Segunda fumata negra en el Vaticano
Las dos votaciones de la mañana no han clarificado la situación en la Santa Sede y la primera fumata del día, la segunda del cónclave, ha sido negra. Veinte minutos antes de lo previsto, a las 11.40, el humo negro ha vuelto a llenar el cielo de Roma. Ahora, los cardenales han salido de la Capilla Sixtina para irse a comer sin que ninguno de ellos haya logrado todavía los 77 apoyos necesarios para convertirse en el sucesor de Benedicto XVI.
La primera votación del día se ha producido esta mañana, alrededor de las 9.30, y la respuesta a la expectación de los fieles ha sido el “silencio administrativo”. Es decir, no ha habido fumata blanca entre las 10.30 y las 11 horas. La segunda votación, a las 12, ha acabado en fumata negra. Esta tarde, si los cardenales, que volverán a pronunciarse después de comer, eligen a uno de sus pares como Papa, habrá fumata blanca entre las 17.30 y las 18 horas. Si se tiene que llegar a la cuarta votación del día, la fumata, tanto blanca como negra, será a las 19 horas.
La legendaria discreción de la Santa Sede está funcionando una vez más. Nadie sabe qué está ocurriendo intramuros en el Vaticano. Algunos medios italianos apuntan a que el cardenal Scola, uno de los favoritos, logró en la votación de ayer una cifra importante de cara a las jornadas precedentes. Pero también cobra fuerza la hipótesis de que el próximo Pontífice podría ser uno de los candidatos americanos: el canadiense Ouellet, los estadounidenses Dolan, O’Malley y Wuerl o el brasileño Odilo Scherer. Es decir, las dos teorías se anulan, así que, por ahora, el único triunfador es el secreto.
Hoy sí está siendo una jornada grande en el Vaticano. Desde primera hora de la mañana, miles de fieles se han acercado a la plaza de San Pedro para presenciar en directo la fumata de la mañana. Muchos más turistas que en la jornada de ayer se apostan en la plaza y, sobre todo, entre las columnas de Bernini, el único lugar donde protegerse de la persistente lluvia que no deja de caer sobre la capital romana. El cónclave del 2013 puede ser recordado también como el del mal tiempo: en los dos días transcurridos hasta ahora no ha dejado de caer agua, algo poco común en una ciudad tan luminosa como Roma.
La jornada ha comenzado pronto para los cardenales. A las 6.30 han desayunado y a las 7.45 se han trasladado desde la residencia de Santa Marta, donde se encuentran hospedados durante el cónclave, hasta el Palacio Apostólico. Allí, en la Capilla Paulina, han escuchado misa antes de comenzar a votar de nuevo. Si no hay Papa antes, los cardenales tienen prevista una comida a las 13 horas y a las 19.15, acabadas todas las votaciones, un rezo en la Capilla Sixtina antes de desplazarse de nuevo a sus aposentos para descansar.
CÓNCLAVES: ENIGMAS Y CONSPIRACIONES
Fabiano fue Papa entre 236 y 250. Su llegada a la Cátedra de San Pedro tuvo lugar en circunstancias extraordinarias, según recoge Juan María Laboa en su libro ‘Historia de los Papas’, recuperando la crónica de Eusebio de Cesárea, primer historiador de la Iglesia. “Hallándose todos los hermanos reunidos para elegir al que había de recibir en sucesión el episcopado, a nadie se le ocurrió en pensar en Fabiano, allí presente. Sin embargo, de pronto, según cuentan, una paloma de lo alto se posó sobre su cabeza, imitando manifiestamente el descendimiento del Espíritu Santo en figura de paloma sobre el Salvador. Ante este hecho, todo el pueblo, como movido por un único espíritu divino, se puso a gritar con todo entusiasmo y unánimemente que éste era digno, y sin más tardar lo tomaron y lo colocaron sobre el trono del Episcopado”. En efecto, un hecho extraordinario. En la Capilla Sixtina, no hay palomas, y falta por ver si habrá unanimidad entre los 115 cardenales que deciden bajo el Juicio Final de Miguel Ángel.
