¿Renacer del panislamis?mo?
Egipto siempre ha sido una pieza clave para mantener la hegemonía norteamericana en Oriente Medio y el norte de África pero los cambios producidos en el pueblo egipicio y que tuvieron su escenificación en la plaza Tahrir del Cairo el día 25 de enero (día de la ira), para pedir el fin de la dictadura de Hosni Mubarak, se han traducido en una creciente desavenencia entre los Gobiernos de Egipto e Israel.
Así, bajo el mandato de Bush Jr. , Egipto habría renunciado a la opción nuclear y entregado el control del espacio estratégico de Oriente Próximo a la aviación israelí a cambio de una ayuda anual de mil millones de dólares y debido a la presión de la opinión pública, se ha autorizado a Egipto y Jordania para que a finales de año emprendan la producción nuclear para uso civil bajo control estadounidense, con lo que han acumulado un retraso tecnológico de cincuenta años con respecto a su vecino israelí que se vería compensado con el incremento de la ayuda económica de EEUU hasta alcanzar los 3.000 millones de dólares anuales.
Sin embargo, los desencuentros se plasmaron tras conocerse el anuncio de la firma de un acuerdo de reconciliación el próximo 5 de mayo en El Cairo con la presencia de Abás y el líder de Hamás Jaled Meshal, bajo supervisión de la Liga ärabe y el manifiesto del presidente palestino, Mahmud Abbas, de avanzar en los esfuerzos para la creación de un Estado palestino fuera de las negociaciones con Israel y teniendo en cuenta las fronteras con 1967.
A ello se sumaría la sospecha de que El Cairo espera reanudar sus vínculos con Irán y renegociar un antiguo contrato para suministrar gas natural a Israel además de la presunta decisión de las autoridades egipcias de abrir el cruce hacia Gaza en Rafa, (cerrado durante los últimos cuatro años como parte del bloqueo del enclave, respaldado por Occidente, a fin de debilitar a Hamás, el grupo islamista que gobierna la Franja), lo que en la práctica equivaldría al fin efectivo del bloqueo .
Por otra parte, tras la intervención de la NATO en Libia, se habría producido un inusual coincidencia de China y Rusia en forma de veto en la ONU sobre Siria, con lo que podríamos asistir al nacimiento de una alianza ruso-china impulsada por Putin que tendría su plasmación con la aparición en el escenario geopolítico mundial de la Unión Euroasiática como alternativa económica y militar al bloque hegemónico occidental.
La nueva geopolítica rusa en Oriente Próximo pasaría por un decidido apoyo al régimen sirio de Al-Assad y al régimen iraní en su contencioso nuclear con los EEUU con el objetivo de fijar su posición como árbitro ineludible en los contenciosos sirios e iraníes . Así, Rusia quiere aparecer como colaborador necesario para coadyuvar a una transición sostenible tras el final de Al-Assad que permita la asunción de un régimen sunita moderado que sirva de contrapeso a las ambiciones iraníes y que se englobaría en un escenario de solución global a los contenciosos existentes en Oriente Medio.
Además, podríamos asistir al regreso de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), doctrina que instauró que Rusia tiene derecho a intervenir, incluso militarmente, en asuntos internos de los países de su área de influencia y su acción posterior se orientará a la ayuda de los grupos islamistas y su apoyo a los regímenes nacionalistas en su lucha contra la presencia occidental en el continente africano, basada en el pathos anticolonial, en los proyectos de cooperación económica y en la creciente cooperación militar, (política que tuvo un especial éxito durante el mandato de Jruschov, siendo Egipto el principal socio de la URSS en la región y su Presidente Nasser condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética).
Por todo ello, no sería descartable un estrechamiento de relaciones ruso-egipcias que convertirían a Egipto en el portaaviones continental de Rusia, lo que aunado con la extensión de su área de influencia al resto de países árabes que circundan a Israel (Siria, Líbano, Palestina y Jordania) podría germinar la semilla de un nuevo movimiento panislamista en África que abarcaría todos los países árabes de la fachada mediterránea y que presumiblemente utilizará el arma del petróleo y gas natural para estrangular las economías occidentales y financiar el acoso terrorista al infiel, (logrando de paso la anexión de obsoletas plazas coloniales como Ceuta y Melilla), no siendo descartable la reedición de la Guerra de los Seis Días en el horizonte del 2.016.