Nuevas cartas del general Franco
Dos nuevas cartas autógrafas del general Franco he podido conocer en estos días que acompañan el aniversario del Alzamiento Nacional de 1936. Las someto al juicio de mis lectores, como la de hace unos días, porque a mí me parece que aclaran mucho la calidad personal y política de don Francisco y qué postura tenía cuando era tan solo un joven general de brigada con más méritos militares que otra cosa… Nada, desde luego, parecido al jefe de una conjura o de un movimiento.
La primera carta es una copia, manuscrita por el propio general Franco, de la que según advierte él mismo en su encabezamiento, ha dirigido a un tal Martín. No tiene fecha ni referencia de lugar o puesto. Dice así:
Copia Carta a Martín
“Querido M: Recibo tu carta con la de Gil Robles y ya en el día de ayer había tenido una conversación con Paco Herrera que vino en nombre de aquel a hablarme del asunto y al que ya di mi respuesta.
“Te imaginarás cuanto agradezco el interés, aprecio y consideración de que Gil Robles me hace objeto y mucho siento el no poder corresponderle, como sería mi deseo, aceptando sin vacilar tan destacado lugar en la lucha electoral que se avecina.
“Tu bien sabes, porque otras veces hemos hablado, mi pensamiento. Conocedor del lugar que en el Ejercito ocupo he querido mantenerme separado de los contenidos políticos y de las banderías de partido, entregado a la profesión militar y al servicio de mi Patria en la forma que mejor creo servirla: haciendo Ejercito y siguiendo con constancia estudiando sus problemas.
“La labor de las cortes constituyentes, la conducta seguida por los gobiernos de la Republica y la situación gravísima por que España pasó, mas de una vez me hicieron acordarme de tu ofrecimiento y arrepentirme de no haber intentado un puesto en aquellas cortes, en las que creo hubiera llenado un lugar (que otros mas libres creí que ocuparían), ya que en el Ejercito postergado y arrinconado menguado papel me correspondía. Esto es: que yo por España y en momentos de peligro sacrificaría aquella norma de conducta que me tracé y aceptaría un puesto en la contienda política con optimismo y fé en mi actuación, pero en los momentos actuales creo que el mejor servicio de mi Patria me obliga a no aceptar tan valioso ofrecimiento.
“Sé, querido Martín, que mi puesto, hoy, en que la marcha del país parece pacificarse y rectificarse, caminando por mejores derroteros, está en seguir alejado de toda política, pues si no desconozco cuanto en las cortes podría trabajar y aun conseguir, -/- no puedo dejar de considerar el desencanto que una gran parte del Ejército sentiría al verme lanzar al ruedo político, que la tremenda malicia atribuiría a ambiciones de que estoy tan lejos.Por otro lado, ha sido tanta la intromisión política en la marcha interna del Ejército, tantos los desafueros cometidos y tan frecuentes los casos en que Jefes y Oficiales aparecen afiliados a partidos y organizaciones políticas en pugna con los sanos principios militares, que disminuiría mi autoridad el día, que no creo lejano, en que ocupase un puesto que me obligase a corregir estos excesos.
Por otra parte, si hoy me encasillase en una listaelectoral, por muy ‘—‘ independiente que me presente, quedaría de hecho unido mi nombre a los grupos políticos que en ella figurasen y esto ni convendría a estos grupos, ni a España, ni al Ejército.
Yo no olvido las postergaciones y desafectos de que hasta hoy me han hecho objeto los grupos políticos que ocuparon el poder, ni se me oculta tampoco que puede seguir la serie y realmente aprecio la ocasión que se me presenta de ‘anular?’ aquella obra anterior y ‘desnudar?’ a alguno, ‘párrafo de seis palabras, indescifrable’ su obra destructora; pero estas satisfacciones personales tan naturales justas y legítimas las tengo que sacrificar a este crédito que gran parte de España me ha otorgado y que solo en su servicio y en momentos graves debo sacrificar.
De todas maneras no más estemos lejos de que cualquier día pida y solicite lo que hoy no puedo aceptar, pues es mi propósito no permanecer en el Ejército si en un plazo prudencial, no obstante mi esfuerzo, ‘—‘ aquel no alcanza la eficiencia y el lugar que entre los ejércitos extranjeros le corresponde.
Saluda en mi nombre con todo afecto a José Mª Gil Robles dale lectura de esta carta y se que con su clara inteligencia, conocedor de estos pormenores aprobará mi conducta
La extensión de esta carta excede de la habitual de mis apuntaciones, por lo que aplazo unos días el publicar la segunda. Tampoco quiero hoy preguntarle nada a los lectores, ni siquiera el nombre de su destinatario, pese a que me parece evidente el sumo interés de su contenido.
Pues vaya… resulta que Gil Robles luego fue mendigando por Europa que derrocaran a Franco e intentando hacer piña-con tal objetivo- con la izquierda exiliada.