En algunos círculos de investigación y expertos de muchos países del mundo, aún no se tiene claro la condición y las perspectivas de desarrollo del denominado Escudo Antimisiles (ABM), también llamado Defensa Nacional de Misiles. Por ejemplo, el ex embajador de Estados Unidos en Rusia, John Beyrle, sostuvo que el escudo de misiles propuesto en Europa de ninguna manera amenaza a Rusia, sin embargo el gobierno ruso, no necesariamente esta de acuerdo con ello, por lo que este tema, obligatoriamente constituirá uno de los asuntos prioritarios a tratar en cualquier agenda que próximamente aborden los presidentes Obama y Putin.

De hecho, en el Kremlin toman mucha aprensión cualquier iniciativa occidental sobre el escudo antimisil, pues se estima que ello podría socavar la estabilidad estratégica y el balance de poder en el mundo y por tanto obligar a Rusia aumentar sus capacidades nucleares y misilísticas. El conflicto de opiniones que dicha cuestión genera, tanto dentro como fuera de Rusia, obliga a un análisis profundo por parte de expertos e investigadores que a la sazón genere nuevas ideas y propuestas al respecto.

La Historia contemporánea conoce de muchos ejemplos donde la utilización del sistema antimisil produjo una rápida culminación de conflictos contemporáneos (Yugoslavia, Irán Libia). La actualidad del tema se confirma, en los sucesos del Medio Oriente, cuando en noviembre de 2012, como resultado de la denominada “guerra palestino-israelí de ocho días”, los beligerantes utilizaron más de mil misiles y sistemas antimisil. Según el ejército israelí, su sistema de misiles antibalísticos “cúpula de hierro” había interceptado el 84% de los cohetes palestinos, que redujeron significativamente el nivel de pérdidas humanas y materiales de Israel. Cabe destacar que el Presidente de Estados Unidos Barack Obama prometió a la dirigencia israelí tan pronto como sea posible, proporcionar la asistencia necesaria del Pentágono para mejorar el sistema de defensa de misiles de Israel. Además, Washington y sus aliados árabes están creando un ambicioso sistema de defensa de antimisiles en la región del Golfo para proteger instalaciones petroleras y bases militares de la potencial amenaza de misiles de Irán. Ello incluye radares estadounidenses para la detección temprana, misiles interceptores y un centro integrado de información y mando.

Los Estados Unidos también conducen negociaciones con Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas, con el objeto de crear rápidamente un sistema de defensa de misiles de carácter regional. Tales programas, a su vez afectan los planes de defensa de países como China, India y Pakistán. Pareciera que el desarrollo del sistema de defensa de antimisil, nacional y regional constituye una de las orientaciones prioritarias de la industria militar actual, perfilándose como un asunto sensible de la agenda internacional de cualquier negociación orientada a preservar la estabilidad estratégica.

En sintonía con ello, la reelección del Presidente Obama, facilita el reinicio una etapa de negociaciones entre Rusia y Estados Unidos sobre la construcción gradual del sistema antimisil europeo, por parte de Estados Unidos. Sin embargo, el mismo se puede atascar si Washington insiste en la presentación de una nueva iniciativa sobre próximas reducciones del arsenal nuclear. Según Moscú, la conversación puede ser sólo en dos direcciones: o bien crear todo un sistema de defensa de misiles conjunto, que se centre en neutralizar peligros allende a las fronteras europeas, o bien los Estados Unidos prosigue con su desarrollo de forma unilateral. En este último caso, lo más probable sea, que Rusia, exija mayores y confiables garantías de que el sistema antimisil, no apunta contra el país. En el Kremlin, existen motivos razonables para creer que la cuestión de la reducción adicional de armas nucleares, no constituye el problema medular, sino que más bien se debe iniciar con la creación de un clima de confianza entre los países de Europa.

Por supuesto, que “el arte de la diplomacia, es el arte de lo posible”. No se puede negar negociar sobre aquellas áreas donde es posible llegar a compromisos. Nadie plantea la cuestión como un “todo o nada”. Pero orientar en una dirección general, la actividad principal dentro de un período específico de tiempo, constituye sin duda es la más importante tarea. Parece que tal dirección hoy en día sería de alcanzar un acuerdo que limite el Escudo Antimisil (ABM).

*Profesor Titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá y colaborador de AD.