El don de lágrimas
Este don no se encuentra entre los dones del Espíritu Santo; pero eso no quiere decir que no lo sea también. En el Sermón de la Montaña tampoco se alude a algunas bienaventuranzas, de las que destaco, porque me son muy gratas, las que en el Nuevo Testamento califican de bienaventurados a “los que no vieron y creyeron” (Jn. 20, 23) a los “que fueron constantes” (Sant. 5,11), a “los ultrajados por el nombre de Cristo” (I Ped. 4,14); “a los que lavan sus vestiduras para tener acceso al árbol de la vida y entrar por las puertas de la ciudad de Dios” (Apc. 22,7)
Pues bien, en el Sermón de la Montaña, Jesús declara “bienaventurados a los que lloran porque ellos serán consolados” (Mt. 5,5) “porque reirán” (Lc. 6,21). Por si fuera poco, el propio Jesucristo, Dios encarnado, hombre verdadero y en cuanto tal, fuera del jardín del Edén (Gn.3,24), en este Valle de lágrimas, lloró, como todos los hombres, que , por algún motivo lloran. Y lloró por la muerte de su amigo Lázaro, junto a María, la hermana de éste (Jn 11; 33, 35), y lloró al ver la ciudad de Jerusalén (Lc. 19,41), que, como su patria, sometida a Roma, en un futuro próximo iba a ser destruida.
¿Acaso las lágrimas no son también un don de Dios, como lo fue el Mesías si Jesucristo lo es?
Es verdad que hay lágrimas de cocodrilo, que hay llorones, lloricas y lloriqueos, que no son fruto del don de lágrimas; como no pueden considerarse como don del Espíritu Santo, las lágrimas que se derraman por el dolor, por un bebé que llora porque tiene hambre, o porque le ponen una inyección. En este caso se trata de una reacción natural instintiva. Pero hay lágrimas que ponen de manifiesto, aquello que las motiva, que yo entiendo prueban que sí lo son. Pongo algunos ejemplos:- las que Jesús anunció que verterían sus discípulos , cuando dejaran de verle, al morir en la Cruz, (Jn. 16,20), y a las que encontró llorando la propia Magdalena cuando fue a comunicarles la buena noticia de la resurrección;
– las de María Magdalena, que a la pregunta de los ángeles (Mc. 16; 9 y 10), que estaban junto al sepulcro de Jesús: “¿por qué lloras”? (que el propio Jesús resucitado repetirá), contesta: “porque se han llevado a mi Señor y no sé donde le han puesto” (Jn. 20, 11 y 15).
– las que una pecadora, que puesta a los pies de Jesús, y llorando, se los regó con lágrimas (Lc 7; 38 y 44);
– las de la viuda de Nain, yendo a enterrar a su hijo único y Jesús le dijo: “no llores” (Lc. 7,13.);
– las de las mujeres que seguían a Jesús cuando iba con la Cruz a cuestas, camino del Calvario, y Jesús les dijo: “no lloréis por mi, (sino) por vosotras y por vuestros hijos” (Lc. 23,28);
– las que dirigió, también Jesús, al jefe de una Sinagoga, y a su esposa, y a quienes les acompañaba, llorando, por la muerte de una niña , hija de los primeros: “no lloréis” (Lc. 8,52);
– las de Raquel, por sus hijos, los santos inocentes, a los que Herodes ordenó matar (Mt. 2,18);
– las de Pedro, que, después de negar tres veces a Cristo, rompió a llorar (Mc. 14,72), y lloró amargamente (Lc. 22,69);
– las de Pablo, que reconoce haber escrito a los Corintos “con muchas lágrimas, debido a una gran aflicción y angustia de corazón, para mostrar el amor especial que les tenía” (2ª Cor. 2,4);
Todas estas lágrimas, Dios, en la ciudad santa, las enjugará (Apc. 21,4). “Dios, el Señor –ya anunció el profeta Isaías- enjugará las lágrimas de la mejillas (25,8).
Hay, a mi modo de ver, un don de lágrimas, como las que se derraman contemplando el cosmos, el firmamento y la tierra, como obra de Dios y llenos de su gloria; como se siente el dolor psíquico, por la muerte de un familiar o de un amigo que se va aunque se haya ido al cielo; como se siente el mismo tipo de dolor ante una catástrofe natural en la que se pierden vidas y haciendas; como las que se vierten, con arrepentimiento, por los pecados que hemos cometido o por los que se cometen, y, además, corrompen una sociedad.
Creo, y termino, que aunque el Nuevo Testamento no nos lo diga, que la Virgen llora y en muchas ocasiones ¿Por qué existe la advocación de la Virgen de las lágrimas, y una imagen suya llorando que se venera en Siracusa (Sicilia)?
*Fundador de Fuerza Nueva, político, escritor y notario.
Como todos los de D. Blas un bálsamo para el espíritu. Dios nos lo guarde muchos años.
Admirable la prosa y la perfecta lucidez de pensamiento de un hombre como Don Blas Piñar, que si no me falla la cabezaopasa ya de los 90 años.
Para mi, es un tesoro poder leer a un señor tan culto y tan sinceramente religioso como el sr. Piñar, a quien yo ya escuchaba y seguía en mi adolescencia, cuando entonces él era el presidente y fundador de aquella magnífica y pujante “Fuerza Nueva”.
Un abrazo, Don Blas.
Dios le bendiga, D. Blas, por su valentía, coherencia e inmenso amor a Dios y a España. Y por su perseverancia en todo ello.
Soberbio artículo, don Blas.
Muchas gracias
me ayudará mucho este enfoque para tratar de alejarme del pecado y así dejar de hacer sufrir a La Virgen, Madre de Dios y Madre Nuestra.
Yo mismo me repetiré esta frase:
“No hagas sufrir más a tu Madre Celestial, compórtate como un Caballero Cristiano”
YA QUISIERA FRAGA TENER LA ALTURA MORAL, CULTURAL Y HUMANA DE D. BLAS PIÑAR
Mi total agradecimiento a este periodico por permitirnos leer artículos de personas admirables con principios envidiables como el Sr. Blas Piñar. ¿Porqué no habrá más personas en la politica española como este señor ? Si las hubiera, la politica no hubiera caído en los bajos niveles de credibilidad en la que se encuentra y el pueblo llano gozaría de una sabiduría que ahora no tiene por culpa de las turbas sucias y corruptas que nos gobiernan. Sr. Piñar, es usted un referente para los que buscamos vivir con unos principios y para los que amamos a España. Y una vez… Leer más »
Blaspi III (el nieto) tiene mucho que aprender del Gran Blas Piñar.
OJALÁ HUBIERA PERSONAS COMO USTED EL MUNDO IRIA MUCHO MEJOR
MI TOTAL ADMIRACIÓN Y ADHESIÓN
D. Blas Piñar, usted además de tener muchos “dones” cabe destacar uno por encima de otros, que no es otro que ser “una gran persona”. Ojalá España estuviera nutrida de muchos caballeros como usted. Quiero expresarle mi total admiración hacía usted y desearle una larga vida para que pueda continuar regalandonos su sabiduría y sus conocimientos.