Perdón es un término que tiendo a reservar en exclusiva a las relaciones con el Padre Todopoderoso, pero disculpas me parece concepto liviano. Así que pido perdón a todos los miembros de Regeneración. Se lo pido por haber sido incapaz de generar una organización estructurada, por no haberles sabido llevar a ningún objetivo concreto. Se lo pido especial y específicamente a quienes se hayan podido sentirse heridos en algún momento por mi carácter, por alguna intemperancia o algún cambio de humor. No he sido capaz de reflexionar suficiente en cada etapa para ver el mejor camino a seguir, si no que he ido a salta de mata, a veces en una huida hacia delante. Es posible que en no poca medida haya buscado el reconocimiento personal o vender libros, como tantas veces he sido acusado, aunque puedo asegurar que la Editorial no ha sido rentable. Quizás apasionado de la historia en su vertiente épica y de los libros y de la cinematografía de tal condición haya perdido, de tiempo en tiempo, la sesera como le sucedió a Alonso Quijano y haya atacado demasiados molinos de viento.

Podría echar la culpa al destino, al tiempo o a Julio Ariza que me marginó y silenció, después de utilizarme y utilizarnos en beneficio suyo y del PP, pero asumo mi fracaso personal en lo que tiene de causa de la frustración colectiva. Pero también es cierto que si hubiera sido más consciente de mi propio análisis no me hubiera movido en ningún momento. Primero, porque no tengo la personalidad de un activista. Segundo, porque el sistema, la casta parasitaria tiene controlado todo el poder, en una concentración tiránica, con la legitimación de los ritos vacíos de una falsaria democracia y tiene controlados los medios de comunicación y la capacidad de comunicarse está cortocircuitada. Y, como todos tenemos pruebas, el sistema silencia o ridiculiza.

Siento el sufrimiento de cada uno y lo que estáis pasando. Yo también me encuentro en una situación difícil: soy uno de esos parados que viniendo de autónomos no tienen derecho a nada. Hemos tratado de evitarlo y no lo he conseguido. Sé que los objetivos estaban muy por encima de los escasísimos medios con los que hemos contado. Pero, junto con la petición de perdón, quiero mostraros mi admiración y mi agradecimiento por vuestra dignidad y vuestra lucha.

No he estado a vuestra altura y lo siento. El mal, envuelto en la mentira y la corrupción, con putrefacción diabólica, avanza por la sociedad y los españoles nos sentimos indefensos viendo como los corruptos se ríen de nosotros y de nuestras desgracias, como el Gobierno miente a toda hora, como no se bajan de sus coches oficiales y sus privilegios. Me siento como un viejo árbol en el que han hecho mella las tempestades.

Muchos me dicen que todo cuando fui pronosticando y denunciando se está produciendo punto por punto. Pero no ha servido de nada. Nuestros compatriotas parecen haber preferido el adormecimiento partitocrático o el hooliganismo de sus corruptos, siguiendo a ciegos guías de ciegos.

Quienes tenían medios para afrontar la situación han sido insensibles al dolor de los demás con un egoísmo atroz. Me dicen que cada vez se habla más de regeneración, que es la palabra en boca de todos, pero en los medios de la casta no es más que retórica, engaño tras engaño. El modelo político es la causa de que la sociedad sea inviable. Nuestro diagnóstico es el acertado, nuestras soluciones las únicas correctas, pero sólo tienen la palabra los lacayos. Y por esta senda, dentro del sistema, con la casta parasitaria, el sufrimiento se irá agravando.

He tratado de evitar que la desesperación absurda e injusta a la que se está llevando a toda una sociedad no degenerara en violencia y en estallido social, pero el egoísmo cruel de la casta, parapetados tras sus cristales oscuros y sus guardias pretorianas, han apostado por el suicidio colectivo y por su desgracia, porque cuando no hay justicia, termina abriéndose paso la venganza. Y en España hoy no hay Justicia, sólo dos jueces libres que están poniendo en jaque a los mayores corruptos de nuestra historia.

Sigo luchando y voy a seguir luchando, mientras Dios –a cuyo designio providente me someto- me dé fuerzas, porque lo que nos están haciendo clama al cielo. Quiero que tengáis muy claro quienes son nuestros enemigos: los políticos de todos los partidos, los que han hecho de la política su profesión; ellos han sido los que han hundido las cajas, los que han robado y los que han mentido y expoliado. Ellos y sus lacayos, sus voceros.

Y el peor enemigo aquí y ahora es el PP, mentiroso, cruel, incompetente y corrupto, con sus cargos, militantes y simpatizantes, cada vez menos y hacia los que se volverá la indignación y la justa ira de los honrados y los decentes.

Os reitero mi petición de perdón en este tiempo aciago de la vida de nuestra Patria y de sufrimiento para todos y para nuestras familias.