Mi última novela
Al fin he podido ver terminada mi nueva novela. Es un “thriller” donde se dan cita todo tipo de personajes, embrollos, asesinatos e intrigas que suelen acumular este tipo de obras. La empecé hace siete años. Era una de mis asignaturas pendientes, pues tengo varias. Una de ellas, el “Diccionario enciclopédico sobre la Marina”, que tengo escrito hace ya varios años. En él y por orden alfabético, cuento sus hazañas más destacadas, explico y defino sus términos usuales y los menos conocidos, cuento sus anécdotas más curiosas y detallo sus más notables hazañas, batallas, descubrimientos geográficos y sus figuras más relevantes. Incluso las distinciones y condecoraciones existentes en nuestra Armada, algunas de ellas sin haber sido utilizada, aunque si estuvieran creadas. Una vez acabado, tras varios años de investigación y preparación, duerme el “sueño del olvido”, en uno de mis cajones. Había escrito antes un libro titulado “Los caminos de la mar”, que presenté el Premio Virgen del Carmen y a pesar de que se premiaban autores y no editoriales, se lo dieron a la Editorial Labor, aunque el Jurado recomendó el mío para que lo publicara y lo declarara de utilidad para la Marina. No obstante, aunque yo me presenté como periodista, que entonces ya lo era, se dieron cuenta de que trabajaba como funcionario y (según averiguaciones realizadas) no me lo publicaron porque un empleado civil no era adecuado para que su libro figurara como de obligada lectura. Desde entonces forma parte de mis sueños acabados en decepciones.
A mi nieta Irene, que entonces tenía seis años, hoy tiene diecisiete espléndidas y preciosas primaveras, le dediqué un libro de fábulas, “Los cuentos de Berta”, donde una tortuga, su protagonista, (Berta), contaba a los niños sus aventuras y experiencias con sus amigos los animales del campo. Está ilustrado, con una serie de dibujos por mi hijo José Luis, el artista de la familia. Se lo dí a leer a un sobrino nieto y éste a sus amigos. Su padre me dijo que la profesora de su colegio quería que fuera a hablar con sus compañeros de clase sobre este libro y algunas otras historietas que tenía escritas. Lo pasé bomba y fue uno de los días más felices de mi vida. Pasé horas inolvidables contestando sus preguntas a un público tan atento y entregado. Luego, como ya es habitual, Berta y sus amiguitos, pasaron al cajón de los sueños perdidos. Esta es mi segunda asignatura pendiente, que me iré sin verla publicada.
Esta última novela, aún sin titular, octava de las obras escritas y cuarta de las aún no publicadas, es mi actual “niña bonita”. La empecé hace seis años, recién publicado mi cuarto libro “Recuerdos de una infancia rota” donde cuento, quizás con excesiva y dura sinceridad, la realidad de una vida donde hubo de todo y nada me dejé en el cajón de los recuerdos. Me costó algunas incomprensiones y fracturas familiares, algunas aún sin cicatrizar y no por parte mía. Comprendo que con tan cruda exposición de detalles no gustara a todos los posibles afectados de una manera más o menos directa. Pero era el testimonio de mi vida y quise que mis futuras generaciones tuvieran la oportunidad de conocerme sin tapujos y cínicas alteraciones.
Escribir esta nueva novela fue una petición de mi hijo mayor, que me sugirió la escribiera y me dio algunas ideas, que me estimularon y pude aprovechar. Es la primera novela, no autobiográfica, ni histórica, sino totalmente imaginada, desde la primera a la última palabra que escribo y pienso que también será la última, pues no creo que posea la lucidez de un Sampedro, Saramago, Delibes y otros autores que murieron con la pluma en ristre, en los umbrales de la centuria.
La he escrito con el mismo interés y cariño que la primera hace la friolera de cuarenta años, “Chiclana entre el mito y la verdad”, donde cuento las vicisitudes, historia, personajes y figuras populares de mi tierra desde la época mitológica hasta el año 1973 en que lo publiqué. En aquél tiempo, cada vez que hablaba de Chiclana, la confundían con la Chipiona de Rocío y me ponía frenético que mezclaran “churras con merinas”. Hoy, gracias al turismo de élite ,a las urbanizaciones de lujo y a los “cinco estrellas” en su famosa playa, Chiclana es obligada referencia entre nuestros paraísos veraniegos. Me considero y enorgullezco de ser un pionero de las ventajas de esta entrañable zona y promocionarla en mis artículos y reportajes, cuando nadie creía en el milagro del turismo en una ciudad de noventa y seis bodegas censadas y un campo tan fecundo en viñedos y otros productos agrícolas, pero alejada y desconocida entonces entre la élite internacional como paraíso ideal en sus ocios y caprichos.
Mi nueva novela, se desarrolla en gran parte en Chiclana, en su Playa de la Barrosa y en Cádiz. Mis dos grandes amores geográficos a la zaga de España. También transcurre todo un capitulo en El Vaticano y describo sus controles y lugares interiores, gracias al asesoramiento de mi compañera Paloma Gómez Borrero. Que de esto sabe más que el propio Papa. Madrid, Toledo y Sevilla, forman parte también de la trama.
Desde que la escribí ha estado guardada y olvidada. Fue mi nieto, el de los 22 tacos, quien me la recordó el domingo y me dijo que quería leerla. Para atender su petición, detalle que me agradó y mucho, me puse manos a la obra, mañana, tarde y parte de la noche para terminarla y corregirla en sus 518 folios a doble espacio y por una sola cara. Al nacer este nieto dejé de fumar mis casi tres paquetes diarios, sin que nadie me lo pidiera o aconsejara, solo me impulsó la idea de que sin el tabaco podría disfrutar más tiempo de ese entrañable y nuevo miembro de la familia. Hoy le debo tan enorme favor. Me ha gustado, verla terminada. Poder publicarla, es harina de otro costal.
Publicarla es facil, pero tiene usted que correr con los gastos. Como en un todo, si no tiene un padrino en una editorial, dificilmente encontrará un editor que se interese por su obra por muy buena que sea. Yo le aconsejería contactar con Visionnet, en este mundo de la mafia editorial es una de las más honestas que he encontrado. Con ellos he editado 3 obras. Suerte y al toro