos, en las ventanas. Y el himno antiguo y venerado tronaba por doquier, una y otra vez. ¿Dónde estaban los representantes del Gobierno de Madrid?. Se decía que el alcalde había huido, que el comandante Martínez de Soria había desaparecido del Cuartel. Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Las horas transcurrían vertiginosamente. Pasaban camiones y de los pueblos llegaban mensajeros que transmitían de un lado para otro la buena nueva. Camallera, nuestro; San Feliu nuestro, Figueras nuestro, Puigcerdá nuestro. Pero en aquel momento, por el lado de los cuarteles de Infantería, situados detrás del Seminario, se oyó un redoble de tambores. Era un redoble rítmico que se iba acercando, que descendía hacia la parte baja de la ciudad. Gerona entera calló para oírlo. Alguien corrió Rambla abajo, abriéndose paso, como llevando un mensaje. ¿Qué pasaba? También de los cuarteles de Artillería iban saliendo soldados, en perfecta formación. Los oficiales en cabeza, marcialmente, a lo largo del río, hacia la Plaza Municipal. Al frente de todos, montado sobre un caballo blanco, el Comandante Jefe de Estado Mayor. Detrás, el comandante Martínez de Soria. Eran dos columnas que iban a confluir en el Puente de Piedra. Nadie sabía si aquellos piquetes de tropa eran amigos o enemigos. A ambos lados del Jefe de Estado Mayor, soldados con antorchas. De súbito se oyó un toque de corneta. ¡Estado de guerra! Sin bajar de su caballo, mientras oficiales y números presentaban armas, el comandante leyó el Bando declarando el estado de guerra en la ciudad. ¡Enemigos! El ejército se había declarado enemigo. Como un río se proclamó el rumor. La multitud se dispersó con inaudita rapidez, entre las sombras. El ejército tenía orden de disparar al menor conato de resistencia.
(Ese relato es de la novela “Los Cipreses Creen En Dios” de José María Gironella. Escrito en 1.957, relata hechos del año 1.934, la revolución de Octubre, en Gerona).
No eran autoridades,la autoridad requiere aceptacion y autoconvencimiento moral de,que quienes asi figuran y son nombrados,son los mejores de la sociedad y trabajan para ella,y por lo tanto al ser los mejores y trabajar para el pueblo,se les acepta como autoridad. Esos gañanes,que ocupaban tribuna,algunos uniformados y otros que ellos mismos dicen ser “representantes” del pueblo no reunen esos requisitos,luego no son autoridad,son otra cosa y no buena. Son la escoria de la sociedad,impostores,farsantes,engañadores y malignos con el pueblo,justo lo mas opuesto a lo que es ser y tener autoridad. La mujer del Cesar,debe de serlo y parecerlo. Dejarse de… Leer más »