Tuve ayer noche el honor y el placer de participar en directo en la televisión de Alerta Digital, donde su director, don Armando Robles, tuvo a bien contar con mi humilde opinión. Pero no me pongo a las teclas para hablar de mí, ni de don Armando, dado que en el mismo programa intervino un señor, un caballero, un español ejemplar llamado Gerald Bellalta.

Y hay que resaltar el consuelo y la serenidad que aporta oír a todo un caballero español, de origen catalán, poner sentido común y brillantez a las ideas y a los hechos, que cada día nos manipulan los medios de la subvención chantajista.

Nos dice Bellalta; que él, con 50 y tantos, tiene el recuerdo de los tiempos de la “dictadura” cuando podía hablar catalán o castellano en cualquier lugar público o privado. Y claro, no comprende que a día de hoy, que dicen que vivimos en libertad, sea perseguido el idioma tanto en la calle como en los centros oficiales, sean colegios, juzgados o hospitales. ¿Dónde está la dictadura?

Por ello titulo estas líneas tal como lo hago, y es que la hipocresía que vivimos con esta casta de hipócritas políticos, corruptos y dictadorzuelos, me produce unas náuseas que no puedo soportar. Es por ello que Gerard Bellalta supone un bálsamo, un verdadero tónico, que renueva y calma el espíritu, poniendo cordura y sensatez donde prima el odio y la locura secesionista. Y no solamente con sus palabras, su verbo se ve respaldado por sus hechos, como en el caso de esa chiquita que ha sido marginada y perseguida por la castuza nazista que impera en el separatismo catalán.

Armando resumió muy bien el sentimiento que despierta el señor Bellalta y no es otro que el de reconciliación con el noble pueblo catalán, hoy acallado y marginado por unos sinvergüenzas que todo lo tienen manipulado y comprado gracias a las subvenciones que sale de nuestros bolsillos.

Me honra el haber compartido espacio con este señor, con este español de bien por el que siento el mayor de los respetos, y al que le hago llegar mi agradecimiento al hacer renacer en mi un sentimiento de paz y de esperanza al comprobar que no todo está perdido, y que por mucho que quieran acallar la nobleza y la vedad, ésta se hace grande en hombres honrados y llenos de dignidad como lo es el señor Bellalta.

Una vez más, gracias a este grupo de AD y a sus muy nobles colaboradores. La verdad, dicen las Escrituras, nos hará libres, y la libertad hay que ganarla a pulso y, en España, a costa de la constante traición de nuestros dirigentes políticos, unos por acción y otros por omisión.

Efectivamente señor Bellalta: “Obras son amores y no buenas razones”.