No me quedó más remedio que tragármelo por respeto a mis anfitriones. Si, escuché el esperpento de entrevista que el engreído narcisista de Hermida le hizo al Rey “mago”. La verdad es que no pude cenar y me fui a dormir con el cuerpo descompuesto, no es broma, literalmente tal y como lo digo.

Veo que, según algunos, estamos en el país de las maravillas, somos un país libre, democrático y solidario. Y se queda tan pancho. Olvida “su majestad”, los 6 millones de parados, los 500.000 jóvenes que han tenido que emigrar, la corrupción campando por sus respetos, la elefantiásica casta depredadora, el separatismo secesionista vasco-catalán, el mayor índice de fracaso escolar de Occidente, la justicia al servicio de la clase política, la traición a las victimas del terrorismo, la claudicación ante ETA, la miseria que asola las calles patrias, la islamización de España, el latrocinio en su propia casa y por sus propios familiares. Pero no, este país es ejemplar.

La televisión española, que todos pagamos, es utilizada para limpiar la imagen de una monarquía corrupta y falta de sentido que también todos pagamos. Un monarca, que se dice católico y firma el asesinato asistido legalmente mediante la ley del aborto y ante lo cual la Iglesia también calla sin excomulgarlo. Una monarquía que hace gala de vivir al margen de la realidad que sufre el pueblo que la sustenta y mientras millones buscan comida en los contenedores de basura, ellos cazan elefantes en África o navegan por las aguas mediterráneas rodeados de lujos y costosos guardaespaldas, que también pagamos.

Monarquía, casta política y judicial corrupta que nos esquilman hasta el aliento sin el menor resentimiento o sentido de culpa, televisión que, igualmente, vive mediante nuestros impuestos con sueldos astronómicos y que le hacen la ola a sus conmilitones, entre ellos, el propio Rey. Todo un despropósito manipulador y perverso con el fin de seguir viviendo del cuento y a costa de nosotros.

Ni palabra, ni gesto de dolor y menos lenguaje no verbal de sentir el más mínimo dolor ante un pueblo abnegado, destinado a la miseria y atracado en todos sus frentes por todas las instituciones que debería mirar por el bienestar y el progreso del mismo. Las palabras y las buenas declaraciones voluntaristas, no cambian la realidad por dulces y manipuladoras que sean. Y ya sea Hermida o su santa madre el que trate de hacernos tragar la amarga medicina.

Tras la patochada de entrevista con el personajito, una cohorte de pelotas agradecidos y bien alimentados por la casta pasa a hacer recuento de los “logros” de nuestra envidiable libertad. Si, la libertad que ellos tienen de robarnos a manos llenas, de vivir de la sopa boba y de darnos, encima, lecciones de vida.

Hermida, pelota donde las haya y con un narcisismo y afán de protagonismo desde sus inicios como periodista en La Actualidad Española no ha parado de lamer traseros hasta situarse frente al Rey e hipnotizarlo con sus meneos de cabeza y tronco, era un chaval que en su momento quiso publicar un diario personal y privado de la Reina Fabiola con el único fin de darse propaganda. Menos mal que eran otros tiempos y hubo quien le paró los pies poniéndolo en su sitio. Hoy, como vemos, se pliega a formar parte del la pantomima nacional.

Nuestro país es un verdadero estercolero, desde La Corona, hasta el último organismo que se inventen para mantenerse y vivir del cuento. Aquí los únicos que viven, tienen “libertad” o “democracia”, es la casta institucional que nos empobrece a diario y es inmune a la misericordia o la piedad.
La verdad es que son ellos los que han convertido España en algo insufrible, vergonzoso y de náusea. Yo no pude aguantarlo y así me fue, ni cené, ni pude dormir de indignación.