Santa María, “Madre de Dios y madre nuestra”, ruega por nosotros, pecadores
Decía Chesterton que el único dogma que es evidente es el del pecado original, no hay más que abrir la ventana. Hoy por la ventana sólo se ve el triunfo del mal, que incluso ha conseguido la victoria perfecta, el camuflaje de que no existe, de que ni tan siquiera puede ser denunciado. Pero en realidad, la historia de la Humanidad es la lucha del bien contra el mal y viceversa. Por de pronto, se miente a toda hora. La mentira, que es la nota distintiva del diablo, padre de la mentira, ha tomado carta de naturaleza. Se miente en los ámbitos públicos y en los privados. Se necesita estar muy anegado en la mentira y la corrupción moral para no ver que la supervivencia de la Humanidad está en peligro y que cada día el mal avanza más y la mentira es mayor.
Hay que acudir a la intercesión de la Virgen, “Madre de Dios y madre nuestra”. No queda otra. En los momentos duros, sin merecimiento alguno, se acude a la madre. Puede decirse que la Madre por excelencia, toda ternura y esperanza nuestra, lleva acudiendo, buscando a sus hijos de manera reiterada para avisar de los peligros a los que están sometidos, sin que se la haya hecho suficiente caso y así nos va, muy mal. Esa es la temática del libro de la Editorial San Román, titulado “Madre de Dios y Madre nuestra. Fátima, Ámsterdam y Garabandal”, que he empezado a leer y que me comprometo a comentar al final de su lectura.
Sí, he acabado el impresionante prólogo de Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea, de la Universidad Alcalá de Henares, bien conocido por los fieles y crecientes espectadores de “La Ratonera” de Alerta Digital TV, por sus intervenciones en el citado programa. Paredes ha justificado más que de sobra sus estudios históricos con este ilustrador texto.
María, Madre de Dios y Madre nuestra, abogada nuestra, como se dice en las letanías del Santo Rosario, entra en la historia. Como dice Paredes, esas apariciones no sólo tienen una finalidad religiosa sino también un sentido histórico. No estamos ante algo esotérico, sino ante una prolongación del decisivo y divino misterio de la Encarnación, velando por los hermanos de Jesús.
Paredes explica que –históricamente- las apariciones de la siempre Virgen han sido revelaciones personales, pero que desde un cierto momento –histórico- nuestra amadísima Madre –“España, tierra de María”, que proclamaba el beato Juan Pablo II- utiliza, de alguna manera, a los videntes como intermediarios para transmitir mensajes, salvíficos, a la Humanidad, a sus hijos. En Fátima sobre el azote comunista; en Ämsterada, sobre la corrupción de las naciones y los políticos; en Garabandal, sobre el humo de Satanás en la Iglesia. Es lo que hace una buena madre y ella es la mejor y la que tiene más mano con el fruto bendito de su vientre. Paredes detecta que ese cambio en los mensajes marianos se produce con la revolución francesa, con el ataque directo del laicismo contra el cristianismo, que tantas tragedias ha provocado y provoca. Desde entonces, la Virgen está haciendo horas extra, podría decirse, para avisar de las nuevas y tenaces artimañas del enemigo, del mal.
Los hijos de María son perseguidos y la Virgen acude en su auxilio y consuelo. Aunque no es materia del libro, son frecuentes las apariciones de la Virgen en Egipto, en amorosa atención a sus hijos perseguidísimos los coptos, abandonados de todos.
Paredes describe tres modos de persecución. La primera es la cruenta, la de los césares y la del comunismo. Es la que “menos” problemas plantea, porque “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, según Tertuliano, pensador cristiano del siglo I, no de esos lacayos que se denominan tertulianos (perdón, por la broma).
Luego está la que trata de romper los lazos con la gracia, la recepción de sacramentos. Fue la que practicó la revolución francesa con terrible éxito, puesto que se pasó de una Iglesia fuerte, con una práctica pascual superior al 90%, a zonas enteras de Francia, la hija amada de la Iglesia, descristianizadas.
