El negocio de la guerra en Afganistán
Intenso intercambio de disparos en las montañas de Afganistán. Un militar estadounidense y su fusil resisten un aguacero de plomo talibán. “Sentimos el retroceso del rifle, recargamos el arma. Vivimos la angustia del protagonista al moverse en una ladera escarpada”, se oye decir al soldado de infantería de Estados Unidos, Ted Daniels. En medio del cruce de fuego armado, el militar resulta herido. “¡Me han dado! ¡Me han dado!”, les grita a sus compañeros.
En total, recibió cuatro balazos. Pero ninguno de ellos perforó su chaleco antibalas ni su casco. Su rifle, que llevaba incorporado un lanzagranadas, también recibió una bala que lo inutilizó parcialmente. Y mientras espera a que llegue la ayuda se agota la batería. Pero el combate sigue en la Red. Esta secuencia ha superado los 23 millones de visitas en YouTube y el canal que la difunde, propiedad de un exveterano de guerra canadiense, ingresa por publicidad alrededor de 110.000 euros al año.
Todo un éxito que ha tomado por sorpresa a su protagonista. “Estábamos haciendo reconocimiento en un pueblo, recogiendo inteligencia, cuando de pronto nos dispararon. El resto del escuadrón estaba inmovilizado por los disparos de ametralladora. Salí para atraer el fuego y que el equipo pudiera ponerse a salvo. Me dieron cuatro veces, mi cámara murió, pero logré bajar la montaña por mi cuenta”, explicó Daniels en una entrevista a ‘The Washington Post’. Por su acción le otorgaron el ‘Corazón Púrpura’, una de las mayores condecoraciones de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.
Después de los blogs de guerra de hace unos años, ahora la novedad entre los militares destinados en Afganistán es llevar en sus misiones ‘GoPro’, una cámara ligera, del tamaño de un móvil, que cuesta 300 dólares y que puede grabar varias horas. Los soldados después las acoplan a helicópteros, vehículos, fusiles y a sus propios cascos convirtiendo esta guerra en una de las más mediáticas de la historia y en un lucrativo negocio para algunos.