Sobre el cáncer separatista
La Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930) no terminó con el cáncer nacionalista catalán, pero su firme política de orden público y refuerzo y difusión de la realidad española lo redujeron al mínimo. Es lógico por tanto que ese cáncer renaciera en cuanto Alfonso XIII prescindió de quien tanto y tan bien le había servido para reafirmar su corona. Los gobiernos sucesivos, preparatorios del retorno al sistema parlamentario que había regido España durante los sesenta años anteriores a 1923, aflojaron inmediatamente la mano y se despreocuparon de cuanto no fuera abrir las puertas y ventanas del Estado a todos los aires políticos, confiando en que prevalecerían los dos o tres surgidos tras la I República y la Restauración de la Monarquía Borbónica. Decidieron por ello que el regreso al régimen de partidos políticos se iniciara mediante la realización de unas elecciones municipales, pues tenían por evidente que salvo en una escasa docena de grandes poblaciones el resto de Ayuntamientos recobrarían el perfil de conservadores o liberales. No tuvieron en cuenta, o no le concedieron importancia, al hecho de que precisamente a nivel rural o de municipios medianos se encontraban los focos -aminorados, pero no extintos- del cáncer nacionalista.
El nacionalismo, por tanto, rebrotó en el periodo preelectoral 1930-1931 y al amparo de los partidos menos tradicionales. Aunque casi todas las versiones del nacionalismo -catalana, vasca o gallega- se habían mostrado hasta entonces como monárquicas, sin manifestar ahora el no serlo la verdad es que a nivel nacional español se integraron en el bloque de los partidos republicanos. Era lógico, pues, que tras haberse producido la huída del Rey ante la ocupación callejera de las ciudades y localidades donde los partidos monárquicos no habían resultado triunfantes, nada más proclamarse la II República y casi al mismo tiempo que se constituía su primer gobierno, en Barcelona se anunciara la fundación del Etat Catalá, lo que produjo el inmediato viaje a esa ciudad del fragante ministro republicano de la Gobernación para restaurar el orden político y posponer todo tipo de sustanciales medidas políticas hasta la aprobación de la Constitución Republicana.
La República proporcionó a los separatismos suelo y ambiente favorables para su expansión y crecimiento. En 1932, tras un año de discutir y negociar las peticiones de los nacionalistas catalanes, las Cortes aprobaron el primer Estatut de Catalunya, que se calificaba como región autónoma dentro del Estado Español, instauraba la oficialidad de las dos lenguas -catalán y castellano- habladas en Cataluña, disponía que el orden público estaría a cargo de una junta de seguridad mixta, rechazaba las competencias exclusivas en materias de enseñanza que pedía el nacionalismo, y en definitiva significaba un ten con ten entre el régimen vigente en Cataluña desde 1a llegada de los Borbones y lo pedido por los núcleos catalanistas aprovechando las expectativas creadas en todo el mundo por el fin de la Primera Guerra Mundial y los catorce puntos de la Declaración Wilson, con la que el Presidente de los vencedores Estados Unidos de América pretendió imponer un orden nuevo al resto del mundo, y las expectativas creadas en España en ese periodo por la inclusión de ministros regionalistas catalanes en los gobiernos de concentración nacional creados para mejor defender la neutralidad española en la referida contienda.
El primer Estatuto de Cataluña entró en vigor en septiembre de 1932 y fue suspendido -después de que el presidente Companys proclamara el 6 de octubre de 1934 el Estado Catalán apoyándose en el anticonstitucional golpe de Estado dado en Asturias por los partidos marxistas- tras la necesaria, constitucional y pacífica intervención del Ejército. La suspensión del Estatuto y la subsiguiente disminución de las actividades separatistas duró hasta febrero de 1936, mes en que el triunfo electoral del Frente Popular marxista le devolvió el poder autonómico, ampliado y reducido a partir del 18 de julio de ese mismo año al compás de las peripecias que la guerra iniciada en tal fecha supuso para Cataluña, y más concretamente para Barcelona, desde el inicial fracaso del movimiento militar y cívico contra la versión marxista y separatista de la República hasta la entrada en dicha ciudad de las tropas del general Franco en enero de 1938. Peripecias dignas de un estudio que no es propio de estas apuntaciones y que podemos sintetizar en el forcejeo producido a lo largo de ese periodo por las ampliaciones de competencias asumidas por el gobierno catalán y la recuperación de las mismas por el gobierno republicano español, forcejeo más claro y fuerte desde que el Gobierno de la República se instalara en Barcelona a causa de los constantes triunfos militares del general Franco. El 5 de abril de 1938 una Ley del Gobierno Español presidido por Franco suprimió tan enfermizo e infantil Estatuto.