La tercera es la que viene y es la que Paredes denomina de la “coherencia” o contra la coherencia y en ella participan también nominalmente católicos contra los católicos coherentes, los que siguen fieles a la doctrina y a la moral. Paredes, como historiador, la pone fecha, la sitúa en relación con el rechazo, en la vida, de muchos católicos a la “Humanae vitae”, al pecado en el lecho conyugal, “a cegar las fuentes de la vida”, tremenda frase de San Josemaría Escrivá de Balaguer en su “tercera campanada” –“toda una civilización se tambalea impotente y sin recursos morales”-, clarividente texto de un santo, del que es claramente deudo el prólogo de Paredes.
Hay otro pecado que está muy presente en este retorno a la secta de los fariseos que es el de la avaricia, la utilización de la patente católica para obtener beneficios crematísticos mediante la corrupción y por eso vemos un alto componente católico en la corrupción generalizada en el Partido Popular, cloaca de abyecto fariseísmo puro que ha de ser erradicado hasta reducirlo a pavesas, e incluso una escandalosa, muy escandalosa presencia de miembros del Opus Dei, como Federico Trillo, Juan Cotino o Jesús Pedroche, con los directores de la Obra como pastores mudos, un respaldo hipócrita del falso rigorismo de los Legionarios de Cristo, a los que son tan adictos los de la trama Gürtel y gentes como Ángel Acebes, e incluso el Movimiento Neocatecumenal que ha alumbrado un ecónomo amoral como Fernando Giménez Barriocanal.
Esa persecución demoledora de los fariseos –Paredes y yo conocemos y he padecido yo y él sigue padeciendo a uno repulsivo y compulsivo, Julio Ariza- se perpetra ahora mediante el aislamiento, la conjura de silencio, la ridiculización, el despido, el impago de nóminas, el empobrecimiento y la angustia de las familias. Se hace en nombre de la Iglesia, con el respaldo no pocas veces de la jerarquía, entregada en España por entero a la secta farisea del PP, con el pobre Rouco a la cabeza y es preciso plantarla cara. No en vano en las importantísimas apariciones en el pueblo cántabro de Garabandal, entre los años 1961 y 1965, con el concurso, amén de María, del arcángel San Miguel, ¿Quién como Dios?, el gran vencedor contra el diablo, uno de los mensajes fue que “muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y llevar a muchas almas por él”.
Por cierto, esa persecución de la coherencia o contra ella la han padecido y la padecen las niñas que fueron objeto de la predilección de María en San Miguel de Garabandal, como Conchita, cuyo conocimiento nos ha sido hurtado. Esa contradicción de los aparentemente buenos, esa persecución por los hipócritas, por los fariseos deja a la sociedad sin referencias, implica el triunfo del relativismo en la ciudadela llamada a combatirlo y a ser el foco de la resistencia. No sabemos hasta dónde puede llegar esa persecución y Paredes se para ante ese umbral del futuro en una ambientación apocalíptica.
El libro debe ser espléndido porque Javier Paredes lo define como “de lo mejor que yo he leído sobre apariciones marianas”. Hoy más que nunca, amantísima Madre, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Ruega por nosotros pecadores
http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=108301&cod_aut=
Al sol que más calienta, ruega por nosotros.
AD, sería interesante que entrevistaran vía telefónica a Luis Eduardo López Padilla, Abogado. Autor de 26 libros. Conferencista sobre temas escatológicos, mariofanías, nuevo orden mundial, signos de los tiempos y plan de Dios.
México, D.F. Es alguien bastante interesante.
http://www.apocalipsismariano.com
Garabandal, entre 1961 y 1965, poco antes del concilio Vaticano II, María madre de Dios, el gran vencedor del diablo, al que definió padre de los judíos y de la mentira… Un mensaje fue “muchos cardenales, obispos y sacerdotes van por el camino de la perdición y llevarán a muchas almas por él”. ¿Por qué la iglesia surgida del Vaticano II cambia el Evangelio y el catecismo para someter a los Cristianos a la voluntad de “sus hermanos mayores”, los judíos; como Rajoy, Gallardón y todo su gobierno, o como Federico Trillo Figueroa…? Acabaréis en la hoguera como los fariseos… Leer más »
Todos son la esencia del Dios Creador, SATANAS
Esplendido Don Enrique, se supera usted a si mismo en lo político y en lo religioso. Lástima que sea tan liberal en lo económico. Felicidades también al Sr.Paredes.