Ante un nuevo paradigma
Vivimos momentos de profundos cambios sociales debidos fundamentalmente a la aparición de las nuevas tecnologías de la comunicación y al fenómeno de la globalización. Fiel reflejo de estos cambios se traducen en la vida política y en la vida misma de los partidos políticos.
A día de hoy los partidos se pueden calificar como “Partidos Cártel”. Hemos pasado en menos de 100 años de una sociedad de fracciones partidarias a los partidos “Atrápalo Todo” y de ahí, a lo que se ha venido en llamar los partido cártel. Éstos se caracterizan por:
· Disfrutar de una fuerte interdependencia del Estado.
· Incardinados en un modelo propio de confrontación interpartidista.
· Continuidad en la desideologización del tipo de partido atrápalo todo.
Es curioso cómo desde finales del siglo XIX se conforman las fracciones sociales y comienzan a surgir movimientos extraparlamentarios que defienden intereses de clase, fundamentalmente son movimientos obreros que van logrando representación gracias a la extensión de sufragio.
Es a partir de la segunda mitad del siglo XX y tras la segunda Guerra Mundial, cuando la sociedad se organiza en Occidente en “sociedades de partidos” que luchan por obtener el poder y llevar a la realidad los ideales y objetivos de los mismos a toda la sociedad.
El nacimiento y evolución de los partidos políticos pasa por 4 etapas definidas, según Von Triepel, en relación con el Estado, siendo éstas: Hostilidad, indiferencia, legalización y reconocimiento constitucional.
En España, este reconocimiento constitucional se produce en 1869 como el derecho de asociación. Posteriormente en la Constitución de 1931 se acepta de manera indirecta dicha constitucionalización al aludir la misma a las fracciones políticas en las Cortes.
Los estados de partidos, propios de la democracia, son la manera de vehicular las distintas formas del concepto de sociedad, la cual se encuentra en conflicto permanente.
En la actualidad esta organización de los Estados de partidos ha devenido en lo que se ha llamado a denominar “partitocracia”, es decir, un Gobierno por y para los partidos, vaciando de contenido la separación de poderes en la que deben de asentarse las democracias.
Los partidos políticos tradicionales se fundan en unos principios que a día de hoy se han desvirtualizado, dichos principios eran:
· Socialización política
· Movilización
· Participación
· Legitimación.
· Representación.
· Operatividad del régimen político
Estas funciones se ha deteriorado y disminuido a niveles anecdóticos por motivos varios, entre los que cabe destacar la disolución de las ideologías, el incremento de las fuentes de información, la falta de formación de una conciencia colectiva.
Se ha perdido la capacidad movilizadora en beneficio de los llamados movimientos sociales individualizantes, eclipsándose el contacto directo entre los políticos y las gentes.
La legitimidad democrática a la que antes hacíamos alusión, se ha degenerado dado que los partidos adquieren intereses autónomos y la sociedad reacciona ante el acoso partidista. Como consecuencia se incrementa el papel que juegan los medios de comunicación y los mecanismos de participación social en las llamadas ONG’s.
Así, se da en la actualidad la concurrencia de tres elementos: La gobernación a gran escala, Instituciones representativas y una sociedad de elementos pasivos.
A día de hoy las funciones que aún desarrollan los partidos políticos son las de representación y la operatividad del régimen o de gobernación. En definitiva son funciones desarrolladas por las élites de los partidos, con poca o ninguna acogida por parte de las bases de los mismos partidos. Priman de cara a esas élites los intereses supranacionales o de grupos de presión frente a las inquietudes y objetivos que daban sentido a una ideología y por lo tanto a su legitimación.
Nos encontramos, pues, ante un nuevo paradigma en el que los dirigentes de los partidos políticos carecen de legitimidad ante sus bases, no cumplen los programas de partido y obedecen a otros intereses supranacionales.
La sociedad no se ve representada y es pasiva. Los medios de comunicación, como las redes sociales, juegan un papel importante en este descontento en contraste con los medios oficiales que van al pairo del poder por intereses económicos y de supervivencia.
La sociedad se encuentra desarmada y no defendida por aquellos que dicen ser los mejores para representarles y en definitiva obedecen a otros intereses, haciendo de los partidos un medio de alcanzar un estatus social que en realidad no les correspondería.
No sabemos por dónde se reorganizará este descontento social, esta falta de representación de los distintos intereses de grupos o los ideales sociales de fracciones de la sociedad, que se ve superada por organismos globales y fundamentalmente por una economía mundial.
De ahí que nos encontremos ante un nuevo paradigma social.
No se reorganizará, no se preocupe, Sr. Valdivia. Al menos en España.
Todo está atado y bien atado (de qué me suena eso…) por las terminales mediáticas del poder.
Lo que se lee simplemente en los titulares en España desborda cualquier concepto de sentido común: se han vuelto todos los locos, lo saben y viven felices con ello.