A lo largo de los 39 años que duró el franquismo (desde el 1 de octubre de 1936 al 20 de noviembre de 1975) el cáncer nacionalista catalán -y los restantes cánceres nacionalistas, del veterano vasco al incipiente canario- fueron combatidos con éxito mediante diversos procedimientos, desde la represión dura y simple hasta la más o menos hábil tolerancia, de acuerdo con las diversas circunstancias exteriores e interiores que de algún modo condicionaban la política franquista, y hacían que en ella predominara una u otra de las tres o cuatro tendencias políticas que convivían en el franquismo compitiendo entre sí para lograr, usar y disfrutar el poder de su gobierno. Sin entrar en más detalles por tener en cuenta los límites propios de estas apuntaciones, me permito señalar que respecto del nacionalismo catalán existieron en aquellos años actitudes tan diversas como las practicadas por los falangistas -de firme rechazo al separatismo pero máxima comprensión y valoración de la personalidad del pueblo catalán- y las de ciertos sectores monárquicos o cristianos -en razón de tales o cuales intereses, más o menos comprensión y tolerancia respecto del nacionalismo expresado moderamente por sectores afines y de intereses comunes- Por lo demás, es una solemne mentira que el franquismo maltratara a Cataluña. Valgan como ejemplo estos dos hechos: el general Franco siempre tuvo en sus gobiernos ministros y altos mandos gubernativos y administrativos catalanes, y de 1938 a 1975 el nivel de vida de las ciudades y los pueblos de Cataluña siempre subió por encima del resto de España, como lo demuestra el que a Cataluña emigraran en esos años centenares de miles de españoles naturales de otras regiones…
¿Cómo resurgió con tanta virulencia el cáncer nacionalista tras la muerte de Franco? Dios mediante, lo analizaré próximamente.
Voy a copiar un comentario que he escrito anteriormente: “Hoy, día de San Jorge, es tradición en Cataluña que los hombres regalen una rosa a las mujeres con las que tengan relación (esposa, madre, novia,). Las calles están llenas de banderas catalanas, e incluso se ven puestos de venta de rosas con banderas estrelladas. No obstante, cuando iba por la calle he visto una tienda en la que tenían la poca vergüenza de vender banderas estrelladas, las cuales estaban a pie de calle, y no me he podido contener. El escupitajo que le he metido a una de las estrelladas… Leer más »
¡Grande!
Usted no se imagina Don Antonio lo difícil que resulta vivir en Cataluña si te sientes ante todo español. Pero también resulta muy dificil el que te rechazen de circulos patriotas como en este periódico. Llega un momento en que uno ya no sabe que hacer ni en quien confiar.
Tranquilo Pretoriano, a mi me pasó lo mismo. Llegué a saber demasiado y también me cortaron la comunicación de cuajo.
no estas solo mientras uno solo piense como tu no estareis solos
Un comentarista de Alerta Digital que dice ser mozo de escuadra afirma que el jefe supremo de este cuerpo es judio, mason y tiene en su despacho una bandera de Israel. Este dato deberia ser confirmado, ya que de ser veridico explicaria muchas cosas.
https://www.alertadigital.com/2013/04/15/blanco-de-mierda-cronica-de-un-odio-inexistente/#comment-295039
Un punto muy interesante. Secundo la idea.