Los cardenales tienen el monopolio de la elección del nuevo Papa, gracias a las bulas de Nicolás II (1059) y Alejandro III (1179), que decidieron acabar con las injerencias del poder laico. Recuerda Laboa que en 1216 los habitantes de Peruggia tomaron la iniciativa de encerrar bajo llave a los purpurados con el fin de acelerar la elección del sucesor de Inocencio III. Con más firmeza los habitantes de Viterbo (1271) encerraron a los cardenales y redujeron su alimento a pan y agua. Desde entonces han cambiado las modalidades, aunque no la decisión de encerrar a los cardenales. Tampoco han cambiado las tramas, las alianzas y las conspiraciones para elegir al Pontífice. Uno de los personajes más curiosos y más próximos en el tiempo es Giuseppe Siri, arzobispo de Génova, que participó en cuatro cónclaves y en todos ellos como papable. Y con algunos misterios.
Hijo de un estibador, parecía predestinado para manejar el timón de la Barca de Pedro. Pronto se especializó en Teología Dogmática y Teología Fundamental, lo que le convertiría en un fiel guardián de las esencias y haría de él un icono del conservadurismo religioso. También destacó a la hora de moverse en conciliábulos. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial negoció en secreto con los militares nazis un acuerdo de rendición lo que evitó que las tropas alemanas bombardearan Génova. Pío XII le hizo cardenal en 1953, siendo el miembro más joven del colegio cardenalicio. Voluntario en los comedores populares se le puso el apodo del ‘cardenal minestrone’ y la verdad es que se movía muy bien en todas las salsas. También urdiendo planes en la cocina. En 1957 visitó el País Vasco como legado papal en los actos del cuarto centenario de la muerte de San Ignacio de Loyola, en Azpeitia.
En el cónclave de 1958 Siri era el candidato del bloque conservador, frente a Montini, arzobispo de Milán. Pero el genovés solo tenía 52 años. Ante el bloqueo de las votaciones se buscó un tercer candidato, Angelo Giuseppe Roncalli, que se convertiría en Juan XIII. Dos días antes de la elección del ‘Papa bueno’, algunos sostienen que hubo unos minutos de humo blanco antes de que la fumata se convirtiera en negra. Los seguidores de la teoría de la conspiración mantienen que la persona que realmente fue elegida fue Siri, que habría dimitido por amenazas del Kremlin. La historia fue alimentada por el periodista Paul L. Williams, que dedicó un capítulo a la presunta trama en su libro ‘The Vatican Exposed’, en el que investigaba sobre las finanzas vaticanas. El escritor se basaba en supuestos informes desclasificados del FBI y de la CIA, de los que nunca se han sabido nada. La corriente religiosa integrista conocida como ‘sedevacantista’ siempre ha negado legitimidad a los últimos Papas.
Después, Siri siguió teniendo mala suerte, aunque su reputación como látigo del Concilio Vaticano II, junto a personajes como Marcel Lefebvre y Alfredo Ottaviani, también pesarían lo suyo. Tras la muerte de Juan XXIII, el cónclave de 1963, después de tres días de votaciones, escogió a Giovani Montini, que pasaría a llamarse Pablo VI. Según ha contado el vaticanista Marco Tosatti, el convento de los capuchinos de Frascati, fue escenario de una reunión secreta en la que participaron varios cardenales progresistas –Micara, Léger y König, entre otros- para decidir el candidato en un cónclave con un Concilio abierto: apostaron por Montini, que también había estado presente en aquella reunión.
Tras el fallecimiento de Pablo VI, el cardenal Siri creyó que si, que esa vez era la buena. Y en el cónclave de agosto 1978 que elegiría, finalmente, a Albino Luciani, estuvo a punto de conseguirlo, según algunas fuentes, que aseguran que lideró el primer recuento. Pero fue Juan Pablo I quien resultó elegido. Todavía le llegó otra oportunidad tras la inesperada y repentina muerte del Papa. En octubre de ese mismo año se celebró el nuevo cónclave, y de nuevo Siri era el candidato del bloque conservador frente a Benelli, apuesta del sector más progresista. Vio la tiara más cerca que nunca, pero le tendieron una trampa. El 14 de octubre, pocas horas antes de que se iniciara el cónclave, la ‘Gazzetta del Lunedi’, séptimo cuadernillo del ‘Corriere Mercantile de Génova’, publicó una entrevista con el papable en el que atacaba la colegialidad episcopal. La entrevista estaba embargada para que se diera a conocer cuando los electores estuvieran, bajo llave, en la Capilla Sixtina. Ganó Karol Wojtyla. A Siri se la jugaron. Fue el final de su carrera.
Seguro que Enrique de Diego querrá que salga Rouco Varela.
Fumata negra igual que el futuro papa.
A la tercera irá la vencida