Una trampa para el general Chicharro
La malévola interpretación que de las palabras del general don Juan Antonio Chicharro han hecho algunos meapilas, avalados por el caza fantasmas diario El País, ni deben ni pueden ser un pretexto para que el ministro de Defensa abra un expediente al ilustre general de Infantería de Marina. Digo que ni deben ni pueden porque, la malévola interpretación, es sólo una maniobra para desacreditar al general, en la lucha que los dos grandes partidos tienen para ocupar posiciones de estrategia en diversos puestos de cierta relevancia.
El general de Infantería de Marina, don Juan Chicharro, fue invitado a participar en un foro que, bajo el título Fuerzas Armadas y Ordenamiento Constitucional, se celebró el pasado día 6 de febrero en La Gran Peña, de Madrid. Según recogen de las crónicas, y me consta, el ponente, hizo una exposición en la que señaló el malestar que hay en las Fuerzas Armadas por los desafíos independentistas de algunos líderes catalanes, desafío que no sólo molesta a los miembros de las Fuerzas Armadas, o tal vez debo precisar, a la mayoría de los miembros de las FFAA, sino que también molestan, y mucho, a amplios sectores de la sociedad española, incluida, cómo no, la catalana.
Las crónicas, especialmente las del diario El País, que cada vez parece más a la celestina de una doncella de virginal malicia, que es en lo que quieren convertir a la España constitucional, han subrayado algunas frases, sacadas de contexto, y no por ello “peligrosas”, que son, probablemente, las que más han transcendido: La Patria es más importante que la Constitución, o el patriotismo es un sentimiento, la Constitución una ley. Si la mayoría de los españoles fueran preguntados acerca de estas frases, diría que serían suscritas, sin más, por la mayoría de los españoles.
Algunas crónicas enfatizan acerca del asunto que pudo haber levantado las sospechas de los camuflados “vigilantes del orden constitucional” (dicho así, hasta parece el título de una sociedad patriótica masónica del XIX). Esto es, cuando el general Chicharro planteó una hipótesis, tras explicar convenientemente el papel de las FFAA con arreglo a los diferentes artículos de la Constitución. La hipótesis que planteó el general fue la siguiente: invitó al público a imaginarse qué harían las Fuerzas Armadas si el Partido Popular perdiera la mayoría absoluta en las próximas elecciones y la situación les obligara a pactar con los nacionalistas para poder gobernar y estos pidieran, a cambio, la reforma del artículo 2 de la Constitución que consagra a la Nación Española como una e indivisible.
Pero el asunto tiene un trasfondo. Si los españoles a pie de calle supieran los teje manejes de algunos guardianes de la Constitución, aumentaría el asqueo y el rechazo hacia esta democracia con minúscula que permite a un político desafiar, en tono amenazante, la legalidad establecida pero se la coge con papel de fumar ante ciertas expresiones; y aún aumentaría el rechazo, el asqueo y la náusea si supiera que viejas ballenas de ideología socialista –los otros deben haberse sumergido- se prestan a este alboroto.
Cuando en esta España democrática y constitucional se habla de emergentes fortunas personales en nombre de la “cosa pública”; cuando cada día se descubren tramas de espionaje sobre personajes públicos y no públicos, que políticos como López Garrido, portavoz del PSOE en la comisión de Defensa, se preste a dar alas a las fantasmadas exclusivas de El País, no tiene más explicación que el pelear por un cuadro en este ajedrez que es la política. Es como oír un canto de sirena… silba, silba pero se corta en el aire porque no es nada. Y su único eco es haber tomado por chivo expiatorio al general de División don Juan Antonio Chicharro, al que probablemente han cercenado cualquier posibilidad de acceder a algún cargo estratégico.
Porque el hecho que derriba la malévola interpretación del diario El País, y de los hacedores de tramas golpistas, es que el general Chicharro dio su conferencia ante medio Cuerpo Jurídico de la Defensa, con la asistencia, entre otras personalidades, de los magistrados D. Ángel Calderón Cerezo, presidente de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo, y D. José Antonio Fernández Rodera, director de la Revista Jurídico-Militar, y el rector de la Universidad Rey Juan Carlos, don Pedro González-Trevijano. Si el general Chicharro hubiera cometido, durante su intervención, algún desliz dialéctico o de contenido, es seguro que cualquiera de los citados, o de los presentes, lo hubiera hecho notar, y a ellos se les supone una mayor preparación en el tema que a quien tomó la noticia y la aireó con poco estilo. No fue así y, además, el diario El País, el acusador de esta historia urdida probablemente entre las candilejas de algún poder fáctico, dio la noticia con más de quince días de retraso ¡toma ya periodismo!
Hay que estar muy preparado (mucha gente de bien, no lo está) para combatir a los “Maquiavelos” con sus propias armas. No es fácil controlar lo que dicta el corazón y el sentido común y evitar las consecuencias negativas que puede tener esa frase tan española de ENTRAR AL TRAPO. Con ella juegan los mezquinos, en detrimento de los que a veces, no controlan su nobleza.
Hay que tener clara la diferencia entre “entrar al trapo” y “hacer lo que hay que hacer”