Canutos públicos
Malo, malo. Una desesperada adicción a los alucinógenos domina a la injustamente denostada casta política. Los pobres. Y es que no es un vicio, es una enfermedad, les corroe el conocimiento. La droga, esa maldita droga, ¡ay, señor! La siembran, la cultivan, la tratan y después, fosas nasales limpias, boca bien abierta y pulmones como esponjas, toda para dentro.
Asoma lozana la malvada en los archivadores de los despachos, plantas de dos metros en el bidé, pastillitas de colores, ésta sí, ésta no, ésta me gusta, me la como yo. Y aquél. Y el que se fue para no volver, bien puesto hasta las cejas de brotes verdes mientras aliaba civilizaciones a diestra y siniestra. Aquí una puntualización, qué no se me olvide. Remendón, a ti te digo, que en mi epitafio escriban que morí ciscándome en tu calavera.Sigo con lo mío. Fátima Báñez, ministra del desempleo, dice que “estamos saliendo de la crisis”.
Mi vecino se ha gastado lo que le quedaba del subsidio y la pensión de los padres en treinta metros de traca y un castillo de fuegos artificiales. Hay que celebrarlo por todo lo grande, di qué sí, Ramiro. Mañana te sale curro. Afíliate al partido y de asesor, que cuenta como funcionario sin serlo. ¿Qué a qué partido? Al que sea de los dos, que no te enteras, que lo mismo da. Y si no te dan trabajo, que te inviten, que rule. Por lo menos, verás la realidad desde el prisma del colocado, en ministerio o autonomía.
Que también pase el helicóptero de la benemérita por Ferraz, que José Luis se llevó la mitad del cargamento para allá, y ahora Alfredo se está poniendo cianótico. Se siente respaldado, están a muerte con él. Se nota, se nota la lepra. Amor familiar, baronías entregadas. Fumata azul por las rendijas de ventilación y todos a grabar el nuevo Thriller del Jackson Rubalcaba. Muertos vivientes que quieren a su líder con idéntico amor que el que Judas dispensaba. Alguno hay dispuesto a quemarse a lo bonzo. Si le quitan la dedicación exclusiva, que es triste pedir, pero más triste robar.
Pero sed optimistas, hermanos. Obedeced al nuestro monarca, asid el cuchillo y posadlo poderoso entre los dientes, junto al DNI. Y, libres las manos, con ellas amasad la semilla de la liberación y trabajad, perros plañideros y quejicas, que dais ganas de llorar. Así, cuando la noche de los tiempos caiga y el necesario descanso reparador os meza, nada mejor que fumar de los mismos brotes verdes de los que abusan esos que cobran por mandar. Será la única manera de no sacar a pasear el sacabuches, alfanje, navaja, faca, chaira, machete o puñal que portamos en la boca.
Bromas al margen. Lo que no aguanto de todo esto, lo que más me repatea el alma, es tener que soportar, además del quintal de sufrimiento habitual, el recochineo de los padres y madres de la patria. Qué se vayan todos al guano, armados con cucharillas de plata.