Mientras usted duerme
Mientras usted duerme hay quien vigila desde su atalaya, desde el bello altozano con alas al que van amarradas las obligaciones por las que un día prestó juramento. Mientras unos ojos llorosos y expectantes sufren el peor de los desvelos, hay quien desafía con profesional aplomo a los elementos y los mira cara a cara dispuesto a dejarse la vida por devolver a casa a esos pescadores que acaban de probar la enésima traición del mar. Mientras su expresión se vuelve lúgubre ante el horror del monte calcinado, hay quienes se las arreglan para poner proa al suelo y entregar, con la generosidad que anima a su vocación, una carga que no es de guerra, sino que espera devolver al bosque la paz que nunca debió perder.
Hay un buen puñado de gente, un grupo de buenos aviadores, aviadores buenos, a los que raramente prestamos la atención que se corresponde con el servicio que nos prestan. Ellos lo hacen sin esperar que seamos conscientes de ello, espoleados por una indomable voluntad de no traicionar jamás al trabajo bien hecho, y por patriotismo, una de esas cosas que hace tiempo fueron relegadas por algunos imbéciles que desconocen su capacidad de actuar como motivación para la voluntad desinteresada de servicio a los demás.
Yo me gano la vida pilotando aviones, y me siento tremendamente afortunado de poder trabajar en lo que me gusta. Pero soy perfectamente consciente que en lo relativo al servicio a la sociedad, mi labor queda muy lejos de la de estos compañeros del aire que un día prometieron entregar por nosotros hasta la última gota de su sangre. Por nosotros, por mí, por Vd.
Y creo que va siendo hora de que los beneficiarios de este trabajo tan silente como puntual, reconozcamos que somos gente muy afortunada por poder contar con ellos.
Ha llegado el tiempo en que nos debemos sacudir un montón de prejuicios sobre los militares, desterrar esa pila de conceptos tan injustos y tópicos como trasnochados, y de alguna manera ser capaces de mostrarles el agradecimiento que les venimos debiendo desde hace tanto. Los mismos majaderos que se ríen del patriotismo, porque en su ignorancia presuntuosa desconocen qué significa y tan sólo son capaces de colocarle etiquetas torpemente aprendidas, han venido liderando una perniciosa corriente de opinión que trataba de politizar algo que, en palabras de Calderón, no es más que una religión de hombres honrados: la milicia.
La gran mayoría de esos fabricantes de tópicos temblarían de miedo si se les pusiera ante la situación de realizar de manera cotidiana un ejercicio de entrega a los demás como el que cada día llevan a cabo los hombres y mujeres que hoy forman parte de nuestras Fuerzas Armadas. Porque mientras algún iluminado de la Paz selectiva ilustra tertulias de nivel mediocre con su recurrente letanía de mantras, existe quien, sin abandonar su puesto, está dispuesto a darlo todo para que nadie robe a ese mentecato su derecho a seguir diciendo bobadas. Hay quien, llegado el caso, se sacrificaría por que ni a él ni a nosotros nos faltase el sistema político que permite a ese individuo ser elegido, y a nosotros elegirle.
Ellos ignoran a estos ventajistas y vividores del concepto vano. La felicidad que experimentan siendo los guardianes de nuestra seguridad e integridad a lomos de sus alas está muy por encima de estas cosas. Es la ventaja de poder tener a la almohada de confidente, contarla cada noche las aventuras que viven los héroes de verdad, y escuchar cómo ella las devuelve con ternura y apego a la realidad, para volver a sentir cada mañana la ilusión por lo que hacen como lo haría un niño, ése que nuestros héroes llevan dentro y al que nunca decepcionan.
Por eso, todas las noches, hay quien mira a tierra desde la privilegiada plataforma que sólo alcanzan los amantes del compromiso, y ve un montón de luces; alguna de las luces que nuestro héroe ve es la de su casa. Puede Vd. apagarla tranquilo, él estará ahí arriba para que nadie le robe el modo de vida que ha elegido, para que nadie pueda imponerle nada por la fuerza, para que la civilización no tenga que hincar la rodilla ante la barbarie.
Mientras usted duerme.
“Boinas verdes, The Green Berets”, buena pelicula, de John Wayne, 1968
Triskel:
Tienes sobradas razones para sentirte orgullosos por haber tenido un hermano Legionario como lo fue el ilustre colaborador de “La Ratonera” Guillermo Rocafort., abogado, economista, escritor y un muchacho -entiendo que es más joven que yo- que vale su peso en oro, y tú además CLP, ¡casi nada!
Crápula, tienes mucha razon en lo que dices en tu comentario. Un abrazo,
Está todo dicho.
Y por mal que les pese a muchos me temo que, si Dios no lo remedia, serán los únicos que nos pueden salvar de nosotros mismos. Otra vez.
¡¡¡ VIVA EL EJÉRCITO ESPAÑOL !!!
Soy veterano de la Brigada Paracaidista, mi hermano sirvió en La Legión, también como Voluntario y he decir que decir que formar parte de nuestras Fuerzas Armadas ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, algo de lo que estoy enormemente orgulloso.
Arriba España!
Viva el Ejercito Español!
Pues estan moviendo hilos para que los Espiritus y Principios que conocimos se vayan perdiendo poco a poco … disciplina, dureza, femeinizacion, ligeras modificaciones en Uniformidad y presencia -barbas, patillas hacha…- … poco a poco … en La Legion han cerrado el paso a los que antes entraban sin problema, dentro de poco hay que ser pijo, tener carrera univ. y ser solvente para entrar.
Totalmente cierto lo que dice, no se que es mas dificil, aspirar a CLP o a Legionario u opositar a Inspector de Trabajo o Hacienda.