La política que apesta en España
Miseria y corrupción, características del régimen nacido en 1978 en su fase terminal. Porque esto se acaba, o debe ya de terminar. Nuestros ciudadanos ya no creen en la casta política actual. Lo único que desean es ver si alguno de la casta renuncia a sus súperpensiones vitalicias o a sus sueldos millonarios, incluidas indemnizaciones. ¿Podría empezar alguno por hay para que pudiera regenerase la política?
Estos escándalos, el último el de Bárcenas, no pasan de ser escándalos, porque si los ciudadanos castigaran con sus votos muy duramente a los políticos corruptos, estaríamos en otra situación. Pero ocurre que el ciudadano medio se mete en la piel del político y considera que, en su situación, también haría lo mismo, y eso es lo que ha hecho nuestra casta política mediocre: “meterse” en política para ver lo que se trinca. Y servirse del cargo, no servir a la sociedad que los ha elegido.
Cuando todo lo que nos rodea, incluso lo que no debiera, está teñido de política, caso de los jueces por ejemplo, nada es de extrañar. Y digo esto ya que un amigo juez me comentó hace poco que “tiembla” cada vez que le toca por turno un tema penal de algún político. Si puede se lo pasa a su Tribunal superior, pues al fín y al cabo son los políticos los que “ascienden” a los magistrados. Mejor es no enemistarse con “populares o socialístas”, me comenta.
Es decir, que en España y en el caso de los políticos, la depuración de responsabilidades depende no de la aplicación objetiva de la ley sino de la ética profesional del magistrado.
Pienso que por mucho “indignado” en contra de la casta que se plante en Sol o en Génova, no van a conseguir nada. El hambre en España no es como lo pintan los periódicos extranjeros. Aquí nadie muere de hambre y los escándalos, como se ve, se consienten.
Hace falta un cambio de actitud de los españoles para que los políticos también realicen una segunda transición, ya que la primera fue en falso y se basó en un principio: “café para todos”.
Va siendo hora de una división de poderes y de una sociedad más implicada y participativa en la política. Antisistemas, separatistas e “indignados”, no gracias. Estos solo sirven para manipular a la ciudadanía y dividir más a la sociedad española. Si tuviéramos un auténtico Estado de Derecho, no habríamos llegado tan lejos como hemos llegado en la corrupción y en la descomposición política.
Una ciudadanía bien informada decide siempre mejor y no se deja engañar tan fácilmente como una mal informada. Dicho de otra forma, cuando hemos hecho de nuestros políticos una “casta”, nuestros compatriotas son corresponsables de nuestra situación.
Es cierto que se han descubierto bastantes escándalos, pero se pueden descubrir mucho más, si se pone un poco de interés por parte de jueces, fiscales, policía… Hasta ahora todos estos casos han sido dados a conocer por periodístas de investigación. Cuando leemos el fruto de sus investigaciones nos nos exaltamos contra éstos políticuchos que apestan. Pero a continuación seguimos votando a los mismos y seguimos colaborando en el mantenimiento de un sistema que corrompe.
Ahora lo interesante sería saber quién es el más que ha robado. A raiz del ‘caso Bárcenas’, Cospedal da por hecho que todos los políticos roban, y pone como ejemplo a Bono, por su abultado patrimonio salido del ejercicio de sus cargos políticos en los últimos treinta años, que en nada cuadran con sus ingresos oficiales publicados en boletines oficiales y declarados por él mismo.
Muchos cargos se enriquecen en público, algunos con más pudor que otros, y si no se demuestra lo contrario, todo transcurre con la perfecta normalidad que da compatibilizar el poder con sociedades y empresas a nombres de terceros. En España se ha llegado al punto desesperado de que lo verdaderamente grave no es lo que está fuera de la ley, sino dentro. Ya es el momento de decir ¡basta! y castigar con los votos a la actual casta política, como ya lo están haciéndo en países de nuestro entorno. Vale quien sirve, decía un lema de mi juventud. Aquí nadie sirve si no somos capaces de dejar de mantener a esa casta política que por espacio de tres décadas lo ha depredado todo.